6. Recatate wacho

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Brooke intentó pasar junto a ellos sin ser vista, pero apenas se acercó, Anaclato se separó de forma abrupta de Stacy y la miró con horror sobractuado.

—¡t.n.___! —exclamó y extendió un brazo para impedir que la castaña siguiera avanzando por el pasillo— ¡¿Qué hacés acá?!

Dylan se acercó a Brooke y tomó uno de sus brazos con fuerza.

—Seguro hay una explicación para esto ¿No? —preguntó desesperado— Como que Stacy es una bruja y te sedujo o te condujo a una trampa para que Brooke te dejara.

—Pero si no estamos… —Brooke suspiró ¿Para qué se molestaba en hablar?

Anaclato se separó un poco más de Stacy y ésta aprovechó el momento para alejarse en silencio, bajo la atenta mirada de odio de Dylan.

—No, en realidad —dijo—. Sólo me gusta aprovecharme de las inseguridades de las chicas para jugar con ellas, dejar que se peleen por mí y que se vean como locas. Lol —se alzó de hombros, pero entonces pareció reparar en que Brooke no se veía contenta y cambió de expresión a una de pena, como si acabara de recordar que debía sentirse terrible—. Ah, pero te juro que voy a cambiar por vos, Rayita. Te amo.

Dylan chilló y apretó el brazo de Brooke con más fuerza. Esta chilló también, pero de dolor, y le dio un puñetazo en la cara al muchacho para que la soltara. Él se llevó las manos al rostro, Anacleto se acercó para ver cómo se encontraba y ella aprovechó para salir corriendo hacia su siguiente clase antes de que algo más pasara.

—Ah, la puta madre. —Agitó la mano, adolorida. El golpe que le dio hizo que sus dedos dolieran, y su brazo había sido tan estrujado como el corazón  fangirl de Dylan.

Se dispuso entrar al aula, pero una mano jaló de ella y, antes de que se pudiera dar cuenta, se encontraba dentro del cuarto de limpeza. La luz se encendió y el pequeño cuarto se iluminó para revelar algunas escobas, poductos de limpieza y una pelirroja con cara de maníaca observándola fijamente.

—¿Wtf? —Brooke giró el picaporte de la puerta para salir, asustada, pero parecía haber sido cerrada con llave— ¿De dónde saliste, boluda?

—Ahre perdón, tenía que hablar con vos. —Brooke siguió forcejeando con el picaporte hasta que sintió las manos de la pelirroja sobre sus hombros—. Eh, pará, cebada. Te quiero ayudar.

La castaña aflojó el agarre de la perilla y miró por sobre su hombro a la chica, curiosa.

—¿Podés hacer que Anacleto y Dylan me dejen de molestar?

Rayita hizo una mueca, como si aquello lo viera como algo complicado.

—No mientras seas t.n.___

Brooke se pasó una mano por el rostro, exasperada.

—No soy t.n.___ —la corrigió—. Bueno, me chupa un huevo. Voy a llamar a mis padres para que me saquen de acá —anunció mientras sacaba el teléfono del bolsillo de su campera—. Me voy a cambiar de escuela o qué se yo.

—Bué, no es tan fácil.

Broke alzó la vista del aparato y miró a la pelirroja.

—Chupame la pija.

Acto seguido, buscó el contacto de su madre y presionó al botón de llamar. Se llevó el celular a la oreja y aguardó. La llamada saltó al buzón de voz y tuvo que colgar. Procedió a buscar el número de su padre.

—No te va a atender —le advirtió Rayita. —Y, en efecto, tampoco lo hizo—. Ahora que sos t.n.___ tus padres son multimillonarios que no se preocupan por su hija porque viven haciendo cosas de negocios.

Brooke entró en pánico. Se sentía como dentro de una de esas películas paranormales o de terror y estaba completamente segura de que la pelirroja era la asesina.

—¿Qué tengo que hacer para dejar de ser t.n.___? —preguntó.

Rayita le alzó las cejas, como si la respuesta fuera más que evidente.

—Devolverme el reinado, obvio.

Clicheland High SchoolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora