AMOR ENCUBIERTO. (Logan Henderson)

Capítulo dos.

- ¡James! – Grité asustada, él se sobresaltó. – ¿Qué es lo que ocurre?
- Est… Est… Este – Tartamudeó - Es el hombre que asesinó a nuestros padres… - Dijo con los ojos llenos de lágrimas.

Arrebaté la foto que tenía en sus manos y la examiné, poco a poco los recuerdos comenzaron a llegar a mi mente.

Recuerdos que me había obligado a reprimir durante años.

***

Estaba en mi habitación llorando, con tan sólo 12 años tenía que aguantar las discusiones de mis padres cada noche. Mi padre  volvía tarde a la noche y siempre con un olor extraño que precisamente no era alcohol. Mamá no quería saber nada de él, hasta trató de echarlo pero no lo consiguió.
Minutos después que la pelea terminase, mamá subió, fue hasta mi habitación y entró. Me arropó y dejo un dulce beso en mi frente. Luego fue hasta la habitación de James.

La situación era tensa entre ellos, aun así nos brindaban amor. Y aunque me dolía escucharlos pelear y gritar, sabía que ninguno de los dos podrían abandonarnos.

Un ruido muy fuerte se escuchó en la puerta principal, Mamá volvió corriendo y le dijo a James que nos escondiera. James me tomó rápidamente del brazo y me llevó hasta su habitación y nos escondimos en su armario. Dos ruidos muy fuertes se escucharon y el desgarrador  grito de mi madre resonaba en mis oídos. Un par de lagrimas cayeron por mis mejillas.

Luego se escucharon otra vez y un silencio espeluznante apareció.

Yo no quería pensar en lo que podría estar sucediendo en ese momento.

- ¿James, qué sucede? – Dije sollozando. Hice la pregunta esperando que James dijera que nada, que todo estaba bien, pero…
- ______, pase lo que pase siempre te voy a cuidar… - Dijo tomando mi cara entre su manos.

Pero James sabía que es lo que estaba sucediendo. Y con sus palabras me lo dijo. Y no me quedó otra que aferrarme a él y llorar en silencio.

Las cosas estaban mal. Muy mal.

Unas pisadas se escucharon por las escaleras. James me hizo señas de que guardara silencio. La puerta de su habitación se abrió… James me abrazó fuertemente. Pero desgraciadamente mi pelo, al rozar su nariz, hizo que no se pudiera contener un estornudo y fue cuando se abrió la puerta del armario.

Pudimos ver un rostro de un señor no tan grande. Su expresión era seria. En un movimiento rápido me tomó del brazo fuertemente sacándome del armario.

- ¡Suéltame, suéltame! – Gritaba desconsoladamente mientras las lágrimas recorrían mis mejillas.
- Tú te vienes conmigo. – Me dijo.
- ¡¡Déjala!! – Gritó James saliendo del armario y tomando una lámpara.

La cosa sucedió más rápido de lo que pensé: James tomó con fuerza la lámpara y se la estrelló contra la cabeza.

El hombre calló al piso y luego en un movimiento veloz James me alzó rápidamente y bajó a toda velocidad por las escaleras. Cuando llegamos a la sala, pudimos ver la escena más traumante de nuestras vidas… Papá estaba tumbado boca abajo en un charco de sangre y mamá estaba tirada al lado del sillón toda manchada de sangre. Sus ojos sin vida y en el medio de su frente un hueco, que despedía sangre.

- ¡¡¡¡¡Mamá!!!!! – Grité desesperadamente.

James me alzó en sus hombros y salimos de la casa. Nos escondimos en la vecina del frente. James le contó todo y  llamaron a la policía. Cuando la policía llegó, el asesino de nuestros padres ya no estaba.

Desde ese día James con 16 años comenzó a trabajar para poder darme de comer. Luego entró en el FBI como un simple chico de mandados, pero poco a poco comenzó a demostrar que podía ser uno de ellos.  Pudo ganar un poco más y compró un apartamento a los 18 años. ¿Y yo?  Yo nunca más volví a sonreír, para mí todos los días fueron grises y oscuros. James insistía en que vaya a la escuela, pero yo no quería. No tenía el valor de salir a la calle. Pase 2 largos años de mi vida encerrada en el apartamento, hasta que decidí dejar los recuerdos del pasado en el pasado y salir de esas cuatro paredes. Le pedí a James que me ayudara a entrar en el FBI para evitar que otro hombre como el que había matado a mis padres, dejara infelices a pobres inocentes.

Al pasar los años, me dí cuenta que ese olor extraño que tenía papá era porque fumaba yerba y se drogaba con cocaína. Todas las peleas, y los gritos de noche, era por culpa de eso. Y un día quiso pasarse de listo y quedó debiendo varios armados de Marihuana y un paquete de Cocaína. Por supuesto que pasaron a cobrarle a casa.

***

Mis ojos estaban inundados por lágrimas de dolor, por los recuerdos del pasado. Decidí doblar la foto y ponerla en el sobre.
Miré a James quien miraba por las ventanas ocultando sus lágrimas.

- James… - Susurré, él se volteó a mirarme. – Te quiero. – Le sonreí debilmente.
- Yo también ______. – Dijo abrazándome. – Tú siempre serás mi hermanita menor. – Me besó la frente.

En ese momento juré que mataría a ese hombre y a su hijo.

James arrancó el auto y fuimos a la dirección que el Jefe nos había dado.

Cuando llegamos eran como las 9:00 de la mañana. Esa supuesta agente vivía lejos de la cuidad, era como un barrio privado con muchas casa lujosas, más de dos autos en los garajes, piscinas en los jardines, etc.

Su casa era bastante enorme. Es decir, ni en las películas había visto algo así, pero debe ser muy buena en su trabajo cómo para tener una casa como esa.

Me bajé del auto y toqué el portero eléctrico.

- ¿Quién? – Me contestó una voz femenina del otro lado.
- _____ Maslow. –  La puerta se abrió.

James y yo entramos con el auto hacía su casa dejamos el auto detrás del suyo.

Me sentía un poco muy fuera de lugar ya que el lugar era tan lujoso, y nosotros caíamos con ropa de tercera mano y un auto de los años noventa un poco maltratado para no levantar sospechas.

Para cuando comenzamos a caminar hacía la puerta, ella ya estaba ahí esperándonos.

- Hola. – Dijo sonriente. – Pasen, los estaba esperando…