Doy un largo bostezo causando que mis ojos se cristalicen antes de devolver mi celular al bolsillo de mi pantalón; he estado esperado una hora y media para no escuchar absolutamente nada en la casa, o sea señal clara de que Juliet se ha quedado dormida al fin. Ahora, con todo sigilo del mundo, es momento de salir de mi estudio para dirigirme en puntillas a la habitación que comparto con ella, para lograr cambiarme de ropa y darme una buena ducha antes de volver donde Ash.
Como imaginaba, las luces están todas apagadas, impidiéndome ver con claridad por dónde piso; quiero hacer el menor y, si es posible, nada que provoque el despertar de Juliet. Así que, antes de partir camino para salir de acá lo antes posible, tomo una gran bocanada de aire llenándome de valentía y doy comienzo a esta misión de película.
Me detengo frente a la puerta, llevo mi mano a la manija y comienzo a girarla a una velocidad de tortuga. El cuerpo recostado de Juliet está debajo de las mantas de la cama, durmiendo plácidamente como deseaba. Sin embargo, cuando doy unos cuantos pasos dentro en dirección al closet, el movimiento de las sabanas me hace erizar la piel en segundos y mi respiración se detiene creyendo que Juliet se ha despertado para comenzar la tercera guerra mundial. Pero... al escuchar un ronquido seguido por otro y otro, eso me relaja internamente en un instante, haciéndome volver mi mirada hacia ella y verificar lo dormida que está: su cuerpo estirado (precisamente ocupando casi todo el espacio de la cama), sus ronquidos suenan fuertes por todo el cuarto y nada delicados... Qué horror.
Abro las puertas de mi closet sacando lo primero que encuentro, me da exactamente igual qué me coloco ahora, solo deseo salir de aquí lo antes posible. Por lo tanto, al tener en mano lo que necesito, termino por salir del armario con el mismo sigilo con el que entré (mejor que el de un ninja), llego al baño y me doy una ducha a la velocidad del rayo.
Veo la hora en mi celular verificando que me he demorado tan solo 15 minutos en la ducha y vistiéndome que, a decir verdad, es un récord para mí demorarme tan solo eso. Con la palma de la mano limpio el espejo empañado y me observo cómo he quedado antes de echarme desodorante y perfume.
Ahora sí, estoy preparado, listo para hacer la última misión: salir de aquí con vida.
Guardo las llaves, la cajetilla de cigarros y mi celular (con poca batería, hay que mencionar) en los bolsillos de mi pantalón, dejo mi ropa en un cesto al lado de la puerta y termino por salir del baño. Solo me faltan unos cuantos pasos para llegar a la puerta, cuando el sonido de las pantuflas siendo arrastradas por el suelo llega a mis oídos, seguido de la puerta de la habitación siendo abierta con una fuerza bestial y, al girarme, logro divisar el cuerpo de Juliet mirando en mi dirección.
– ¡Andy! ¿¡Dónde crees que vas!?
Con la mirada nuevamente fija en la puerta, sin una pizca de interés de seguir con la discusión, solo me digno en decir:
– ¿No ves? Me largo.
Y termino por correr hacia la puerta, la abro y salgo con toda la velocidad que me permiten las piernas. Apostaría lo que sea que el griterío que Juliet está haciendo detrás de mí, se escucha hasta el supermercado que queda a kilómetros de aquí. Imagino que me persigue con sus pantuflas rosadas de plumas, su bata de dormir, su cabello quemado por todos lados y el caminito de baba que se le forma en la comisura de sus labios.
La adrenalina llena mis venas mientras bajo los peldaños de la escalera de dos en dos, llego a mi auto y entro. Meto las llaves en el contacto del auto, encendiendo el motor antes de ver la aparición de Juliet y aprieto el acelerador con fuerza, largándome de una vez en dirección a la casa de Ash.
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Tú y yo, en Clave de Sol [Andy Biersack]
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