21° Sentimientos

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Dedicado a loveislove0101











Es curioso.

La forma en la que mi sueño se disipa, la forma en la que mi cerebro y organismo poco a poco van recobrando consciencia; es curiosa.

Es como si fuese una clase de maquinaria humana, como si me hubiese reseteado y apenas hoy me estuviese iniciando.

Y pensar en ello, me resulta sumamente entretenido.

Lenta y tediosamente, comienzo a abrir los ojos. Me parece maravilloso el mecanismo de defensa que los ojos humanos tienen. Ya que cuando se ven expuestos a un cambio repentino de claridad; mandan una señal al cerebro y este los cierra instantáneamente, y después comienzan a lagrimear, para lubricar la retina y tal vez así curar la minúscula herida provocada en la misma.

Y es maravilloso. El cuerpo humano, es una obra muy bien pensada y simplemente magnífica, hasta en los más insignificantes detalles.

Así que una vez que mis globos oculares logran adaptarse correctamente a la luz, me permito mover un poco los dedos de mis pies, para después comenzar a mover estos y posteriormente para retorcer mis piernas de una manera extraña, en un intento por aminorar la sensación adormecida que he acumulado en ellas debido al tiempo que llevo en la misma posición.

Es entonces, cuando me permito echar un vistazo a mi cuerpo.

Frunzo el ceño, al observar que mis prendas han sido reemplazadas, y lo frunzo aún más; cuando me doy cuenta de la posición en la que estoy acostado.

Sobre mi espalda.

Me incorporo de manera rápida y brusca, pero también intento ser lo suficientemente precavido como para no lastimar aún más mi espalda.

Pero no me duele.

Sigo frunciendo el ceño.

Intento alcanzar la zona con mi mano derecha, para averiguar qué es lo que sucede en mi espalda.

Debajo del material delgado, -seguramente fabricado con algodón-, al que los humanos llaman "camisa"; siento otra tela, que cubre y rodea la mayor parte de mi espalda y pecho.

No tardo mucho para darme cuenta de que se tratan de vendas, cubriendo mis heridas. Cosa que me lleva a cuestionarme cientos de cosas.

¿Acaso Aisha me puso ésto?

¿Cómo pudo siquiera hacerlo?

¿De dónde sacó ésta ropa? ¿Cómo pudo cambiarme estando yo inconsciente y cómo es que me puso hasta ropa interior y a la perfección?

¿Por qué ya no siento la piel de mi espalda abrirse cada que me muevo o levanto ambos brazos?

¿Cuánto tiempo llevo dormido?

¿Qué fue exactamente lo que pasó mientras lo estaba y por qué siento tanta presión en mi vejiga?

Necesito respuestas, y estando acostado sobre la cama de su habitación no voy a conseguirlas.

Al bajar de la cama, me encuentro con que también estoy descalzo, y el material frío debajo de la planta de mis pies me provoca cierto cosquilleo.

Sigo avanzando, y una vez estoy abriendo la perilla de la puerta; me hago una pregunta, y tal vez sea las más importante de todas.

¿Dónde está mi protegida?

Recorro el pasillo de paredes claras, tratando de agudizar mi oído y tal vez así poder escuchar dónde es que está la pelinegra.

YERATHELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora