Prólogo

95 13 2
                                    

Desde muy pequeña mi gran pasión siempre ha sido el maquillaje y la moda. Nunca he podido salir de casa sin un buen modelito puesto, o maquillaje que me haga la cara un tanto más vistosa. Siempre soñé con maquillar y vestir a grandes famosos del mundillo de la música, modelaje o actuación, pero no. Ese sueño se fue al garete a causa del trabajo de mi padre.

- Cariño, ¿podrías repetirme de nuevo el nombre del muerto?

- Se llamaba Martha West de la Vega. - repito con hastío.

Sí... mi padre era el dueño de una gran empresa de lápidas, y a causa de ello fuí "obligada" a entrar a un cursillo de tanatoestética, para peinar, maquillar y vestir a los muertos. A ver, ¿quién no daría su vida por este trabajo? Ja ja ja ja...

Ay.

Esta misma tarde debía ir hacia el tanatorio, donde la muerta me esperaba para ser arreglada y estar bella por última vez. Pero hubo un cambio de planes y ahora debo ir hacia una mansión que está en la mierda. Y, para rematar, debo hacer todo delante de su madre ya que supuestamente quiere que lo haga en su presencia. Manda cojones.

- Vaya, esta chica no era nada fea... - tomo entre mis manos varias fotos del rostro inerte de Martha, la cual su belleza era bastante cautivadora - Creo que pasaré un buen rato con ella.

Un leve suspiro sale de la boca de mi padre, el cual me mira de reojo con una leve mueca en los labios por lo que acabo de decir.

- Penny, eso es enfermizo

- ¡Que no me llames Penny! - de un manotazo dejo las fotos sobre la mesa de madera que tengo en frente mío y dejo caer mi trasero sobre la silla de ruedas que tenía a un lado - Ese diminutivo es horrible...

- Está bieeen, Penélope.

Ahí te veo.

- No le veo la dificultad en llamarme Penélope, si tu mismo me pusiste ese nombre.

- Es que... Penny suena muy adorable.

Arqueo una ceja algo incrédula mientras me cruzo de brazos. El barbudo de mi padre comienza a reír mientras escribe algo en una hoja azul que hay en su escritorio.

No puedo evitar sonreír y giro mi rostro hacia un lado para que no vea la sonrisa tonta que se formaba en mis labios. Siempre los ratos como estos son agradecidos, pues con mi padre nunca he podido aburrirme. Cada día pasa horas y horas en su pequeño despacho, en el cual estamos ahora mismo, y siempre de alguna forma u otra consiga sacarme una sonrisa de la cara.

No sé, será un "Súper papi'.

- ¡Oh, mierda! - abro mis ojos de par en par al mirar la hora - Debo ir cagando leches a la mansión West. ¡Nos vemos papá!

Levanto mi cuerpo con pesadez de la silla y me acerco a mi padre para darle un leve beso en la cabeza. Este me sonríe y se despide con la mano para luego seguir con su papeleo. Salgo a toda pastilla del pequeño recinto en donde me encontraba y voy directa a una parada de autobús.

- Vale, debo coger la número 65, que en teoría me dejará justo al lado... - achico mis ojos para poder observar más bien desde lejos los números de los autobuses que puediese escoger para llegar a mi destino.

En cuanto llego a la parada me siento en los pequeños bancos de metal que hay a un costado, y espero con paciencia a que llegue mi vehículo. De reojo, noto en la farola de la calle un aviso para "los ciudadanos de Austin". Me levanto de inmediato y fijo mi mirada en aquel papel tan curioso.

" Aviso importante: Se ha detectado una red de asesinatos en las últimas semanas del mes. Se advierte a los ciudadanos de Austin y los alrededores que tengan cuidado debido a estos extraños sucesos, y que estén atentos lo máximo posible. Gracias por su atención.

Partners in crimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora