17.- Tiempo: ¡ Adiós padre!

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Buenas noches.

Penúltimo capítulo.

Bueno esto salió mientras oía música que hablaba de pérdidas de amores, reencarnaciones y todo eso.

o-o-o-o-o-o-o-o-o-oo

-¿ puedo hacer algo?-fue la respuesta desesperada de Aioros al ver marchitarse la larga y próspera vida de su progenitor cual flor al no tener agua ni cuidados. A su lado, su hermano apretaba los puños impotente mientras trataba de controlar las ganas de romper en llanto.

Sisifo agonizaba y lo único que alivianaba esa terrible agonía era la presencia de aquellos jóvenes que una vez fueron niños y ahora como dos hombres formados y con un ventajoso porvenir se arrodillaban presos del dolor. El que otrora uno de los más respetados y pacíficos de todos los inmortales, en su lecho de muerte aún conservaba la dignidad que admiró a todos; la vejez le añadía un aire de sabiduría pero más que todo, su mirada nunca se opacó.....

-no puedes.....-Aioria sonó derrotado-nuestro padre selló su propio destino el día que decidiste marcharte, tú eras la base de su vida.....

Ante esas palabras condenatorias, Aioros maldijo su propio destino, pero no se arrepentía de haber fulminado a Radamanthys con su propia sangre cuya magia era tan antigua que Aioros temía averiguar sus alcances más de lo que conocía. Una vez que supo de lo que era capaz el líquido escarlata de sus venas, quiso probar con la sangre de Aioria, más no aconteció nada.

-¿que puedo hacer?-ignoró lo dicho por su hermano menor en una especie de súplica al castaño-haré lo que quieras, si quieres....

El interpelado sonrió a la vez que presionaba fuertemente su mano, no podía marcharse al país de la muerte sin que su amado primogénito dejara de sentirse culpable por su eminente partida, había vivido lo suficiente como para seguir atado a la vida larga. Así mismo finalizaba el pacto de siglos entre el inmortal y su mayordomo humano.

Este fielmente permanecía a su lado y no estaba dispuesto a responder sobre aquel pacto que llevaba cumpliéndose siglos como un agradecimiento de sus ancestros y en el que él era quién finalizaba ese ciclo.

-sólo dejar de sentirte culpable, tarde comprendí que fui exagerado exponiéndote a peligros si enseñarte a enfrentarlos-cerró los ojos cuando una ola de debilidad asaltó cada fibra de su cuerpo-recuerda que aunque no la conociste bien, tu madre te legó su propia herencia.

-no me importan las herencias, no quiero ser un bicho raro, quiero ser alguien común... sin cargas, ni nada.

-siempre lo has sido, me siento orgulloso de ti, de ti también-estiró su mano hacia Aioria que la sostuvo con fuerza-no me arrepiento de nada, sé que pude haber entregado mi corazón a Eleonor.

Ante la mención de aquel poderoso nombre, la referida se presentó afligida, sus ojos claros enrojecidos mostraban el dolor que experimentaba la agonía de aquel hombre que quiso en silencio durante años. El Cid se apartó rapidamente ante su presencia, él sabía bien que Sisifo con toda la cantidad de virtudes que destilaba, no se permitía querer a alguien más que sus hijos; hacía siglos que su ancestro lo supo tomando la decisión de no avanzar más allá de lo que el inmortal permitía.

Aioria notó la incomodidad del ibérico, dejó que abandonara la estancia.

Sus pensamientos afloraron sin descanso, la fidelidad a la que estaba obligado a hacer gala flaqueaba, él moría mientras que.....

PDV El Cid.

Los mantenía bloqueados, mi promesa era mantenerte insensible a los sentimientos y ser el estoico mano derecha de Sisifo, sin embargo ellos me recordaron que yo era la reencarnación de mi ancestro aquel que tuvo la dicha de salvarse de las brutalidades que en aquellos tiempos oscuros dominados por las guerras, rivalidades por tronos, imperios y ciudades y que si no seguiás sus preceptos eras condenado a la hoguera sin un juicio honesto.

Veinte años más, segunda temporada Reencarnación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora