Blue Cadillac \Fanfiction Mark Mckenna

Yo me encargo de todo

-¿Como sabias a donde iba?-interrogué despúes a Ben.

-Papá me dijo que irías a visitar a la abuela enferma de tu amiga, pero yo sabia que solo le estabas tomando el pelo.-expresó con desinterés.

-¿Que?

Ben se encogió de hombros-¿sabes? quizá puedas engañar a nuestro padre y a la mitad del mundo,pero,yo no soy tan tonto como para caer en tus estupidéces.

-¡hey!-lo reprendí-¿desde cuando dices tantas palabrotas?

-¿desde cuando eres tan irresponsable? ¿¡Eh?!-contraatacó. Jamás cerrába la boca. Jamás se dejába intimidar por nadie. Si hubiera sabído que Del estaría allí habría usado a Ben para que se deshiciera de ella.

-ya entendí.

El chico suspiró.

-Papá es bastante ingenuo-dijo pasándose la lengua al rededor de los labios- y el confía en ti. Después de todo, tu llegaste primero, Gipsy.

Gipsy era otro mote impuesto por él.

Significa gitano en inglés y Ben lo decía de cariño,pues no había mucha gente morena en Irlanda,por el contario,Ben, era el estereotipo mas común de aquel lugar.

-si fuera tú,me daría prisa por lavar ese auto. Mañana el olor será peor porque está encerrado.

-lo sé.

Antes de meterse en su habitación se dió media vuelta y por encima del hombro me dió las buenas noches.

-Que descanses,boba.

-también te amo Ben.-musité sarcásticamente,pero al menos me sentía felíz de quitarme una preocupación de encima.

Ya lo arreglaría mañana.

(...)

Eran cerca de las 8:50 de la mañana.

Una fría mañana en Dublín,en una calle común. Una Dean ojerosa y desaliñada conducía el cadillac azul de su padre,con las ventanas arriba. Se estába congelando con el gélido viento de la época,odiando la humedad a su alrededor. Pero ¿que era lo que quería considerando que vivía en una isla?

Tiritaba de frío hasta que,por suerte,alló un auto-lavado abierto.
Ya había quitado una parte de la mancha en el tapete con un limpiador que había encontrado en lo más recóndito del garage,pero,quería asegurarse de que no quedara rastro alguno de la existencia de Del en el auto de su padre.

-buen día-saludó con la cabeza al encargado del local y estacionó el auto en uno de los compartimentos.

-¿que tiene de bueno?-contestó el encargado de forma hostíl mientras tomába varios productos con los que limpiaría el auto,luego sonrió-¡Es broma niñita!- Parecía ser de esa clase de tipos que les gusta hacer chistes malos y que piensa que eso es gracioso para los demás. Tenía un espacio entre los dientes y una amalgama plateada.

Dean intentó esbozar una sonrisa.

Luego,se sentó en la acera a esperar que el auto estuviera listo.

No tenía nada de que preocuparse ahora, ya que Ben estába cubriendo su trasero.

Bufó aburrida y prendió su celular, ¿que estaría haciendo Mark en esos momentos?. Más tarde, recordó que no había hablado con Sibéal después del concierto, así que le mandó un mensaje y adjuntó también la foto que le había tomado con Jon.

Cuando el hombre del lavado terminó, ella le tendió un par de billetes y este le dedicó una vez más su peculiar sonrisa.

-¡ah! Por cierto-dijo- creo que tiraste tu billetera. Estaba abajo del asiento del copiloto.

¿Billetera?

De inmediato pensó en Mark.

-ten.

-hmm...gracias.

Subió al auto y aceleró. Cuando le tocó un semáforo sacó el pequeño cuadro de piel del bolsillo de su pantalón.
No era la billetera de Mark. Sino la de Del.

Sabía que aquél pequeño rectangulo,contenía información importante de la chica,que podía manipular a su gusto.

Ahora podía usarla en su contra.una sonrisa maliciosa,surcó sus labios.

Luego,la abrió.

"Delia Petersen" podía leerse en su permiso de conducír,con una foto de la rubia sonriendo ampliamente,tanto que los hoyuelos se le marcában bajo sus mejillas maquilladas.

-Delia...-murmuró para si.-¡Del!
Tenía un nombre bastante anticuado que le recordó a una escritora famosa de la cúal alguna vez había escuchado hablar.

Había alli dentro algunos billetes,pero el dinero era lo de menos. Lo importante era que ahora tenía datos relevantes de ella.

Era dos años mayor que Dean y según la  licencia,vivía en Limerick.

Los claxons de los enfurecidos conductores tras su auto, le recordáron que el semáforo estába en verde y que debía avanzar. Volvió a meter la cartera a su bolsillo y pisó el acelerador.

Iria al hotel Conrad para devolvérsela.