CAPÍTULO 2; "CONOCIENDO EL INSTITUTO"

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Hache en multimedia.

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Me pasé todo el camino hacia el pueblo de al lado pensando en los pros y los contras de empezar en un pueblo nuevo. Técnicamente no es nuevo, ya que es el de al lado, pero para mi lo es, me e criado en un orfanato. No he conocido más que mi trabajo, y los alrededores del orfanato, donde los niños que se escapaban se escondían.

Antes de darme cuenta ya estábamos entrando en el pueblo, no los separaban muchos kilómetros, dos o tres quizá. Emily aparcó en el estacionamiento desierto del instituto, solo por ocupado por un coche, supongo que será el del director, y ahora el de Em.

Nos quedamos, así, callados. Admirando el edificio que pertenecía al instituto privado del que ahora iba a formar parte. Sabiendo que si alguno de los dos abría la boca, sería para ir en busca del despacho del director. No queríamos despedirnos, aunque prometí que volvería a visitarlos. Cosa que haría, y eso nadie me lo iba a poder negar. Ambos sabíamos que no iba a ser lo mismo. No ibamos a charlar por las tardes mientras ella hacia la cena y yo picoteba algo de merienda. No iba a reñirme por ayudar a los enanos a esconder su comida cuando Em tenía uno de sus malos días, y no había Dios que probase esa "comida".

Vi por el reloj que tenía en el coche, que ya eran las siete y media. Hora de ir en busca del director. Por lo poco que hemos hablado, sé que las clases empezaron hace una semana, pero como no tenía donde quedarme en este pueblo me dejaron faltar hasta que encontré un departamento barato. También sé que soy algo así como la obra de caridad que necesitaban para darle más publicidad al instituto. Y que pocas personas (solo las imprescindibles) saben que vengo del orfanato.

Le di una última mirada a Em, que estaba sacando las llaves del contacto. Salí poco a poco del auto, como si por eso, el tiempo fuese a pasar más despacio. Comenzamos a andar hacía donde pensabamos que estaba dirección, era un edificio más pequeño que el principal y estaba un poco separado. Al entrar no había nadie, supongo que es demasiado temprano como para que esté la secretaria.

Toco dos veces la puerta en la que hay un letrero en el que pone "director". Hasta que no escucho un "pasa" no entro junto con Em, que está callada desde que subimos al auto en el orfanato. Es como una madre para mí, y sé que yo soy como un hijo para ella.

—Buenos días muchacho.— dijo un hombre de cerca de 40 años, pelo un poco canoso, arrugas alrededor de sus ojos y boca. Y gafas finas y de marca. Parece entregado a su trabajo.— señora.— dijo con una sonrisa cuando posó su vista en Em.

—Buenos dias señor.— dijimos ambos a la vez. El director solo nos dirigió una mirada divertida.

—Llamadme Henry por favor, señor me hace sentir viejo.— dijo con una sonrisa de oreja a oreja.— Bueno Hadriel...

—Hache.— le corté con voz tanjante.— Por favor llámame Hache.

Odio ese maldito nombre. Es lo único que me recuerda a los bastardos que me abandonaron en la puerta de un orfanato. Sin pensar en la falta que me haría de mayor una figura materna y paterna.

—Esta bien hache...— dijo, probando como sonaba el apado en su boca.— te cité media hora antes de las clases para hablar un poco.

Asentí, no sabía de qué quería hablar. Supongo que solo querrá advertirme de las normas del lugar, y de qué, si suspendo alguna asignatura, perderé la beca, por ende, volveré al orfanato.

—Supongo que no querrás que todo el instituto sepa que vienes del orfanato.— asentí.— Esta bien, nadie lo sabrá por mí. Pero tampoco quiero que sepan por tí que estas aquí con una beca.

¿que? Pensé que era la obra de caridad de este instituto. Creo que mi cara fue un cuadro, porque Henry se despuso rápidamente a explicar el porqué.

—Veras Hache, hemos denegado muchas solicitudes de personas porque no tenían el dinero necesario para la matrícula. Y que derrepente se sepa, que hemos dado una beca no nos dejaría muy bien parados. Te estamos dando esta oportunidad porque tus notas resaltaban mucho en el orfanato, y espero que no nos tengamos que arrepentir.

—Claro que no.— le dije convencido. Esta es la única oportunidad que tengo de hacer una vida normal, de hacer como si nunca mi hubieran abandonado.

—Eso espero chico, bueno, solo decirte que la mayoría de los maestros no soportan la impuntualidad. Toma tu horario.— dijo tendiéndome un folio donde estaban apuntandas todas las clases que tenía en la semana junto con las horas.— espero que ningún maestro te mandé conmigo, suerte.

Se acercó a mí, me dió dos palmadas en la espalda, en un intento de darme ánimos, y se despidió de Em. Quien a estado callada todo el tiempo. Ambos salimos de allí, en silencio. Cuando ya estabamos frente a su auto nos fundimos en un abrazo. Aún no me puedo creer que vaya a comenzar una vida, yo, solo.

—Te quiero Em, os voy a visitar siempre que pueda, y pararé las fiestas con ustedes.— le dije besando su cabeza, sin romper el abrazo.

—Yo también Hache, pero...— me miró dudosa, estudiando el efecto que tendrían sus palabras en mí.— tengo que contarte algo sobre tus padres...

Me aparté, como si ahora sus brazos quemasen mi piel, lenta y dolorosamente. Y eso es justo lo que había provocado, dolor. Ella mejor que nadie sabía que las personas que me dieron la vida perdieron hace mucho tiempo el derecho a que les llamase padres.

—Sabes que no tengo padres.— le dije fríamente, todo lo que tenga que ver con ellos no me interesa, directamente no es mi asunto.— están muertos.

Añadí para luego irme. No quería que la despedida acabase en llanto, pero tampoco quería acabar peleado con Emily. Sobre todo sabiendo que no tenía una fecha exacta para volver al orfanato y visitarlos. Comencé a andar sin rumbo fijo, solo quería volver y abrazar a Em y a Ema, pero sabía que no podía. A si que, comencé a buscar el aula que tenía ahora. Matemáticas. Genial, como si no tuviera suficientes problemas.

Al encontrar el aula me senté al fondo, saqué el material y comencé a mirar por la ventana. Esperando a que el maestro llegase a impartir la clase. Sabía, porque no era idiota, que los niños de papá se quedaban mirándome. Normal, no creo que vean normalmente a un chico vestido con ropa vieja y de cualquier tienda, en un instituto privado.

Cuando llegó el profesor, se me quedó mirando por un tiempo. Como si estuviera pensando si había un alumno nuevo o no hasta que al parecer, recordó algo y comenzó a pasar lista.

—¿Hadriel Evans?.— preguntó dirigiéndose a la clase en general,aunque me miraba a mí.

—Hache.— contesté con voz cansada. Podrían llamarme por el apellido, y así no tendría que corregir a todo el mundo.

—Esta bien, Hache. ¿Sois familiares tu y Ethan?.— dijo refiriéndose a un chico rubio que parecía menor que yo.

—No.— dije tanjante, aún si fueramos algo. Yo no tengo familia.

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Prometo subir capítulo cada viernes. Este es un capítulo especial por el comienzo de la novela. Cuando esta esté terminada de escribir la editaré, ya que seguramente contenga bastantes faltas de ortografía. En la semana del 26-31 voy a subir un maratón, pero aún no tengo claro de cuantos capítulos serán. Espero y disfruten de este.

Lluvia De Recuerdos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora