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-Narra Aitana-

Estoy a punto de acabar esta partida.

Es hora de saber mi destino, si vivir o morir.

Mis peones avanzan. Él fin esta cerca. Jaque.

Una jugada más y...

Jaque mate.

Quiero vivir, lo he decidido, se que hay muchas consecuencias en volver a vivir, pero quiero hacerlo, quiero vivir.

Acabo de ganar la partida, Jaque mate, observo como la muerte se va, como si hubiera sido un espejismo.

Estoy saliendo de un túnel, me estoy reencontrado con el dolor, no es agradable, pero estoy volviendo a sentir mis sentidos. ¡Voy a despertar! ¡Estoy saliendo de la oscuridad!

También me estoy reencontrando con la luz...

Una vez.

Parpadeo.

Dos veces.

Poco a poco veo mi cuerpo, levanto la mirada y me encuentro con Cepeda.

El no se ha dado cuenta de que he despertado, tiene la cabeza agachada.

Antes de decirle algo, cierro los ojos por última vez, sólo para ver como la reina negra se aleja, vencida por un recodo y llevándose a su derrotado Rey, y convencerme a mi misma de que había vuelto. Y de que he ganando. Después los abro, dispuesta a mantenerlos así siempre.

Cepeda aun no se ha dado cuenta de que estoy despierta.

Carraspeo débilmente, noto como mis pulmones fallan y mi cuerpo duele, pero la alegría que estoy sintiendo es más grande que el dolor.

El levanta la cabeza rápidamente, me mira, bocabierto, sin poder creérselo yo tampoco me lo creo.

– ¡Aitana! —reacciono de manera impulsiva y nerviosa, se estaba alegrando de que estuviera viva, pero se que no sabía si había escuchado sus palabras, cuando estaba en coma—

Le sonrió tímidamente, y le miro a los ojos, dándole a saber de que lo escuche y que esta perdonado.

Su sonrisa se asancho, se acerco poco a poco y me abrazo.

Mi corazón iba a mil, no se si es por el hecho de estar viva o por su abrazo.

Se despega del abrazo, temiendo de hacerme daño y me vuelve a sonreír, esta vez su sonrisa es sincera y de alegría, de agradecimiento. Estoy segura de que es el comienzo de una bonita amistad.

He ganado a la muerte y a mi misma.

Estoy viva.

Lo he logrado.

Después de tantas horas en el vacío luchando...

Estoy viva.

Fin de la narración de Aitana-

Raoul, Roi y Agoney camino al hospital en el coche de la mama de Roi, con las emociones a flor de piel.

Raoul seguía llorando en silencio de alegria aunque una parte de él, le daba miedo reencontrarse con Aitana. No sabe cómo va a reeccionar aunque las ganas de abrazarla le consumen.

Agoney era el que estaba quizás más nervioso, estaba profundamente enamorada de Aitana, lo había afirmado estos últimos días sin ella, el vacío que le dejó cuando estaba sin ella, fue impresionante y el chico sabía que la necesitaba, era la luz que iluminaba su oscuridad, era muy cursi pensaba el, pero era la verdad, Aitana de una manera u otra le iluminaba.

Y luego estaba Roi, ansiando el reencuentro con su amiga, tenía la necesidad de llorar pero se lo quiso retener, no le gustaba que lo vieran débil, aunque últimamente lloraba solo y en silencio, la impotencia de saber si su mejor amiga despertará o no lo consumía por dentro. No había palabras para explicar, o describir lo importante que era Aitana en su vida.

Llegaron al hospital y salieron corriendo.

Ya se sabían el camino de la sala de Aitana, la habían visitado mucho últimamente en silencio, viéndola en esa cama débil, con el horrible chisme en su boca que la hacía respirar y hacerle seguir con vida.

Raoul se acerco dudoso, estaba enfrente de la habitación donde estaba Aitana viva, esa frase no podian quitársela de la cabeza. Intentaron escuchar detrás de la puerta pero silencio, eso es lo que se encontraban. Raoul toco a la puerta impaciente y de allí salió una enfermera, de unos 40-45 años aproximadamente, que lo miraba, con cara de pocos amigos.

– ¿Familiares de Aitana Ocaña? —dijo en tono frío—

Raoul le miro con asco, odiaban que le hablaran de esa tan mala manera.

– No, somos sus mejores amigos e amante de Aitana. —dijo Roi cada vez más impaciente—

Agoney se sobresalto por las palabras de Roi aunque rápidamente volvio a la normalidad, quería cruzar esa puerta ya.

– No podéis entrar, ahora mismo están los padres con su hija. —dijo la enfermera, cada vez más cansada de hablar con ellos—

– ¡oh, por favor! ¡Llevo demasiado tiempo esperando a verla! ¿¡Y ahora no puedo hacerlo! ? ¡Dejame pasar cascarrabias! —dijo Raoul enfadado—

La enfermera le miro sorprendido, miro a Raoul despectivamente, la enfermera volvió a la sala y les cerró enfadada la puerta en la cara, visiblemente enfadada.

– La cagaste amigo... —Le dijo Agoney a Raoul suspirando—

– Me da igual, a mi nadie me habla así. Que diga lo que quiera, yo no me muevo de aquí hasta ver, a mi amiga.
—se sento Raoul. —

Los otros dos chicos, bufaron por la actitud de Raoul, se sentaron también, da igual el tiempo que estuvieran allí, necesitaban ver a Aitana.



Media hora paso cuando la puerta se abrió, eran los padres de Aitana, los chicos se levantaron deprisa.

– Pero bueno ¿porque no habéis dicho que estabais aquí? —dijo la madre de Aitana—

– La enfermera no nos dejaba entrar —dijo el rubio rodando los ojos—

– Y cierto Wolfie maleducado, se pasó. —añadió Roi—

Raoul le dedico una mirada de asco a Roi y la madre de Aitana les sonrió, aquellos dos nunca cambiarían, pensó.

– Entrad, Aitana esta descansando tened cuidado, esta bastante cansada y siente dolor en todas las partes de su cuerpo, aún está grave, pero al menos el riesgo ha acabado. —Le explicó la madre sonriendo. —

Dicho esos, los padres de Aitana se fueron, dejándolos entrar. »¡Al fin!« pensaron los tres, el momento más deseado de estos últimos días, al fin se iba a realizar.

Entraron lentamente en silencio, al otro lado vieron a una chica durmiendo.

No parecía la Aitana de siempre, se veía más cansada que antes, pero aún conservaba su luz y su esencia de niña.

Roi decidió acercarse más, notaba la lenta respiración de la chica durmiendo, la chica no estaba durmiendo como antes, porque ahora estaba viva y eso hizo sonreír a Roi.

Roi tocó a Aitana con miedo, viendo si era real y no un espejismo, no quería despertarla, Agoney y Raoul estaban atrás observando, con miedo también, dejaron a Roi primero, porque decidieron que uno a uno sería mejor.

Roi se sento al lado de ella, estaban muy cerca los dos, Roi otra vez tocó a la chica. La chica esta vez reacciono y se movió, giro y abrió los ojos lentamente.

Roi sonrió como nunca, estaba con su mejor amiga, y inevitablemente estaba llorando en silencio, sin darse cuenta, ahora si que si, no podía retener sus lágrimas.

– Roi... —susurro la chica, tocándole su mejilla limpiandole las lágrimas, acto seguido le sonrió—

Roi se acerco más y le abrazo, notando sus lagrimas surcar por sus mejillas, era unos de los momentos más feliz de su vida sin duda.






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