Siempre

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Siempre

Raven despertó al día siguiente pasado el mediodía, con la sorpresa de que su ropa había sido puesta a lavar y una nota de Alfred pidiéndole que se pusiera de forma temporal una prendas que obviamente eran de hombre pero que olían a limpias y estaban en perfectas condiciones.

No le sorprendió que la ropa le quedara un poco grande, después de todo en una casa habitada únicamente por muchachos altamente entrenados no se podía esperar algo diferente, sabía que había miembros femeninos en el equipo pero al parecer ninguna de ellas vivía en la mansión. Sin embargo cuando la joven entro a la cocina y el dueño de la mansión casi se atraganta con su café sí que pensó que había algo malo con la ropa. A la derecha del mayor se encontraba Damián que la observaba con ojos abiertos y su lado Dick parecía luchar por no descojonarse de la risa.

- Sí que la hiciste bien Alfie. Eres demasiado genial para esta casa. - comento divertido Richard una vez que ambos Wayne recuperaran la compostura.

- No sé de qué habla amo Richard. - contesto el inglés sin inmutarse.

- ¿Sucede algo malo? - pregunto Rachel cohibida.

- En lo absoluto jovencita. - contesto el anciano instándola a sentarse justo a la izquierda del patriarca. - El amo Richard suele ser así todo el tiempo. Parece encontrar sumamente gracioso que ahora este vistiendo prendas del amo Damián.

La chica se sonrojo ante esta aclaración, no era del todo ilógico, después de todo era invitada de Damián y sería extraño que le prestaran la ropa de alguno de sus hermanos, sin embargo la idea de estar vistiendo algo que en algún momento uso su amigo la ponía nerviosa.

- Solo está siendo un idiota no le hagas caso. - continuo Damián devolviendo la vista al periódico que se encontraba leyendo en ese momento y llevándose la taza de café a sus labios.

Rachel no pudo evitar sonreír ante la curiosa imagen que ambos Wayne daban, pues tanto sus costumbres como ademanes eran idénticos. Richard solo rio ante la actitud de su "hermanito" y sin más el desayuno continuo de manera tranquila.

Cuando los mayores se retiraron Damián le insto a acompañarle a la biblioteca de la mansión en un intento porque la conversación que inevitablemente tendrían se llevara a cabo en un ambiente lo más tranquilo posible.

Una vez allí ambos se sentaron frente a un gran ventanal que iluminaba de forma natural la habitación entera.

Pasaron algunos minutos en un cómodo silencio observando el enorme jardín y la aparente calma que reinaba en esa solitaria mansión, Raven se preguntó cómo se sentiría crecer en un lugar así justo antes de recordarse que en realidad Damián había crecido en un sitio completamente distinto.

- ¿Por qué me besaste? - pregunto finalmente ella, directa y sin dudar, estaba nerviosa sí, pero no tenía caso darle más vueltas al asunto, y tanto ella como Damián odiaban irse por las ramas en una conversación.

- Porque deseaba hacerlo. - fue la escueta contestación de su compañero. - Desde hace mucho. - Añadió esté para su sorpresa.

Por supuesto esas palabras no aclararon del todo sus dudas, pero sí hicieron que su estómago diera un vuelco agradable y cálido.

- ¿Eso que significa exactamente? - insistió ella queriendo escucharlo de su boca, podía sentir exactamente lo que su amigo trataba de expresar, pero necesitaba que él se lo dijera con sus propias palabras, pues así en el futuro cuando los problemas se presentara, porque seguro se presentarían, tendría esas palabras como prueba e incentivo para luchar.

- Que siento algo por ti. - Contesto Damián sin el menor temblor en su voz y con la seguridad ardiendo en sus ojos como una hoguera. - No puedo decir que es amor, pues nunca lo he sentido con anterioridad, pero puedo asegurarte que es más fuerte que cualquier otra emoción que alguna vez haya experimentado.

- Damián...- intento decir la muchacha más el nudo en su garganta le impidió continuar.

- Te quiero a mi lado. Y eso es más de lo que puedo decir de cualquier otra persona en mi vida. - La mirada inflexible del muchacho solo reforzaba la falta de duda en su voz. - Sin embargo no estoy esperando que tú desees lo mismo, simplemente hice lo que hice porque con esta clase de vida en cualquier minuto podría morir de nuevo y no deseaba que eso sucediera sin besarte al menos una vez.

La hechicera estaba sin palabras, quería reír y llorar al mismo tiempo casi tanto como quería calmar el latir descontrolado de su corazón, más por el bien de ambos debía tranquilizarse, lo que menos necesitaban era que sus poderes se salieran de control y arruinaran el momento.

Pero es que jamás ni en sus más locas fantasías soñó con Damián diciéndole aquellas palabras, podía notar claramente las emociones del muchacho bailando en su interior, enloquecidas por la emoción pero firmes y claras. Ella también quería una vida a su lado, un futuro y quizás una familia, moría de miedo por las posibilidades y todo lo que esto podía implicar, pero lo deseaba con tanto egoísmo que casi no le importaban las consecuencias, algo en lo profundo de su corazón lo decía que si alguna vez estuvo realmente cerca de ser feliz ese fue en el momento que le conoció.

- No lo digas. - alcanzo a balbucear la joven.

- ¿Qué cosa? - pregunto un tanto confundido el muchacho, no estaba seguro de a qué se refería su amiga, si a sus sentimientos o al hecho de que deseaba un futuro a su lado.

- Que puedes morir. - contesto ella mientras se acercaba al muchacho, sentándose en la alfombra frente a él y sosteniendo las manos del mismo entre las suyas.

Damián estaba anonadado, no se esperaba esa acción y le resultaba desconcertante la apariencia vulnerable que Rachel mostraba.

- No digas que podrías morir en cualquier momento, no puedo soportar la idea de perderte. - explico la muchacha. - Yo te amo Damián, incluso si tú no puedes decir que es lo que sientes por mi yo sí puedo asegurarlo.

Rachel podía sentir como las lágrimas se agolpaban en sus ojos pero no se permitió derramarlas, para lo que iba a decir no había razón de llorar.

- No sé si sea posible que pasemos el resto de nuestras vidas juntos Damián. - explico ella mirándolo directamente a los ojos. - Ambos tenemos demonios que harían lo que fuera con tal de hacernos sufrir.

Y sus palabras estaban cargadas de verdad; no solo eran Trigon y Ra's Al Ghul, eran sus legados, su sangre, el peso de su historia que se aferraba a sus hombros junto a aquella necesidad de demostrar que eran más de lo que todos creían.

- Pero si de algo estoy segura es que estoy dispuesta a pelear con mi vida para lograrlo ¿tú lo estás? - pregunto ella con la esperanza impresa en sus ojos amatista.

Damián no dijo nada, no había necesidad, sus ojos esmeralda hablaron por él mientras con rapidez la tomaba por los hombros acercándola a su cuerpo en un abrazo protector y asfixiante, besándola con delicadeza y deseo, una combinación fatal que solo el nieto del demonio podía lograr para hacer suspirar a la hija de Trigon.

La respuesta ahora y siempre sería "Si".

MisiónWhere stories live. Discover now