POMBÉRO

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  Andy...

  Llegué al hotel a las once pasadas. No había nadie, lo que significa que Juliet no mentía cuando dijo que no regresaría hoy. Salí a la terraza a fumar, y ya no me sorprendía que desde hace dos días Grísea no saliera de mi cabeza.

  Ella es simplemente perfecta, no me canso de decirlo. ¿Por qué no me encontré con alguien como ella desde un principio? Amo sus ojos grises, tan profundos y claros, cuando sus pupilas se dilatan como las de un felino. Su sonrisa y el hoyuelo que se le marca en su mejilla derecha. Cómo hace un leve puchero cuando se frustra o está pensando en algo... ¡agh!

  Miré hacia abajo en un intento por sacarla de mi mente y a lo lejos logré divisar una cabellera rubia que caminaba de la mano con alguien, se parecía mucho a Juliet pero estaba tan alto que no podía distinguir muy bien. Le resté importancia y me metí a la habitación a darme una ducha.

  Comencé a cantar (o al menos eso intenté) una de las canciones de Clowns & Mimes, hablaba sobre corrupción o algo así daba a entender. Se llama Roll, Sit, Stay, Over, y la verdad es impresionante como esta chica canta con tanta naturalidad sin desgarrarse las cuerdas.

  Así menos saldrá de mi mente.

  Tiene un hermoso cuerpo, definitivamente las latinas son las más hermosas. Esos bóxers de Bat-Man se le veían tan bien, sus tatuajes le hacen resaltar lo sensual que es y aunque estaba muy ebrio recuerdo haber notado varias cicatrices debajo de la tinta. Me pregunto cuál habrá sido la causa que la orilló a autolesionarse. Me lo he preguntado desde hace muchos años.

  Sus pechos, santo Satán. Jamás había visto unos pechos naturales tan hermosos. Junto con su culo y piernas, que al caminar la hacen parecer una maldita diosa. Inconscientemente comencé a tocarme y de inmediato me endurecí, no pensaba en nada más que en ella, en su exquisito olor y mi mente trabajando para imaginarla en las posiciones más eróticas. Moví rápido mi mano imaginando que era ella la que lo hacía y después de pocos minutos unos disparos salieron de mí llenando los azulejos del baño y yo gruñendo su nombre.

  (...)

  Llevaba acostado al menos una hora, sin moverme ni evocar sonido, sólo pensando en mi vida; tengo fama, dinero, miles de fans, pero... aún no es suficiente, siento que la necesito a ella. La quiero a ella.

Fui interrumpido por el sonido de la puerta principal, era Juliet y estaba riendo mientras una voz masculina le decía cosas que no alcancé a escuchar. Escuché como se despidieron y Juliet cerró la puerta, salí del cuarto y en cuanto me miró el color de su rostro desapareció por completo.

  –A-Andy, amor. ¿Qué haces aquí? Creí que no estarías –dijo nerviosa, la observé y venía con sólo una bata.

  –Nos vamos a casa esta noche, alista tus maletas. –su actitud era sospechosa, se veía nerviosa... pero la verdad era que no me importaba.

  Grisea...

  El show fue todo una locura, sentía que el escenario era justo donde pertenecía. Ver como todos levantaban sus encendedores creando una imagen hermosa desde donde estábamos, parecían pequeñas estrellas brillando sólo para nosotras mientras nos despedíamos. No me sorprendió no ver a Andy en el hotel cuando llegamos, de todas formas sólo tuvimos 15 minutos para tomar nuestras cosas e irnos al aeropuerto con destino a Berlín, Alemania, no había tiempo siquiera de otra despedida.

  Estuvimos muertas durante todo el viaje, algo un poco extraño ya que aprovechábamos estar a las alturas y beber alcohol como desquiciadas. El efecto era increíble, pero esta vez no teníamos energía para emitir palabra alguna.

Amorío Arriesgado- Andy BiersackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora