PROLOGO: El Inicio De Todo

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Soremun, un lugar lleno de Crueldad y mal gobierno, es una cátedra de la muerte... Al menos en las regiones más peligrosas.

Transcurre el año 394PI (Progresó Intensivo, en otras palabras, la adaptación de tecnologías), en estos tiempos hay prosperidad en algunas de las pocas regiones de Soremun, un continente existente desde hace más de un millón de años, y que tiene distintas regiones, cinco para ser exactos, donde se procesa una cultura diferente y la vida cotidiana es distinta.

En una región en especial, en un lugar particular vive un joven, quien aspira a ser un guerrero, fuerte y más que nada hábil, como su padre lo ha sido. El chico, descendientes de los espadachines más habilidosos del continente, los llamados "Guerreros Fríos", también descendiente de la casa de Herran, el joven Namolas Herran. Era un joven de diecisiete años de edad, un poco alto, de cabello largo de frente y corto detrás, de un color amarillo oscuro, de complexión muscular muy grande y además llevaba su ropa para descanso, de color blanco y sandalias.
Namolas era un chico listo, respetuoso y muy valiente, pero siempre solía ser muy sarcástico y desesperando.
Este vive en la región de Ortauc, la región más pacífica y a su vez, la menos avanzada.

Allí estaba él, el joven descansaba, en un monte cerca de su pueblo, el monte Yon, uno de los más altos del pueblo de Yon, allí estaba Namolas, despreocupado de todo lo que podría pasar:


-Me pregunto cuándo, ¿cuándo será el día que me vuelva un gran caballero? - dijo -algún día será que yo me vuelva más fuerte. ¿Algún día será que me convierta como mi padre?, sé que pronto podré ser parte de la gran contienda de nuestra región, evitando los postores y aguerridos que matan a la gente inocente... Yo seré parte de la fortaleza de mi sagrado pueblo, yo seré el protector de esta tierra... Pero por ahora solo queda esforzarme... Zzzzzz. - cerraba los ojos mientras miraba al cielo, y poco a poco los cerraba más.

Seguía pasando el tiempo, hasta quedarse dormido, pero, su descanso se vio interrumpido al final, más por un grito de ayuda. A lo lejos un palpitante grito se escuchó.

-¡NAMOLAS!, AYUDA, TE NECESITO YA, ¡RAPIDO!

¿Quién sería aquel que grita? no reconoció el grito el pobre joven, pero por suerte aquel que pedía socorro acudió al monte rápidamente, a dar la noticia inesperada que aquel joven no esperaba.

Las aventuras de Namolas I: Los Pergaminos LegendariosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora