Capítulo 12 (Final)

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―Deberías tener más cuidado. No tuve ningún problema para averiguar tu dirección.

― ¡Lauren!

Allí estaba apoyado contra la puerta, con los brazos cruzados sobre el pecho, mirándola. Con una expresión sombría en su cara, como si fuera culpa suya que se hallara allí.

― ¿Por qué has tardado tres días? ―preguntó y abrió la puerta del apartamento.

―Porque tenía la impresión de que te estaba acosando. ―Sin esperar una invitación, entró en el apartamento detrás de ella.

―Siéntete como en tu propia casa ―dijo, tratando de no dejar traslucir la felicidad que la embargaba como una corriente cálida y brillante desde que lo había visto. Incluso el corazón le había dado un brinco en el pecho al verlo.

―Qué bonito lo tienes todo. ―Estaba de pie, en el salón, con las manos en los bolsillos de sus pantalones, y miraba a su alrededor.

― ¿Realmente te gusta?

―Sí, o no lo habría mencionado.

―Te había tomado más bien por un tipo de muebles de diseño. Al que solo le gustan los muebles cuando son blancos y cuando menos hay de ellos en una habitación.

Lauren sonrió.

―Así es mi casa. Eso no significa que no me guste tu decoración. Al contrario, resulta acogedora, en mi casa parece que uno se hubiera perdido en la exposición de una tienda de muebles. ―Se sentó en el sofá rojo flanqueado también por sillones rojos. Sobre el suelo de madera marrón claro, había una alfombra marrón oscuro. Lauren tenía razón, resultaba acogedor, al menos así lo sentía. Ella también sentía debilidad por los colores, pero Lauren seguramente, ya se había dado cuenta de ello.

― ¿No quieres quitarte la chaqueta? ―preguntó Camila cortésmente, aun sin saber a ciencia cierta por qué estaba allí.

―Sí, por supuesto. ―Se quitó la chaqueta y sacó algo de uno de los bolsillos. Luego se lo tendió a Camila. Una pequeña caja lacada en rojo con un lazo dorado rodeándola.

― ¿Para mí? ¿Un regalo?

―Sí.

―Pero ya me has regalado algo por Navidad.

―Quería darte otra cosa. Algo especial. ―La miró. Había dudas en su mirada, como si no estuviera seguro de que ella fuera a aceptar el regalo.

―Gracias. ―Camila le cogió el paquete. Y la chaqueta. Cuando la hubo colgado, regresó a la sala de estar y se sentó frente a Lauren. Camila eligió el sillón situado al otro lado de la mesa de centro. No quería sentarse junto a Lauren, su cercanía ya era bastante turbadora. Sus manos temblaron un poco al tirar del lazo. Su corazón latía apresurado por la emoción. ¡Lauren estaba allí! Aunque no sabía lo que significaba su presencia, a su mente acudían innumerables pensamientos. Todos ellos demasiado optimistas.

― ¡Qué bonita! ―susurró al ver lo que le había traído. Sacó con precaución la pequeña bola de nieve de la caja. Una cabaña en las montañas, rodeada de un paisaje invernal. De la chimenea de la cabaña de madera ascendía el humo, que parecía engañosamente real. Sacudió la bola. Inmediatamente comenzó a caer nieve.

―Lauren, esto es precioso. ―Ella lo miró y notó como una lágrima se le escapaba de los ojos.

―Pensé que sería un buen recuerdo de los días que pasamos en el chalet. ―Hizo una pausa. Aparentemente, aquella mujer tan segura de sí misma no sabía qué decir― ¿Te gusta?

Tormentas y amor en Navidad - Adaptación CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora