Ana LuzMis uñas golpeaban contra la barra, mientras que amacaba mis piernas.
Observé a los últimos clientes posados en sus respectivas mesas. Bajé de la silla y caminé hacía la cocina, un ruido de vidrio rompiéndose retumbó sobre mi costado.
Mi compañero, Facundo, sostenía su celular en una de sus manos intentando limpiar el material roto en el piso.
— Si usas el celular no vas a poder lograr juntar y eso — aclaré seria — Y por ende vas a seguir rompiendo cosas.
Me acerqué a él y arrebate el celular, se puso de pie al instante que lo hice y me empujó contra la puerta y está vez fue él quien arrebató el celular de mis manos.
— ¿Por qué no te vas a limpiar el baño y me dejas tranquilo?
— ¿Qué te pasa?
— Luz, no te metas en mis cosas — guardó el celular en el bolsillo del delantal y buscó una escoba.
Comenzó a barrer con apuro.
— Que no me meta en tus cosas, uhja, total si nos prendés fuegos no pasa nada.
Facundo me miró sin ganas y blanqueó los ojos.
— Rompes vasos, platos — comencé a enumerar con mis dedos — Olvidas lo que te piden los clientes en la barra, estás agresivo y ¿te tengo que aguantar así?
— Sabés dónde queda la puerta o ¿te tengo que indicar? — concluyó con ironía — Porque te recuerdo que acá mando yo.
Sí. El bar donde estoy ahora mismo parada y trabajo es de Facundo, bueno no exactamente de él sino de su papá.
Rode los ojos y salí de ahí.
Podía irse bien a la m...
ΠΠΠ
Despedí al señor Gonzáles con un movimento de manos mientras acomodaba sillas.
Las últimas personas que quedaban en el bar ya habían salido de este y dirigido a sus casa, ya que se había hecho tarde y estaba algo fresco afuera.
No había vuelto a hablar con Facundo, después de la casi "pelea" con el hijo de mi jefe.
— ¡Facundo! — grité — ¿Cerras vos o yo?
Miré hacía la cocina esperando que viniese, sacó medio cuerpo desde la puerta y señaló algo.
— Anda yendo — indicó indiferente.
Estaba raro, más que raro. Lo notaba al hablar, al mirar a cada persona que ingresaba al sitio cómo si estuviese metido en algún lío o esperase a alguien.
Pasé la rejilla mojada sobre la última mesa y acomodé las silla de está. Por arriba de mis respiraciones se oyó el sonido de la puerta que indicaba que alguien llegaba. Giré.
— Disculpe señor, ¿no vió que esta cerr-
Expulse un grito de terror cuándo ví al chico apuntándome con una pistola.
— ¡Callate la boca, putita!
Mis piernas se aflojaron haciendo que caiga de rodillas y cubriera mi cuerpo con mis brazos.
— ¡Luz!
Los pasos de alguien se sintieron cerca.
Sentí mi cuero cabelludo arder en el momento que me podía de pie a las fuerzas. El metal frío se apoyó en mi cien y solloce en seco.
— P-Por... fa...vor
— No hables caramelito — un aire caliente se depósito en mi cuello.
— ¡Déjala, ella no tiene nada que ver!
— ¡Te lo advertimos! —el grito se escucho detonante — Ahora esta preciosura va a pagar las consecuencias.
— ¡NO...! — grité desesperada y horrorizada.
— Ecko...
— Usted — quitó el arma de mi cabeza y apuntó a mi compañero en frente — Se calla pero bien calladito. Ahora, nosotros...
Una de las manos que estaba apretada contra mi cuello, bajo a mi panza envolviendola y acercándola a su cuerpo.
— Nos vamos a ir — dijo por última vez.
Y entonces una puntada en mi cabeza hizo que mi vista se nublara y cerrara mis ojos.
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CRIMINAL → Ecko
Fiksi PenggemarTodos cometemos errores. Ecko sólo hacía lo que debía aunque personas saldrían perjudicadas.