4: La Pelea

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Finalmente, al cabo de varias horas, despertó, con una vista borrosa que no parecía quitarse y se quedó así. Mientras, los demás lo veían normal, como si hubiese estado mucho tiempo allí, pero nadie se preguntaba que había visto.


Él solo se sentó en la cama, y se quedó un rato estático, junto a los demás, el aun veía borroso, como si hubiera perdido la visión.

— Hey, ¿cómo te sientes? — dijo la hechicera Astrid al ver que despertaba.

— ¿Qué es lo que sucedió? — dijo Namolas tocando su cabeza y con su visión aún borrosa — ¿cuánto tiempo dormí?

— Llevas aquí bastante — dijo Sam tocando su hombro — ya hasta es de noche.

— Si, caíste dormido totalmente — dijo Dianet con los brazos cruzados — bueno, vengan a comer, Astrid quiere conocerlos mejor.

— Gracias, yo tengo mucha hambre — dijo Sam saboreado su comida en su pensamiento — vamos Namolas, levántate y comamos.

— Claro, solo que, primero prefiero ir al baño — dijo Namolas intentando levantarse.

Todos se fueron de aquella sala invertida, y regresaron a la sala principal junto a la chimenea, en una mesa de madera y sillas de piedra, parecía conocido el estilo, como la casa del hongo. La anciana y su aprendiz habían cocinado un estofado de ardilla salvaje, que eran roedores de unos treinta centímetros de largo y muy gordos. Cazarlos era una gran hazaña, pues tenían una velocidad y solo atrapar uno dejaba rasguños en todo el cuerpo, y en ocasiones, estos animales podían matar a su cazador, y de este mismo se alimentaba. Aun así, su carne era jugosa, muy buena en caldos y cocidas.

Namolas y Sam se acomodaron en sus sillas y movieron la mesa un poco, Astrid llevaba los platos y unos vasos de madera, mientras que Dianet se dispuso a servir. Ya una vez sentados y comiendo, hablaron un poco de ellos, sobre el pequeño viaje que tenían y lo Inesperado que era regresar a Ortauc después de ir a otra región que no tenían que ir.

— Oiga, señora Astrid — dijo Namolas en la conversación — ¿usted conoció a mi padre?

—Sí, hace unos ayeres que lo pude conocer, él era un hombre muy valiente, se enfrentaba a todo los males, lucho junto a mí, cuando ocurrió la rebelión de Vier, en ese entonces era muy joven, pero pudo mantener el orden en aquel pueblo y por ello subió de rango muy rápido, hasta convertirse en lo que es.

—Era... — dijo Namolas con un tono triste — murió hace un par de días, el me pidió que la buscará, para que usted me guiará... Él quiere que recuerde su memoria.

— ¿Cómo murió tu padre? — preguntó Astrid mirándolo muy seria - quiero saber que sucedió.

— Él murió en una cama — contó Namolas — después de una excursión aquí a Fire, una flecha negra lo atravesó.

— Ahhh, por eso había mucha gente la última vez que fui al pueblo —mencionó Dianet

—Una flecha negra entonces... — dijo Astrid pensando y suspirando — la oscuridad se levantó de nuevo.

— ¿La oscuridad? — preguntó Sam.

— Creo que no saben sobre la historia — dijo Astrid mientras se acomodaba en su asiento —... Hace diez mil años, en el año 9,606 AP (Antes del Progreso) ocurrió una de las grandes guerras, cuando la luz surgía en busca de restablecer el orden, una lucha donde muchas razas murieron, la guerra de los diez mil años, que al parecer ha surgido desde hace millones más atrás, y todo por una razón, la búsqueda del poder.

Las aventuras de Namolas I: Los Pergaminos LegendariosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora