8. Una importante elección

2.5K 602 260
                                    

Brooke miró de reojo al muchacho, quien permanecía observándola, expectante, a la espera de una respuesta.

—¿No? —contestó ella finalmente, y se apartó unos centímetros.

—¡Ey!

La voz de Anacleto hizo que tanto Brooke, como Rayita y el desconocido levantaran la cabeza para encontrarse con el muchacho acercándose a trote con el balón en la mano. Aparentemente estaba sudado, a pesar de sólo haber estado menos de un minuto en entrenamiento. Rayita volvió a chillar de la emoción, o de pánico, y se escondió detrás del libro.

—¿Le estás tirando los perros a mi novia? —le preguntó al desconocido en cuanto se acercó.

—¿Novia? —repitió el friendzoneado.

—¿Novia? —Rayita bajó su libro y los miró horrorizada.

—¿Qué? —Brooke soltó una risa nerviosa— No soy tu novia.

El hecho de que las cosas estuvieran avanzando tan rápido la hizo entrar en pánico, al igual que su compañera hace unos segundos. Si seguía así ¿Qué sería lo siguiente? No quería que Stacy la tirara por las escaleras en un arranque de celos como hizo con la anterior Rayita.

—Ahre que sí sos mi novia —Anacleto jaló del brazo de Brooke y la abrazó.

La castaña intentó librarse, como si su vida dependiera de eso. Por alguna extraña razón, Anacleto no olía mal a pesar de estar cubierto de sudor. Parecía haber salido recién de la ducha. De hecho, olía como si acabara de hacerlo.

—Ahre que no.

Luchó hasta que consiguió deshacerse del agarre. A nadie parecía importarle.

El mariscal de campo/ badboy dejó de prestarle atención a su novia para fijarse de nuevo en el friendzoneado, enfadado.

—¿Ves lo que hacés, infeliz? La ponés en mi contra.

—Voy a llamar a la policía.

—Es evidente que ella siempre me amó a mí —la ignoró el otro.

Brooke miró hacia atrás, donde estaba Rayita, en busca de ayuda. Pero ella ya no estaba. Había desaparecido. Cuando volvió a mirar a los muchachos, se encontró con el friendzoneado de pie, con el pecho inflado, y entonces Anacleto alzó su puño y lo estampó contra su rostro.

-.-.-.-.-.-.-.-.-

—Tenés que entrar a verlo —repitió Dylan, su mejor amigo gay, sentado a su lado.

La muchacha echó la cabeza hacia atrás, frustrada. No tenía idea de cómo salir de todo eso y Rayita llevaba casi dos horas desaparecida. Había intentado seguir con su jornada normalmente luego de que se llevaron al friendzoneado a la enfermería, pero Dylan se apareció al acabar la última hora y la arrastró hasta allí para verlo.

—Chupame la pija —dijo por enésima vez—. No lo conozco. Dejame ir a casa.

Se levantó del suelo del pasillo para marcharse, pero el muchacho jaló de su mano con fuerza y la hizo caer.

—¿No te dije yo que esto era una novela, pelotuda? —le preguntó, perturbadoramente agresivo—. Hasta que no entres a verlo a la enfermería y le digas que en realidad amás a Anacleto, no nos podemos ir del colegio.

Brooke se levantó del suelo y se limpió el polvo de las rodillas, enfadada. No quería seguirle la corriente a todos esos desquiciados, pero si esa era la única forma de que la dejaran irse, bueno. No volvería a ir al día siguiente.

—Cuando salga de acá —le dijo a Dylan—. Te voy a denunciar.

Él le enseñó el dedo del medio.

Apenas entró a la enfermería, lo primero que vio fue al muchacho inconsciente en la camilla, tapado con una sábana blanca, con el ojo morado y una bandita en el párpado que posiblemente le imposibilitara abrirlo. Estuvo tentada a preguntarle a la enfermera si acaso él no debería estar en un hospital, o si una curita era la manera más adecuada de tratar un golpe, pero no la encontró en el cuarto.

Dio un paso para acercarse y el muchacho abrió su ojo.

—Viniste a verme —dijo con una sonrisa débil.

Brooke puso los ojos en blanco.

Se acercó a la camilla despacio y dejó descansar sus manos en el brazo del otro. Él, en respuesta, tomó la mano de ella y entrelazó sus dedos con los suyos.

—_____(t.n.)...

—No me gustás. Me gusta Anacleto.

—¿Qué?

Brooke se zafó del agarre.

—Sáquese. Que me gusta el otro.

Dio un paso hacia atrás y se dispuso a marcharse.

—¿El que te maltrata?

—Sí, el que me maltrata, jaja. 

Clicheland High SchoolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora