Cap.2

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En cuatro años, Jennifer había cambiado mucho, pensó Taehyung.
No había podido verla en todo ese tiempo, pues ella había hecho todo
lo posible por cortar ataduras con él. Y todo por lo que había pasado
aquella horrible noche. Por supuesto, él no lamentaba cómo había actuado. No había podido hacer otra cosa. Ella había sido joven, vulnerable y demasiado atractiva. Se había ofrecido a él con
ingenuidad y llena de confianza, no como las mujeres interesadas a
las que estaba acostumbrado.
Sin embargo, Taehyung no había sospechado nunca que, al
rechazarla, la perdería para siempre.

–Sí –dijo ella, sin tocar su copa de vino–. Todo me ha ido muy bien. ¿Y qué me dices de ti? He visto a tu madre unas cuantas veces pero no sé mucho de tus andanzas.
–He estado abriendo nuevas brechas de mercado en Oriente pero no creo que te interese mucho hablar de negocios. Dime ¿qué te parece París? Es muy distinto de estos bosques helados, ¿a que sí?
–Sí, lo es.
–¿Vas a decir algo más al respecto o quieres que sigamos bebiendo mientras pienso nuevos temas de conversación?
–Lo siento, Taehyung. Ha sido un viaje muy largo y estoy cansada.
Creo que es mejor que te vayas a tu casa. Podemos ponernos al día en otro momento.
–No lo has olvidado, ¿verdad?
–¿El qué?
–La última vez que nos vimos.
–No tengo ni idea de qué estás hablando.
–Sí. Creo que sí, Jen.
–No creo que tenga sentido escarbar en el pasado –se
defendió ella, poniéndose en pie con los brazos cruzados.
No solo se habían convertido en extraños sino que eran enemigos. Y para colmo Jennifer se daba cuenta de que todavía algo dentro de ella seguía respondiendo a su influjo. No sabía si eran los recuerdos compartidos o su atractivo masculino pero tampoco
quería averiguarlo.

–¿Por qué no vas a cambiarte? Te prepararé algo de comer y si
me dices que estás demasiado cansada para comer pensaré que
estás inventando excusas para evadir mi compañía. Y no creo que sea eso ¿o sí?
–Claro que no –contestó ella sonrojándose.
–No será nada complicado. Sabes que mi talento culinario es muy limitado.

La sonrisa de Taehyung fue un doloroso recordatorio de los buenos
tiempos que habían pasado juntos.

–Y no me digas que no hace falta –continuó él, levantando una
mano– Ya te he dicho que sé que eres muy independiente.

Jennifer se encogió de hombros y se fue a cambiar. Se dio una ducha rápida y en menos de media hora volvió a la cocina vestida con unos pantalones deportivos grises y una sudadera con el pelo
recogido en una cola de caballo.
Siempre habían bromeado juntos de lo mal cocinero que era Taehyung. Él solía meterse con el padre de Jennifer que adoraba cocinar diciéndole que eso era cosa de mujeres. A ella le encantaban esas pequeñas bromas entre los dos hombres y el modo en que Taehyung solía guiñarle un ojo para buscar su complicidad.
Sin embargo cuando entró comprobó que él había hecho una tortilla con muy buen aspecto. Había una ensalada preparada y pan
cortado.

–Supongo que no soy la única que ha cambiado –señaló ella desde la puerta.
–¿Me crees si te digo que he dado un curso de cocina?
Jennifer se encogió de hombros.
–¿Sí? –replicó ella, se sentó y miró a su alrededor–. El agua no ha causado tantos desperfectos como esperaba. He echado un vistazo
antes de darme la ducha Por suerte el piso de arriba está intacto. Hay unas cuantas manchas en el sofá del salón e imagino que habrá que tirar las alfombras.

–¿Ya hemos terminado de ponernos al día con nuestras vidas? –preguntó él y le tendió un plato para que se sirviera ensalada. A continuación se sentó a la mesa frente a ella.

Jennifer pensó que esa era la razón por la que lo había estado evitando todos esos años. Ese hombre era demasiado.

–No hay mucho más que contar Taehyung. El trabajo es lo más
importante de mi vida en París. Si quieres que te describa mi piso
puedo hacerlo, pero no creo que te resulte muy interesante.
–Has cambiado.
–¿Qué quieres decir?
–Apenas te reconozco. En el pasado solías disfrutar de hablar y
reír conmigo.

Jennifer sintió que la furia crecía dentro de ella porque él no había cambiado. Seguía siendo el mismo tipo arrogante y seguro de sí
mismo.

–¿Por qué iba a reírme? si todavía no has dicho nada gracioso
–¡A eso me refería! –exclamó él y levantó las manos en un gesto
de frustración– O tu personalidad ha cambiado o tu trabajo en París
es tan estresante que te ha quitado el sentido del humor. ¿Qué es Jen?
Puedes ser sincera conmigo, siempre has sido honesta y abierta. ¿Es que tu empleo te está cobrando un precio demasiado alto?
–Te gustaría que te dijera eso, lo sé. Quieres que te diga que me siento perdida y que no soy capaz de manejarme en mi trabajo.
–Eso es ridículo.
–¿Ah, sí? Si te dijera que lo estoy pasando muy mal y que no puedo más, podrías mostrarme tu preocupación.
Podrías rodearme con tus brazos y darme un pañuelo para que llorara. Pero mi empleo es maravilloso y si no se me diera bien no me
habrían ascendido.
–¿Es eso lo que crees? ¿Que soy tan ruin que me alegraría de tu fracaso?
Jennifer suspiró y apartó el plato.
–Sé que no eres ruin y no quiero discutir contigo –afirmó ella, se puso en pie y empezó a fregar los platos pensando en algo neutro que decir para suavizar la tensión.
–¡Deja eso!
–No quiero. Mañana va a ser un día muy largo y no quiero tener
que ocuparme de la cocina. Por cierto, gracias por hacer la comida ha
sido un detalle.

Taehyung murmuró algo inaudible y empezó a ayudarla a secar los platos. Jennifer sintió su cercanía como una corriente eléctrica. Estar en su presencia la privaba de su inmunidad y la asustaba pero no iba a rendirse con tanta facilidad a aquellos sentimientos. Así que optó por
iniciar una conversación superficial. Le contó que a su padre le
gustaba mucho París.

–Una vez, me dijo que su sueño había sido viajar por todo el mundo con mi madre y que cuando mi madre murió su sueño murió con ella.
–Sí, la última vez que vine a pasar el fin de semana, lo encontré esperando un taxi y leyendo una guía de viajes sobre el Louvre.
–¿De veras? –dijo Jennifer riendo.

Al escucharla él se quedó paralizado. Se dio cuenta de que todavía recordaba aquella risa como la letra de una canción que nunca se olvidaba. De pronto quiso saber mucho más de ella. Una oleada de curiosidad lo impulsó a seguir indagando.

–Le has ofrecido a John una vida nueva –comentó él, secó el
último plato y se apoyó en la mesa– Creo que se ha dado cuenta de
lo que se había estado perdiendo todos estos años. Al irte a París lo
has obligado a salir de su agujero. Me da la sensación de que pronto hasta París se le quedará pequeño.
–No solo nos quedamos en París –explicó ella– Hemos estado recorriendo Europa –añadió emocionada por lo que Taehyung le había dicho respecto a ofrecerle una nueva vida a su padre. Con
comentarios como ese se abrían sus recuerdos sobre todo lo que habían compartido a lo largo de los años. En realidad él la había visto crecer.
–De hecho, cuando el tiempo mejore vamos a ir a Praga. Es una
ciudad preciosa. Creo que le gustará.
–¿Ya la conoces?
–Estuve una vez.
–¿Qué ha sido de la chica que nunca salía de su pueblo a
excepción de aquel viaje que hiciste con la escuela para esquiar? ¿Te
acuerdas?

Jennifer se acordaba muy bien. El padre de Taehyung había muerto
justo entonces y él había estado muy ocupado haciéndose cargo de la
empresa que había heredado. Ella había estado seis o siete semanas
sin verlo y cuando al fin lo había hecho le había contado
entusiasmada todas las historias de su viaje.
–Sí, claro que sí.
–¿Y con quién fuiste a Praga? –quiso saber él–. Yo he estado
dos veces. Es una ciudad muy romántica –comentó y se giró para
rellenar la cafetera esperando su respuesta.

Jennifer frunció el ceño. Su primer impulso fue responderle que su vida privada no le incumbía. Pero si lo hacía él no pasaría por alto su falta de educación y volvería a preguntarle por el tema que ella más
deseaba evitar: su último encuentro.

–Sí. Es una ciudad muy romántica. Me gusta mucho. Me encanta
su arquitectura. Parece un lugar suspendido en el tiempo ¿no crees?
–¿Y con quién fuiste? ¿O es un secreto?

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Sin tu mirada ( Taehyung ) BTS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora