9: El Aviso

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Sam entró junto a la señora Matlin a la habitación 23 de la posada de hierro, donde Namolas se hallaba sentado sobre la cama, ya había recobrado fuerza después de lo que había sucedido la noche anterior, se veía preocupado por pensar en que aquel encapuchado había logrado su cometido de conseguir el pergamino, pero aun había opciones que explorar.

— Hey, amigo, ¿cómo sigues? — preguntó Sam al mismo tiempo que se acercaba y tomaba asiento en la otra cama.

— ¿Cómo llegué aquí?, ¿Que sucedió? — preguntó Namolas de forma asustada.

— Él te ha traído, con un otro señor, venias muy mal herido y decidimos hacer algo, así que hasta ahora ha despertado y al parecer te vez mejor — comentó Matlin.

— Si, después de que estuve allí, la puerta se volvió a abrir, así salí a buscarte en las salas siguientes y encontré la sala de las tumbas, entre y te vi tirado en el suelo y había un gran agujero en el muro.

— ¡Escapó! — Exclamó Namolas. —Él se llevó el pergamino, y a través del muro logró huir.

— ¿Pero por qué huir a así?, si con ese poder lo pudo obtener más fácil ¿no? — dijo Matlin tomando lugar en una silla de hierro.

— Tal vez él no lo hizo — respondió Namolas.

— No logre visualizar nada, solo a ti en la habitación, tirado y con el agujero en el muro — dijo Sam mirando hacia la ventana del fondo de la habitación.

— ¿Pero cómo es que terminé aquí?, tu solo no habrías podido ¿o sí? — preguntó Namolas.

— No, yo al verte te pude llevar hasta la salida, donde empecé a gritar y un hombre de allí cerca me ayudó a traerte. Se llama Naun y fue de gran ayuda para traerte hasta aquí.

Naun era el hijo del gobernador de la región de Onun, un joven de estatura media, de cuerpo fornido, de tez morena y de ojos grises. Algo que al parecer sólo se veía en la región de Onun era la diversidad de personas, ya que los Grey-eyes eran únicamente de la región de Sert, así como en las distintas regiones había razas de humanos, había razas de Bestias, Mutadores, Hadas y Four-Arms o cuatro brazos. Este hombre ayudó a Sam a llegar a la posada, ya que no se le ocurrió otro lugar más que aquel que ya habían visitado.

— Ahora entiendo, muchas gracias por todo, pero no podemos descansar — dijo Namolas levantándose de la cama y cambiándose de ropa.

— Oye, deberías tener respeto ante Matlin— mencionó Sam.

— Descuida, no es para tanto, suelen pasar muchas cosas así en este lugar — contestó Matlin.

— Bien, le agradezco mucho señora — decía Namolas terminando de recoger sus cosas. — Haremos lo posible, tenga fe señora Matlin.

— Solo espero que no haya más problemas en el futuro, les deseo lo mejor de ahora en adelante y por favor hagan lo posible — dijo Matlin con un rostro algo triste y empalmando sus manos.

— Lo vamos a lograr, usted solo esté tranquila, se 1ue vamos a poder descubrir esta situación.

Así Namolas se puso en marcha, con sus cosas preparadas, decidió irse a buscar más pistas sobre aquellos Pergaminos para solucionar sus cuestiones. Al poco rato, se habían puesto en marcha, ambos muchachos tomaron algunas provisiones para poder avanzar, puesto que después de empacar en la posada, se fueron directos a la casa donde vivía Matlin ya que tenía tiempo libre y pudo llevarlos hasta donde vivía.

Su casa, era marcada por un molino de acero que, además de ser el único del lugar, era la habitación de Matlin en el segundo piso. Dentro parecía una casa común, tenía una mesa de hierro junto con sillas, una sala pequeña y acolchada, la cocina era un fogón y una salida al fondo para la letrina, ya en la segunda planta estaba un molinillo con maíz y a un lado de varios costales de semillas estaba una cama y un estante de objetos variados, era la colección de objetos perdidos de la posada donde denotaba diversas cosas de las cuales eran objetos punzocortantes. Allí los chicos se quedaron un rato, hasta medio día pues no querían quedarse otro día más ya que perderían tiempo para llegar al reino de Ocnic y buscar a Dryfo pues anteriormente lo habían mandado a dar aviso ante la reina, y pensaron que algo había salido mal.

Las aventuras de Namolas I: Los Pergaminos LegendariosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora