PERENNE

140 9 0
                                    

  El tiempo en la celda pasó terriblemente lento. A todas las dejaron salir después de que pagaran por su fianza, pero lo mío era grave y me mantuvieron ahí hasta en la mañana.

  Andy se encargó de traerme ropa y cigarrillos. Al parecer las chicas le avisaron. Pero no pudimos hablar mucho, ya que el policía no me dio mucho tiempo. Mike se la pasó junto a mí lo más que pudo, consiguiendo abogados a diestra y siniestra e intentando resolver esto, sacando toda la información a mi favor que pudiéramos.

  Al día siguiente pude salir temprano. Afortunadamente Mike nunca nos daba nuestro dinero completo en caso de que lo necesitemos en situaciones como esta. Y vaya que tuvimos qué pagar bastante. Pero apenas era el principio.

  La policía llegó a mi casa varias horas después, me entrevistaron con intención de amedrentarme pero el abogado que Mike me consiguió señaló varias veces que insistiera en que fue defensa propia.

  Y así fue. ¿No?

  Además, el abogado también se estaba moviendo para, de alguna forma u otra, conseguir las grabaciones del bar. Si las conseguíamos tendríamos el caso ganado. Y si no... bueno, siempre supe que terminaría en la cárcel de por vida.

  (...)

  –Allison Howards... –repetí el nombre de la mujer que había apuñalado.

  –Sí. Afortunadamente, después de una investigación no tan profunda, salieron a la luz varios delitos no tan pasados, pero tampoco tan graves; alteración del orden público, varias demandas por golpear personas, amenazas, agresión verbal y psicológica, multas por beber en la calle... al parecer era su pan de cada día correr personas de ese bar –explicó Ethan, mi abogado. Demasiado joven para mi gusto también, no le calculaba más de 30 años, pero Mike insistía en que era el mejor por mucho.

  –El problema es que yo también tengo varios antecedentes recientes –recordé las vez que me multaron por golpear a un hombre que me metió mano en la calle. También la vez que entré ebria a un centro comercial y choqué contra una vidriera haciéndola añicos. Y la vez que casi me quitan mi auto por manejar a exceso de velocidad estando drogada.

  –Lo sé. Por eso necesitamos esas grabaciones –explicó tranquilo con una sonrisa.

  Me sentía extrañamente incómoda en su presencia. Sonreía mucho y hablaba con inquietante paz. Creo que mi casa no fue el mejor lugar para reunirnos.

  –¿Y cómo las conseguiremos? –le di un sorbo a mi café intentando controlar mi nerviosismo ante él.

  –Tú tendrás qué hacerlo –lo miré con el ceño fruncido–. Si voy yo o cualquier figura de autoridad, de inmediato negarán todo. Más que nada para evitar entrometerse –se sentó junto a mí y me miró fijamente –. Es un bar de mala muerte y no es un secreto que te sabes comunicar bien con esa gente. Sé que conoces personas que pueden hacerte el favor.

  Varios nombres y caras conocidas pasaron por mi mente.

  –Querrán una paga grande.

  –Nada que no puedas pagar, ¿cierto? –ensanchó la sonrisa. Creo que este tipo está loco.

  –¿Siquiera esto es legal? –le sostuve la mirada varios segundos hasta que la bajó hacia su taza de café.

  –Mientras sea necesario para la investigación, cualquier medida es válida –tomó lo que le quedaba de café y se levantó–. Te llamaré en dos días para saber si ya tienes eso –tomó su maletín y se dirigió hacia la puerta conmigo detrás.

  –¿Cómo está ella? –dije antes de que saliera, se quedó en silencio varios segundos.

  –... No creo que viva... –habló aún dándome la espalda para finalmente irse cerrando la puerta tras él.

Amorío Arriesgado- Andy BiersackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora