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Atracción.

Livin' On A Prayer - Bon Jovi.[1] Resuena altamente por todo el interior de la habitación. La letra de la canción salé de mi boca de manera exclamativa, disfrutando en cada parte de mi cuerpo la melodía que la voz de Bongiovi expresaba. Una parte interna de mi desea dormir y despertar en los años ochentas-noventas, en alguno de los conciertos de dicha banda. Pero desgraciadamente me encuentro solo disfrutando de aquel sueño personal.

Caí en mi cama con una sonrisa en el rostro, extrañamente después de ante noche en que Jungkook había estado en el patio de mi casa mi humor había cambiado.
Me sentía plena.
Y eso llegaba a asustarme mucho.
Aún no entendía exactamente cómo era mi lazo con aquel chico castaño de lindos ojos, aún no entendía su actitud y sus acciones hacia mi. A decir verdad, no entendía ni una mierda de nada, pero esta mañana me daba todo igual. Dejé salir un suspiro relajador y por instinto mi muñeca se dirigió a mi cuello, justo donde antes estaba la marca o el sello.

Marca que había desaparecido días atrás.
Eso me hacía cuestionar si eso afectaba en dejar de ser lo que era o soy para él.
Una parte de mí realmente lo deseaba, pero había otra que muy en el fondo, se alegraba de al fin tener algo de chispa en su vida.
Algo fuera de lo normal.

-¿Neul? ¿Estás despierta?-La voz de mi padre hizo que me reincorporara en mi cama y bajara el volumen de mis bocinas. Dejando de lado aquellos pensamientos.

Lo vi entrar con su típica pijama de rayas y con su cabello ligeramente canoso muy despeinado.
Sonreí para él.

-Lo estoy, solo escuchaba un poco de música antes de bajar a desayunar.-Dije, observando cómo se sentaba a mi lado, hundiendo el espacio en la cama junto a mi- Creí que seguirías dormido.

-Tenía planeado no levantarme de la cama, pero realmente necesito pasar algunas charlas con mi hija ¿no crees?

Sus palabras ablandaron mi corazón en un instante. Deje un fugaz beso en su mejilla y recargue la mía en su hombro. Agradeciendo al universo por tener a un padre como él.
Desde que mamá partió, papá solo trabaja y trabaja para poder pagar la universidad en la que fui aceptada.
Aquello me generaba algo de culpa, pues desde el momento en que supe que me habían aceptado yo estaba dispuesta a declinar por el alto número de las colegiaturas.
Papá se negó.

-Deberías descansar, yo puedo encargarme de mi desayuno y puedo dejarte algo de comer en la nevera.-Asentí levemente.

Y él volvió a negar.
-No, quiero desayunar contigo esta vez.

Solté un bufido con una risa alegre, en parte me hacía muy feliz desayunar con él. Es sábado por lo cual él no trabaja y usualmente duerme hasta tarde. Me alegra que haya decidido comer conmigo. Y demasiado.
Después compartir algunas palabras más ambos descendimos de mi habitación hasta la planta baja de nuestra casa, caminamos entre charlas hacia la cocina y él se dispuso a preparar algo de comer mientras yo preparada un rico jugo de naranja.
Mi vista captaba el exterior tras la ventana, estaba ligeramente nublado, para algunas personas sería un triste día pero, extrañamente para mi, los días nublados eran igual de hermosos que los soleados.

Un fugaz recuerdo apareció en mi mente, viéndome a mi de unos ocho años jugando en el pateo con una hermosa niña mayor que yo, la cual vivía a unas casas de aquí antes de que simplemente ella y su familia desaparecieran. Podría decirse que ella fue mi primer amiga antes de Erin y los chicos. ¿Qué fue de ella?
Aquel pensamiento se vio interrumpido cuando papá colocó música en las pequeñas bocinas que se encontraban en la cocina.
Aquello detuvo mi corazón al reconocer al instante la melodía que sonaba.

Stand By Me -Ben E. King. [2]
La canción favorita de mi madre al hacernos la comida todas las mañanas resonaba y mataba el silencio del lugar.
Algo en mi pecho volvió a romperse y traté incontables veces de retener el temblor de mis manos y las terribles ganas de soltar las lágrimas.
No quería voltear, no quería ver a mi padre caer al igual que yo. Pero lo escuché.
Lo escuché cantar.