1: El Despertar

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Que sucedía, un momento de tensión se presentaba, era más que un simple grito de ayuda, era una alerta para el joven caballero de los guerreros fríos, uno de los más chicos.

Se acercaba a él, muy veloz, uno de los amigos de Namolas, un guerrero de la división tercera, la división más baja de los guerreros fríos, el "valiente" Samaneo, quien de cariño le dicen Sam, éste era un chico no muy alto, de complexión estándar, para su legión, que, además de ser parte de los guerreros, es un gran amigo de Namolas, y cuya inteligencia no era mucha comparada con la de él.
Y ahí iba, subiendo el monte en el que se encontraba Namolas:

- ¡Namolas!, vamos, tienes que levantarte - le dijo Sam
Este se acercó tanto a Namolas, quien de un momento a otro abrió los ojos y respondió a su llamado.

- ¿Qué sucede?, ¿por qué tanto alboroto? me has venido a molestar y sabes que este es mi lugar de reflexión y entrenamiento.

- Pero si ya el despertar te vino y si, lo sé muy bien - contestó Sam - vine lo más rápido que pude, necesito que regreses a tu casa, ¡grande es el problema, se expande y es inevitable!

- ¡Hey!, calma, solo dime que es lo que sucede, no te alteres de esa forma - dijo Namolas

- ¿Y cómo no alterarse?, es una situación de muerte y no podemos estar de... - Menciona Sam muy asustado

- ¡Ya dime que pasa! 

- Es tu padre Namolas, ha sido atacado, cuando regresó de la excursión del norte de Soremun, el volvió con menos de la mitad de hombres, no pudimos saber nada, pero por eso él quiere el que estés allí, él quiere decirte algo que se ha negado a decir a nosotros.

- Entonces... Vamos, no hay tiempo, ¡corre! - Namolas se decidió a ir.
El camino parecía despejado, no había rastro de ningún maleficio, pero no estaban seguros, fueron lo más rápido posible, corrieron los dos kilómetros de distancia entre la población de Yon a la población de Rouf, lugar base, donde viven los guerreros fríos.
Por el camino, la gente decía rumores, rumores que estaban poco relacionados con lo sucedido en Rouf, muchos de ellos, hablaban de un tal maleficio que se desataría.

- ¡Implorad! - decía un pregonero
- ¡Imploren por sus vidas, la gran tormenta está cerca, el delirio del pueblo es más grande que antes, no habrá compasión para los de corazón blando, aquel que resurge, aquel que traiciona, matara a todos los habitantes de estas tierras, él se hará con los poderes de todo Soremun, pero tengan fe, confiad que llegará quien nos salve!

Ese era uno de los más revoltosos de la ciudad, en el camino a Rouf, seguían sin parar.

- ¿Está bien mi padre? - dijo Namolas.

-Quizás, no estoy seguro de lo que pasó, yo solo te traigo de vuelta. -Respondió Sam - ahora solo sigue, llegaremos pronto.

-Muy bien, ¡vamos!

Tras media hora de camino, pasando por grandes campos y veredas, al fin llegaban a la entrada de Rouf, un lugar muy humilde, pero aún se corrían los gritos y llantos de la gente, el padre, era ni más ni menos uno de los mejores guerreros de los Fríos, era un poderoso hombre bendecido por el llamado "control de los mares", un poder utilizado tanto en batalla, como el la satisfacción del pueblo, era alabado por traer fortaleza y sustento a la región entera, uno de los mejores luchadores y líder de ni más ni menos que de toda la 1ra división de los Fríos, el general Nameir Herran, también precedido por la familia Herran, el padre del chico, quien a sus 56 años se hallaba moribundo en una cama, esperando la llegada de su hijo Namolas.

Ya se hacía tarde, los chicos iban apresurados, llegando al fin al pueblo de Rouf, se encontraron con lamentos y gritos de las personas del pueblo:

- ¿Dónde es que estaban? - Mencionó uno de los subordinados del pueblo, el comandante de la 2da división de los Fríos, Marlun - Creía que ya habían llegado, pero veo que apenas pueden con sus almas... no ves lo que ocurre, ¿acaso no te das cuenta de lo que sucede?, ¡vete rápido! tu padre te necesita.

Las aventuras de Namolas I: Los Pergaminos LegendariosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora