Cap.4

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Su cuerpo también había cambiado. Parecía más alta y atlética. Se había hecho una trenza en el pelo.
-Espero no haberte despertado. Me he levantado a las cinco y media.
-Lo siento por ti, Taehyung -repuso ella, sin sonreír.
Entonces, la siguió a la cocina, donde Jennifer empezó a cascar huevos en un recipiente. Él no había desayunado y la perspectiva de hacerlo le encantó. Le preguntó si podía prepararle algo a él también.
-Dijiste que tenías provisiones en tu casa.
-Tengo la nevera llena, pero no me he preparado nada para
desayunar.
-¿Y llevas despierto desde las cinco y media? ¿No se te ocurrió servirte un bol de cereales o prepararte una tostada?
-Cuando empiezo a trabajar, nada me distrae. Además... no me gustan los cereales. Son como pedazos de cartón, por mucho que digan que son saludables.
Jennifer había pasado muy mala noche. No estaba de humor.
-Esto no va a funcionar, Taehyung -le espetó ella, girándose hacia él de golpe.
-¿Qué?
-¡Esto! ¡Que vengas cuando te da la gana como si estuvieras en tu casa! Si quieres ayudarme a enrollar las alfombras, de acuerdo.
¡Pero no es necesario que vengas aquí a pasar el día! Tengo muchas cosas que hacer.
-¿Cuáles?
-Tengo que limpiar armarios y tengo que ponerme al día en el trabajo, si es que no voy a poder irme mañana como planeaba -
repuso ella y se volvió para echar los huevos en la sartén.
-Es mejor que compartamos el mismo espacio, Jen. ¿Para qué voy a tener la calefacción a todo gas en mi casa cuando soy el único que la usa?
-¡No quiero tenerte todo el día encima!
-Voy a hacer el trabajo pesado para ti hoy, Jennifer.
-Lo siento -murmuró ella-. Te agradezco la ayuda práctica que
pretendes darme, pero...
-De acuerdo. Tú ganas, Jennifer. No sé por qué quieres
empezar una guerra, pero, si es tu deseo, no te lo impediré.
Taehyung se levantó y ella se giró para mirarlo.
¿Era eso lo que quería de veras?, se preguntó Jennifer.
¿Necesitaba convertir a su amigo de toda la vida en un enemigo? ¿Solo porque le costaba estar en la misma habitación que él?
-No quiero una guerra -dijo ella, suspirando-. Lo que no quiero
es que pienses que... que nada ha cambiado entre nosotros -añadió,
apagó el fuego y se sentó.
El pasado seguía pesando sobre ellos. Nunca habían hablado de lo que había sucedido aquella funesta noche hacía cuatro años, caviló Jennifer. Su recuerdo era tan amargo que había ensombrecido todas
sus relaciones. Aunque tampoco había tenido muchas. Solo dos. La primera, con un abogado francés que había conocido en el trabajo, con el que apenas había salido tres meses.
Patric había sido su alma gemela desde el principio. Habían sido
amigos durante tres años antes de decidir ir más lejos. A pesar de que
se llevaban de maravilla, ella no había conseguido sentir la excitación
y la atracción que había sentido por Taehyung. Y lo había intentado.
Al fin, Patric y ella habían admitido la derrota y habían vuelto a ser buenos amigos, por suerte. Jennifer sabía que necesitaba encontrar una manera de sacarse a Taehyung de la cabeza. Ya no era una jovencita impresionable.
Taehyung la observó en silencio.
-Sé... que di un paso en falso contigo hace años -balbuceó ella-. Nunca lo hemos hablado...
-Era imposible. Te fuiste del país sin mirar atrás.
-Cuando empecé a trabajar, de pronto, no tuve tiempo para nada... -se justificó ella-. Supongo que me resultaba raro verte -reconoció-. Puede que te haya evitado un poco al principio, pero luego el trabajo me absorbió... ¡Apenas tenía tiempo para pensar! Mi padre estaba feliz de poder ir a visitarme a Francia, por eso, yo apenas venía por aquí. Además, es tan satisfactorio poder pagar nuestras
vacaciones a todos esos lugares...

Los huevos se habían quedado fríos en la sartén.
Jennifer aprovechó para darle la espalda y calentarlos de nuevo,
tratando de poner en orden sus pensamientos.

-Creo que lo que quiero decir es que ya soy adulta. No soy esa chica inocente que estaba siempre pendiente de ti.
-¡Y no espero que lo seas! -protestó él. Sin embargo, sí lo había esperado, en cierta manera. La extraña con la que se habían encontrado lo había dejado desorientado por completo.
-Por eso, no quiero que haya malestar entre nosotros. Pero tampoco quiero que porque estemos aquí atrapados creas que puedes venir a mi casa cada vez que te apetezca. Has descubierto el problema de la inundación y te estoy agradecida pero eso no te da carta blanca para entrar aquí.
-Entendido.
-Ahora estarás enfadado conmigo... -dijo ella, sin pensar. Al momento se arrepintió de sus palabras. Debía ser indiferente a lo que él pensara o sintiera. Sin embargo...
-Me alegro de que me hayas dicho lo que piensas. Creo que eso siempre es la mejor estrategia -señaló él y empezó a comer el desayuno con hambre-. Tu padre me comentó que iba a hacer un curso de cocina. Podemos hablar de estas cosas, ¿no? Que hayas cambiado no significa que hayamos perdido la capacidad de
comunicarnos.

Jennifer titubeó, dudando si era buena idea meterse en un tema
tan familiar. Al final decidió que le gustara o no sus vidas estaban
demasiado entrelazadas como para fingir lo contrario.

-Me lo ha contado -replicó ella relajándose un poco-. La última
vez que fue de visita a París me llevó un montón de folletos para que lo aconsejara. Aunque yo no soy buena consejera para esas cosas.
-Estando en París, rodeada de su deliciosa cocina francesa, ¿no
te han entrado ganas de aprender?
-Al revés -admitió ella-. Cuando hay tanta comida rica por todas partes ¿qué sentido tiene hacerle la competencia en casa?
-Se te debe de haber pegado algo -opinó él con la boca llena-. Estos huevos están riquísimos.
-Puedo preparar algo pasable pero nada excelente. De hecho, en un par de ocasiones mis amigos de París se han presentado en casa para cenar con comida comprada en restaurante. Ellos dicen que quieren facilitarme la vida, pero sospecho que lo que pasa es que no confían mucho en mis habilidades culinarias -confesó ella riendo.

Sus ojos se encontraron un momento y al instante apartó la mirada.
Era agradable charlar con él relajada y bajar la guardia durante
un rato, se dijo Jennifer.

-¿Y tú? ¿Sigues odiando las tareas del hogar?
-¿Crees que las odiaba?
-Una vez me dijiste que siempre te asegurabas de que tus novias no se acercaran a la cocina por si se les ocurría intentar domesticarte.
-No recuerdo haber dicho eso.
-Sí lo dijiste. Cuando yo tenía diecinueve.
-Recuérdame que no tenga conversaciones personales con mujeres de buena memoria -bromeó él, reconociendo para sus adentros que a lo largo de los años debía de haberle contado muchas cosas que jamás habría compartido con otras mujeres-. Tu padre ha intentado tentarme para que cocine. Cada vez que le hago una visita me enseña un nuevo libro de recetas. Hace unos meses vine a ayudar a mi madre con unas obras en la casa y tu padre nos
invitó a cenar a los dos. Nos sirvió una increíble variedad de platos exóticos y a mí me dio una charla sobre la importancia de otras cosas aparte del trabajo. ¿Tienes idea de lo difícil que es defenderse de un ataque a dos bandas? Tu padre me sermoneó para que aprendiera a disfrutar de mi tiempo de ocio y mi madre señaló que había una estrecha relación entre el trabajo excesivo y la presión sanguínea alta.

Jennifer se rio de nuevo. Su risa le recordó a Taehyung lo mucho que había echado de menos su compañía a lo largo de los años. A pesar de que las cosas ya no eran tan sencillas como antes. Podían tocar ciertos temas neutros sin sentirse incómodos, pero él deseaba poder adentrarse en conversaciones más profundas.

-Se me ocurrió buscar a ese Patric en Internet -señaló él y se puso en pie para recoger la mesa. Cuando ella iba a imitarlo se lo impidió con un gesto de la mano.
Jennifer se quedó paralizada. ¿Buscar a Patric en Internet? ¿Por qué iba a hacer eso?
-¿Ah, sí?
-Hablan bien de él.
-¿Por qué has tenido que buscarlo? -preguntó ella de forma abrupta-. ¿Acaso pensaste que estaba mintiendo o que me lo había inventado?
-¡Claro que no! -exclamó él y meneó al cabeza frustrado sintiendo cómo se rompía su frágil tregua.
-Entonces, ¿por qué lo has hecho? ¿Por curiosidad?

Observando el gesto serio de su interlocutora, Taehyung hizo una
mueca. Tal vez se había relajado durante unos minutos pero seguía
queriendo protegerse y mantener las distancias.
En ese momento recordó la noche crucial que había marcado un punto de inflexión en su relación, cuando ella se le había ofrecido.
Vaya todavía se acordaba del sabor de sus labios.

-No sé, me dejé llevar por un impulso -repuso él, apretando los dientes-. ¿Es que es un tema tabú? ¿Te parece raro que muestre interés por la persona en que te has convertido?

Jennifer se quedó callada, era ella quien había metido la pata.

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Sin tu mirada ( Taehyung ) BTS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora