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Murmuro unas cuantas veces las letras de las canciones que se escucha a volumen moderado en los parlantes mientras manejo en dirección al lugar de trabajo de Angui: la estoy yendo a buscar para que me acompañe a la editorial Crifer Books. Antes de estacionarme y bajar, recibo la trigésima llamada perdida de Juliet, adivinando la razón: no me he aparecido en nuestro departamento (al haber dormido en casa de Ash) y agregando que, las noticias sobre el encuentro con Angui, no han cesado. Por eso me imagino la rabia que debe de estar sintiendo en estos momentos y que aumenta al no contestar sus llamadas, sin embargo no estoy de humor en soportar sus quejas y demás, solo deseo descubrir lo que está detrás del manuscrito.

-Buenas tardes, vengo a encontrarme con la señorita Angui.

Hablo frente a un hombre moreno, bastante corpulento que viste de traje y llevaba puesto unos lentes negros; revisa y ordena unos papeles en su estrado antes de subir su mirada y dirigirla a mí.

—Buenas tardes. Lo lamento, aún no abrimos el local, tendrá que esperar hasta la noche...

—Señor Raymond, perdón por no avisarle antes pero él solo viene a buscarme.

Desde ahí nuestras miradas se desvían instantáneamente hacia la bellísima apariencia de Angui que, mientras habla, se acomoda su bolso en el hombro. Quedo totalmente atónito al verla parada con su sonrisa encantadora, literalmente he quedado con la boca por los suelos y un mar de baba cayendo de la misma. No lleva ropas extravagantes ni mucho menos provocativas, todo lo contrario: trae puestos unos jeans negros, zapatillas vans del mismo color, una camisa con estampado de costillas y, agregando para terminar el conjunto, una sudadera abierta. Y eso es lo que me está gustando cada vez más de ella, su simpleza de vestimenta desprende una belleza natural que la hace mucho más brillante y hermosa.

— ¿Vamos Andy?

Me despego de mis pensamientos ante su voz, sobre todo por su cercanía a mi rostro que provoca la subida hasta las nubes de mi temperatura y mis nervios. Comienzo a sentir un calor en mi cuerpo en el mismo momento que su mano me toma del brazo para sacarme de ahí. Y es realmente extraño, ya que el día está totalmente nublado con una brisa helada provocando que el clima no sea la causa de mi temperatura en vertiginoso aumento.

— ¿Sabes dónde queda la editorial?

Antes de darme cuenta ya estamos en carretera conduciendo mientras a un lado permanece Angui con su vista en la pantalla de su celular; no lo había pensado. ¿Tan estúpido soy? ¿Cómo no busqué la dirección de la editorial mucho antes de ir? Ahora estoy conduciendo a no sé dónde por no haberlo pensado antes.

Una pequeña risita se hace audible, haciendo que desvíe mi vista por un momento, hacia el punto de inicio de la misma: Angui.

—Por tu expresión deduzco que no lo sabes. No importa, lo buscaré en Google Maps y listo, no te ahogues en un vaso de agua.

Me guiña un ojo en tanto asiento volviendo la mirada al frente. Prendo nuevamente la radio para escuchar cualquier tipo de música que estén dando y nos acompañe durante el camino; ella, al encontrar la dirección, empieza a indicarme por dónde ir, qué calles tomar y en qué atajos adentrarme. A mitad de camino, me detengo frente a un semáforo en rojo; mientras esperamos que cambie de color para poder seguir, mis ojos se desvían inconscientemente a su bolso encima de sus piernas, enfocándose en los parches de BvB y de Green Day que ahora estaban acompañados por un parche nuevo que es de... Evanescence.

La tercera banda que me recomendó Xia aquella vez y que ahora Angui demustra con esto el mismo gusto sobre estilo de música, pero no puedo pensar que es alguna señal que me ponga a especular la posibilidad de que ella... ella fuera la que esté detrás de todo esto. A decir verdad sería muy estúpido pensar de esa manera. Solo puede ser coincidencia, nada más. De las veces que charlamos, me demostró gusto por la música, no por los libros y tienes que amarlos realmente para sentarte por horas a escribir. Además, ¿cómo podría saber ella todo lo que tiene que ver con esa parte de mi vida? Ni siquiera Juliet la sabe y a Angui a penas si la conocí hace unos cuantos días, no mucho más. 

Tú y yo, en Clave de Sol [Andy Biersack]Where stories live. Discover now