Han pasado algunos días desde la vez que me junté con Ash, tengo que confesar que tuve la necesidad de descargar la aplicación para, a cada minuto, ver si había algo coincidente con lo que pienso con respecto a la persona detrás de esto, o tan solo ver si podría haber un mínimo cambio de pensamiento de él o ella, publicando algo, dándome el indicio de saber alguna cosa. Pero obviamente, era sumamente estúpido, no había nada, absolutamente nada.
Tengo mi mirada fija en aquel manuscrito, posado en una mesa negra a un lado de la ventana de la sala, mientras permanezco sentado frente a él con una copa de vino en manos. No me atrevo en extender mi brazo hacia el pilón engrapado, leer cada párrafo de lo que contienen esas variadas páginas, no me atrevo por la sencilla razón de que el miedo me está carcomiendo. Tengo miedo a leer y que cada una de las palabras sean idénticas a lo sucedido en el pasado, volviéndome a un sinfín de recuerdos hermosos como también trágicos que marcaron mi vida por completo. Tengo aquel miedo de caer en ese agujero de la desolación, que había superado hace tiempo pero, ésta vez, no tener las suficientes fuerzas para levantarme nuevamente.
Sin embargo, como el miedo que me carcome, también las ansias de saber quién es la persona detrás de este manuscrito, aparecen confundiéndome cada vez más.
Suspiro resignado y extendiendo mi brazo hacia el manuscrito; las yemas de mis dedos acarician la portada, sintiendo la delicada y suave textura de la hoja. En el instante que voy a tomarlo, un sonido me hace sobresaltar, apartando mi mano de los pocos centímetros de distancia que tengo de ella al manuscrito. Dirijo mi mirada hacia la dirección del sonido repentino, deteniéndola en mí celular. Doy unas cuantas respiraciones profundas, tranquilizando el susto dado y contesto.
— ¿Qué tal, hermano? ¿Estás ocupado?
—Ashley, ¿qué sucede?
—Te conozco, sé que no estás bien, ni yo lo estoy. Por esa razón, con los chicos vamos a celebrar y distraernos un rato. Te llamaba para que nos acompañes, sobre todo en celebrar nuestro próximo álbum. ¿Qué dices? —Quedo por un momento en silencio, dudando: no tengo ganas ni ánimos de salir—Vamos Andy, acompáñanos—Puedo escuchar la voz suplicante de él en la otra línea.
Él es uno de mis mejores amigos y, como yo, tampoco la estaba pasando bien con respecto a ellas, así que (como él me ha apoyado) yo lo haré de igual manera, al fin y al cabo sufrimos por el mismo asunto. Tal vez pueda tomar unas cuantas copas para olvidarme un rato de esto, y sobre todo, para celebrar nuestro próximo álbum.
—Está bien, ¿a qué hora?
— ¡Genial! A las 23:00 te pasamos a buscar.
—Bien, nos vemos.
—Nos vemos—Finaliza para cortar la llamada.
Me estiro en el sofá que estoy, dando un fuerte suspiro; dirijo mi mirada hacia el reloj digital del celular dándome cuenta que eran las 22:30 y que Juliet no ha aparecido en ningún momento. Supuestamente estaba donde sus padres pero, por ésta vez, no me interesa si es cierto o no, no tengo ganas de pensar en eso ahora.
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Tú y yo, en Clave de Sol [Andy Biersack]
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