Capítulo 4

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Eran las cuatro de la mañana y se encontraba despierta, mirando al techo. Hannah no podía dormir, pero sonreía burlona, y su sonrisa se hizo más grande cuando escuchó a Alice entrar a la habitación para entrar al baño rápidamente.

Cuando salió del baño, Alice se recostó en la cama boca abajo.

— ¿Y?

— Vomité en la cara del tipo con el que me iba a acostar. —Suspiró. — Aún así pude bailar. Algo es algo, peor es nada.

— Bien. ¿Quieres hablar? —Preguntó Hannah, manteniendo su mirada en el techo.

— Como quieras. ¿De qué quieres hablar?

— De porqué te acuestas con todos. —Sonrió y le miró, sentándose. — ¿Algún pasado horrible? ¿Algo que quieras contarme?

— ¿Por qué sonríes? —Alzó una ceja, confundida de su actitud ahora 'dulce'. — ¿Estás drogada?

— Desearía estarlo, pero no. Me alegra haber encontrado a mi mate antes de morir. —Dio un suspiro de alivio. — ¿Tú no?

— No, la verdad odio haberte encontrado. Odio completamente el hecho de que exista un mate para cada uno de nosotros. —Suspiró. — No te busqué por esa razón, porque no tenía planeado verte y tampoco quería hacerlo.

— La sinceridad ante todo. —Rió mientras le miraba. — Bueno, no importa. Me gustan los retos... aunque casi no lo seas.

— Cierra la boca, Hannah. —Le miró. — ¿Por qué decidiste quedarte? Digo, pudiste irte con tu familia... y estás protegiendo a una fugitiva. ¿Qué tienes para decir al respecto?

— Voy a morir pronto. —Dijo como si nada. — No viviré mucho tiempo... creo que deben quedarme meses de vida.

— ... Ya veo. —Suspiró. — Ahora entiendo. Creo que habría reaccionado igual... después de todo, si moriré en poco me gustaría hacer algo inolvidable.

— Tú me entiendes, nena. —Sonrió y se puso sobre ella, haciendo que Alice se sonrojara un poco. — No respondiste mi pregunta. ¿Por qué te acuestas con todos? —Repitió Hannah, como si ese fuera un asunto de suma importancia.

— Me gusta la sensación que tengo cuando me penetran. ¿A ti no? —Llevó sus manos a la cintura de Hannah, siguiendo su juego mientras se sentaba sintiendo sus cuerpos juntarse. — ¿O es que acaso eres virgen? Oh, ¿qué puede decirme una mocosa como tú de sexo? Seguro ni siquiera diste tu primer beso.

— ... Touché. —Rodeó su cuello con sus brazos, y sonrió acercándose a ella rozando sus labios y sintiendo sus respiraciones mezclarse. — Pero créeme, preciosa. No soy inocente.

Dicho esto, Alice plantó sus labios contra los de Hannah en un beso algo desesperado. Era como si de repente ambas se desearan físicamente. No tardó mucho para que la ropa desapareciera de sus cuerpos.

Su beso apasionado parecía que no iba a detenerse, hasta que ambas sintieron la necesidad de respirar. Se miraron a los ojos con sus respiraciones agitadas, y entonces Alice le tomo por la cintura dejándola recostada con ella encima.

— Así que... ¿Ahora si me quieres? —Hannah no pudo evitar sonrojarse, pues el tono coqueto que había utilizado en tan sólo lo dicho le hizo sentir un cosquilleo en su intimidad. — ¿No dirás nada? —Preguntó mientras tomaba una de sus piernas, alzándola y dejándola sobre sus hombros. Debido a esto las intimidades de ambas hicieron contacto, haciendo que Hannah soltara un pequeño jadeo. — Lo imaginé.

— A-Alice... ¡A-Ah! —Gimió al sentir que comenzaba a moverse sobre ella a un ritmo lento y delicado.

— ¿Así te gusta? ¿O quieres que sea más brusca? —Preguntó algo sonrojada y respirando algo agitada.

Hannah buscó sus labios con desesperación y le besó, eso mientras Alice se movía causando placer para ambas.

Ahora eran sólo ellas. Ellas y su burbuja.

...

— Despierta idiota.

— ¡Agh! ¿No podrías ser más dulce? —Preguntó Alice tirándole la almohada en la cara. — Me hiciste pedazos. Siento que me duele todo...

— Yo te avisé. No seré la pasiva. Ahora levanta tu lindo trasero así nos vamos de aquí.

La Pesadilla de AliceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora