El principio del fin
Miseria, mocos y llanto.
Tres palabras que me describían a la perfección en ese momento; mientras mamá me hacía mimos en el cabello y papá trataba de no salir a buscarlo y atinarle unos cuantos puñetazos en la cara. En su hermosa y angelical cara.
-Él no vale tus lágrimas, Lottie.
Y era verdad, Aiden no valía mis lágrimas, para mí él significaba mucho más, era mi universo entero, mi estrella perdida en la negrura del cosmos. Yo lo amaba con locura y él lo sabía; cada sonrisa, cada mirada, cada toque, yo siempre se lo demostré. Pero no le importó y asesinó nuestra relación con sus propias manos, dejándome sola, triste y hundida en un abismo tan profundo que creí que jamás iba a salir.
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