—¿Eh? —Brooke la miró extrañada. Obviamente el problema de Rayita era para medicarla— ¿Podés ser más clara, la concha de tu hermana?
La pelirroja puso los ojos en blanco.
—Que me tenés que dar la corona del baile cuando ganes, pelotuda.
Recordó a Anacleto diciéndole algo sobre no ir con ella a un supuesto baile porque era demasiado malandro para eso. O algo así. No le había prestado demasiada atención porque no entendía la mitad de las cosas que le decía.
—¿Qué baile?
—Acá estás.
La puerta del cuarto de limpieza se abrió y reveló la figura de Anacleto. Llevaba lo que parecía ser un uniforme de un equipo de fútbol americano y se preguntó cómo hizo para cambiarse tan rápido. Rayita, escondida detrás de ella, le apretó los hombros como si la mera presencia de Anacleto la pusiera nerviosa.
—¿Qué hacías sola en el armario? —le preguntó a Brooke, ignorando de vuelta a la pelirroja, quien soltó un quejido en respuesta.
—Yo perdí la virginidad con él —se lamentó.
Brooke hizo una mueca de asco y se preguntó quién sería capaz de acostarse con alguien como Anacleto, que obviamente estaba trastornado. Rayita, por supuesto. Eran el uno para el otro.
—Vení.
El muchacho la tomó por el brazo y jaló de ella hacia el exterior del armario antes de comenzar a arrastrarla por el pasillo. A esa altura del día, Brooke simplemente se dejó llevar, pues sabía que no tenía sentido pelear contra él y a nadie parecía importarle.
—Me tenés que ver entrenar porque estás enamorada de mí y me acosás —le explicó el muchacho mientras los dos salían del edificio hacia la cancha—. Así re tierno.
Brooke pestañeó sorprendida.
—Si Rayita hacía eso sacá ya una orden de restricción.
—Ahre callate, bobita.
Siguió tironeando de ella hasta llegar a las gradas, donde Rayita ya se encontraba sentada con un libro en las manos y gafas de sol, como si esperara que así no la reconocieran.
Dylan y Stacy se encontraban con el grupo de animadores, uniformados, y se dedicaban a gritarle a los jugadores para alentarlos.
—¿Cómo llegaste hasta acá? —Le preguntó a Rayita cuando Anacleto se marchó para comenzar a correr con sus compañeros del equipo.
Según ella recordaba, la había dejado en el armario.
La pelirroja se alzó de hombros justo cuando alguien se sentaba del otro lado de Brooke, a su derecha, y le entregaba un un perro caliente.
—Perdón. Llegué re tarde —se excusó el desconocido—. La fila de la panchería era re larga.
Brooke sostuvo el alimento entre sus manos y lo miró extrañada.
—¿Qué panchería? Estamos en el colegio.
—Anuma.
Los muchachos comenzaron a hacerse pases para entrar en calor y la castaña le entregó el pancho al desconocido para sacar su tenéfono y ver si se podía comunicar con alguien, pero no había señal.
Iba a entrar en crisis.
—¿Puedo besarte?
—¿Qué?
—Nada.
Brooke se paró y fue a sentarse al otro lado de Rayita para alejarse del desconocido, mientras la pelirroja intentaba sacarle fotos a Anacleto de incógnito.
—¿Quién es ese?
Rayita echó una ojeada al muchacho sin nombre y luego continuó sacando fotos.
—Tu mejor amigo friendzoneado.
El aludido alzó la cabeza al oir que lo mencionaban y miró a Brooke completamente inexpresivo.
—Te amo.
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Clicheland High School
HumorBrooke no tiene idea de lo que es Wattpad, el cliché, o rayita. Pero si sabe una cosa: Ella no es ___(tn). Pero, al parecer, ser la nueva en Clicheland High School la convierte a ella en la nueva rayita. Y eso implica al chico malo y misterioso que...