Carmesí.
—¡Mira monstruo de mierda, solo tienes que arrastrar tu maldito trasero al instituto y controlar tus estúpidas acciones! —El progenitor de William estaba furioso por tener que pisar la dirección del instituto una vez más. —¿¡Crees que voy a pagar para que vayas por ahí intentando matar a todo el que se te atraviese!?
—Tú lo haces, entonces ¿por qué te importa tanto?, siempre estás fuera de este infierno llenandote de alcohol y mujeres como el miserable humano que eres, que ni tú mismo puedes soportar.
—Cierra la boca. —Su puño impactó con fuerza en la mandíbula del menor en repetidas ocasiones, provocando que este perdiera el equilibrio y se sujetara de la pared. Podía sentir el sabor metálico en su boca.
—Felicidades padre, te tengo una noticia, somos el mismo asqueroso monstruo sin autocontrol —murmuró.
—¡He dicho que te calles! —Con aún más fuerza le proporcimo un golpe en el abdomen. —Toda mi vida sería perfecta si tu madre te hubiera matado aquella noche, entonces no tendría que soportar tener un monstruo como hijo.
—Ven y matame, tú y ella no son muy diferentes —sonrió dejando resbalar un hilo de sangre por su labio.Aquella noche William pudo apenas cerrar los ojos, pues el dolor le acompañó cada segundo en su vil intento de descansar.
A la mañana siguiente el sol le molestaba más de lo usual. Su ojo izquierdo apenas podía abrirse, pues tenía un horrible moretón, y el dolor abarcaba parte de su torso y mandíbula, donde los hematomas no tardaron en aparecer.
El chico se tomó unos minutos para salir de la cama y comenzar a alistarse para ir al instituto. Esta no era la primera vez y tampoco la última, por lo que no tendría mayor problema en cubrirse más.—No quiero más problemas, monstruo —amenazó Esteban desde el comedor, mientras cogia su taza de café y leía algunos documentos.
William solo le observó por unos segundos, para luego continuar con su camino a la puerta.
El chico no era menos débil que Esteban, pero él podía controlarlo tanto como quisiera.Un monótono día más, como el resto de la semana; personas observándolo con repudio y susurros criticando su apariencia.
—¡Ey! —Aquella voz aguda y llena de asquerosa dulzura se atrevió a interrumpir sus pensamientos. —Hola, William ¿no es así?
La chica permaneció en silencio, esperando una respuesta que nunca llegó.
—Es un día frío —comentó mientras observaba al chico a su lado, pero su vista se detuvo en el poco discreto moretón que invadía el contorno de su ojo. —¿¡Qué fue lo que te sucedió!?
Nuevamente el silencio fue su respuesta más larga.
—Si no quieres hablar de ello lo comprendo —murmuró. —Cuando era pequeña mi padre solía golpearnos, tal vez pueda comprenderte un poco.—No —respondió cortante.
—B-bueno... Oh, mira una flor —Eva se detuvo para recoger una pequeña flor de un arbusto, pero antes de hacerlo recibió un golpe en la mano.
—Estúpida, eso es venenoso —suspiró, dirigiendo su vista a una ventana en el segundo piso desde la cual observaba con tranquilidad un anciano.
—¿Bromeas? —observó la pequeña flor rosa, tras unos segundos buscó con la mirada a William, pero el chico se había adelantado.
La frustración se apoderaba de Eva al no poder comprenderlo y sentir que estaba mil pasos por detrás de él.
—Uno; no hables sobre sus moretones, dos; no creas comprenderlo, tres; no toques las flores rosas —Continuó con su camino, creando una lista mental.Una vez dentro de la jaula podía escucharse los molestos trinidos de las aves, ¿era la apariencia del monstruo? ¿O tal vez el suceso de ayer?, al chico le colmaba la paciencia y solo podía imaginar el sonido de sus cuellos siendo quebrados.
La puerta se abrió, el chirrido del mismo objeto viejo apenas fue notado por algunos cuantos.
—Silencio —ordenó la líder de la parvada durante las próximas dos eternas horas. Los trinos se detuvieron. —Buenos días.
—Buenos días —respondieron las aves más débiles.
La vista de Margaret se detuvo en horrible cuervo al fondo de la clase.
—Señor Rymer —habló, sin embargo, éste no se inmutó —Rymer.
—¿Qué? —murmuró sin observarla.
—Si bien recuerdo, tenemos un reglamento.
—Vaya descubrimiento —observaba con tranquilidad por la ventana.
—Accesorios fuera, conoce las reglas mejor que nadie —suspiró.
Su orden
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Obsessed With Blood
Mystery / ThrillerWilliam debaja una estela de susurros de pánico a su paso allá donde fuese. Aquél chico distante y misterioso no era más que un monstruo a los ojos de todos, y todos sabían que había ciertas reglas que no se podían quebrantar bajo ningún concepto e...