Ataque

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Ataque

Siguiendo las indicaciones del mapa dar con el seguidor demoniaco fue relativamente sencillo, se encontraba a las afueras de Coast City en un viejo edificio abandonado muy cerca de un muelle igual de viejo que parecía a punto de derrumbarse.

El verdadero problema era como detenerlo pues ya tenía entre sus garras una nueva víctima, esta vez una niña que no aparentaba tener más de ocho años.

Por lo que habían visto hasta el momento no se trataba de un humano cualquiera, era un hechicero en toda regla lo cual complicaba la misión pues dejaba a Raven como el combatiente principal y a Robín como una mera distracción.

Cuando estaban a punto de entrar y cumplir con sus respectivos papeles Robín detuvo a Raven colocando una mano sobre su hombro, y antes de que esta pudiera preguntar que sucedía le beso sorprendiéndola lo suficiente para que un contenedor de basura cercano comenzara a temblar.

El toque era suave y cuidadoso, pero decidido, como si no quisiera hacerle daño pero aun así tampoco tuviese la menor duda sobre sus acciones.

- Ten cuidado. - fue lo único que dijo el muchacho al separarse de ella y antes de desaparecer en las sombras igual que su padre solía hacer.

Sin importar lo inoportuno de la acción de su "amigo" no pudo evitar que una sonrisa se le escapara de los labios cual adolescente enamorada. En cuanto logro controlar su acelerado corazón se encamino hasta el objetivo con la esperanza floreciendo en el pecho...quizás sus sentimientos fueran correspondidos.

Sin embargo la hechicera no se permitió pensar demasiado en lo que acababa de ocurrir pese a lo confundida que se encontraba; sabía que ella y Damián tenían mucho de qué hablar pero ese no era el momento ni el lugar adecuado.

Atrapar al brujo antes de que le clavara la afilada hoja del cuchillo a la niña no fue complicado, Robín hizo bien su papel de distracción captando la atención del hombre lo suficiente para que Raven lo apresara con su magia y le dejara aparentemente indefenso. Por desgracia cuando estaban asegurándose de que la niña siguiese sana y salva, se dieron cuenta de su terrible error.

El hombre se había liberado mientras ellos estaban distraídos, y con ayuda de la magia negra que parecía dominar a la perfección se lanzó con una fuerza y velocidad dignas de Superman sobre Raven que ya había puesto sus manos sobre el libro de encantamientos.

Por suerte para ella Robín también era veloz y había logrado frenar a tiempo el ataque, su espada que gracias a la magia de su madre, era inmune a hechizos hizo su trabajo perfectamente deteniendo al hombre y fundiéndose en una encarnizada batalla que le dio a Raven el tiempo suficiente para poner a la niña y el libro a salvo.

Una vez fuera del edificio la muchacha no dudo ni un minuto y con un latigazo psíquico llamo a John Constantine para que se hiciera cargo de la situación mientras con horror observaba como Robín salía volando por una ventana directo al puerto donde se hundió en la negrura del mar.

Sabía que su compañero era fuerte, estaba segura que había superado pruebas más difíciles que las aguas heladas, él mismo se lo había contado alguna vez, pero eso no disminuía el sentimiento de angustia en su estómago, especialmente al ver como aquel brujo salía del edificio con claras intenciones de seguir peleando.

Notando la presencia cada vez más cercana de los otros magos se lanzó contra el hombre continuando la pelea que Robín, quien aún no salía del agua, había comenzado.

Estaba haciendo uso de todas sus habilidades bloqueando los ataques de magia concentrada que le lanzaba el enemigo, además de tener que esquivar también el cuchillo con el que antes tratara de sacrificar a la niña.

Estaba perdiendo y lo sabía, aquel brujo sabía pelear tanto física como mágicamente, agotándola de a poco, siempre manteniéndola a su alcance e impidiendo que usara su magia para desarmarle...si seguían así moriría antes de que Constantine llegara hasta ellos.

Aun podía sentir a Damián mediante su conexión, estaba vivo pero inconsciente, se ahogaría pronto y no podía auxiliarlo mientras no se deshiciera del enemigo.

La desesperación comenzaba a hacer mella en ella y sus poderes demoniacos se desataron en consecuencia, pronto dos pares de ojos rojos como el infierno se hicieron presentes junto a una onda de energía mágica que arrojo al brujo contra la pared del edificio con suficiente fuerza para destruirla.

En ese preciso momento unas cadenas mágicas rodearon al hechicero aprisionándolo al tiempo que un resplandor dorado revelaba la presencia de John Constantine y Zatanna Zatara tras suyo. El nigromante ya tenía en sus manos el libro y la maga se aseguraba que sus cadenas mantuvieran bien atado al adorador de Samael.

Sin pensarlo un segundo Raven salió corriendo de allí y se lanzó al mar apenas con tiempo suficiente para quitarse la capa que le sería un estorbo.

Tenía que rescatar a Damián.


MisiónWhere stories live. Discover now