25º Trauma

2.4K 277 150
                                    

Dedicado a UniversoParalelo09

















El ángel que tengo frente a mí, no es el mismo que conocí.

Luce diferente, como si los años humanos hubieran arrasado con la juventud de su antes intacta cara angelical.

La imagen que todos pintan sobre nosotros, ahora luce errónea. Espantosamente fuera de contexto, a pesar de que nos pintan como unos regordetes bebés; ésta criatura ya ni siquiera se asemeja a la imagen de quien lo creó.

Su piel ya no es limpia ni suave, de hecho, luce varios tonos abajo de la claridad que antes irradiaba su rostro. Sus ojos lucen cansados y el color esmeralda que había en ellos se está oscureciendo, tal vez para combinar con el oscuro morado y verdoso que abunda en las bolsas de sus ojeras. Ahora su rostro, antes perfecto, es imperfecto. Ya no irradia luz, ya no irradia conocimiento ni mucho menos seguridad, no, ya no. Lo único que su ser emite es inseguridad, culpabilidad, preocupación, dudas y agotamiento; agotamiento físico y mental.

Y miro, lo que ésta forma le ha hecho. Miro, las marcas que hay en su rostro y cuerpo, como prueba viviente de lo que alguna vez sufrió en el pasado. Sus cicatrices son tan sólo una dósis diaria del desbocado sentimiento de culpa, y sé que se agrede a él mismo. Sé que, debajo de ese ceño fruncido, debajo de esa sonrisa torcida y mirada penetrante; sólo está él, en su verdadera forma. Sólo está él, sólo queda su alma llena de sufrimiento, aunque él no quiera admitirlo...

Desvío la mirada de mi reflejo y me obligo a hacer lo que estaba haciendo antes de quedarme estático frente al espejo otra vez.

Presiono el tubo de aspecto metálico que tengo en mi mano y de él sale una masa tricolor, después, unto esa misma masa en la herramienta plástica con punta de hebras artificiales y meto eso a mi boca.

Se dice: "Lavarse los dientes", diría Aisha.

Mientras cepillo mis dientes, no puedo evitar mirarme en el espejo.

Debo encontrarle el lado positivo a esto, debe tener un lado positivo todo esto.

Nunca antes había tenido barba, por ejemplo. Pienso y me doy una palmada mental. Ahora luzco más varonil, debo admitir. Luzco más severo, más intimidante. Y si le sumamos a eso la pequeña pero grotesca cicatriz oscura en mi mejilla izquierda; entonces debo verme rudo. O eso es lo que los humanos escribieron en unos manuscritos que alguna vez leí en el reino. Ahí, ellos narraban que en una época existieron grupos de humanos y se hacían llamar "Vikingos". Eran caracterizados por su destreza en combate, por sus artesanales embarcaciones y por sus extraños cascos. Algunos eran catalogados como los más fuertes, sólo por las heridas que les habían dejado sus pasadas batallas. Las cicatrices, por ejemplo, eran veneradas por ellos.

Escupo y enjuago mi boca con agua fría del grifo.

He leído también, que las féminas consideran atractivas las cicatrices en el sexo opuesto.

Me pregunto si Aisha considerará atractivas las dos grandes cicatrices en mi espalda...

Sonrío con burla, cuando repito en mi mente lo que acabo de pensar y niego con la cabeza antes de lavar mi rostro para después salir del baño.

En el camino a la cocina amarro mi cabello con una banda elástica que encontré tirada cuando me ponía el calzado deportivo que Aisha y su amiga me compraron. Estando en mi forma humana el cabello sigue creciendo y, francamente, comienza a estorbarme. Además, hoy acompañaré a mi protegida a correr; necesito mi rostro despejado y sin cabello que estorbe en mi visión periférica por si otro ser sobrenatural intenta atacarnos mientras trotamos en el parque.

YERATHELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora