A Jennifer no le hacía ninguna gracia. Había sido un estúpido al intentar cortar el árbol bajo la tormenta. Además en el fondo odiaba que la viera como una enfermera. Quería que la considerara una mujer
frágil y vulnerable, necesitada de protección masculina. Aquellos viejos sentimientos la molestaban en extremo. ¿Cuándo iba a dejarlos atrás de una vez por todas?, se reprendió a sí misma.–Te dejaré solo para que te cambies. E iré a preparar la comida.
Antes de que se fuera, Taehuyng la tomó de la mano para que lo mirara.
–Quiero que sepas que te agradezco mucho tu ayuda.
Jennifer no dijo nada porque mientras hablaba él le estaba frotando la muñeca con el pulgar. Ella se quedó sin respiración, presa del deseo.
–No sé qué habría hecho sin ti.
–No pasa nada –repuso ella con voz ronca y se aclaró la garganta, pensando si debía apartar la mano.
–Sé que no esperabas encontrarme aquí, pero yo me alegro de haber estado. Te he echado de menos.Jennifer quiso gritarle que no debía usar palabras como esa que encendían las fantasías más inapropiadas en su cerebro.
–¿Tú me has echado de menos o has estado tan ocupada que ni te has acordado de mí?
–Yo… no sé qué esperas que diga Taehyung –balbuceó ella– Claro… me acordaba de ti de vez en cuando y esperaba que estuvieras bien. Pensaba haberte escrito más correos electrónicos, siento no haberlo hecho…Taehyung se quedó mirándola en silencio con expresión indescifrable.
–Bueno, te dejo para que te cambies.
–Voy a esperar a secarme primero un poco. Así me costará
menos quitarme la ropa mojada.
–Bueno.
Jennifer estaba cada vez más nerviosa, mientras él no dejaba de
mirarla con esos increíbles ojos azules suyos.
–Siéntate un rato y sécate antes de ponerte a cocinar –sugirió él.
–Tal vez… unos minutos más… –dijo ella y se sentó junto al fuegoTaehyung había ganado cierto aire de madurez en los últimos cuatro años. Su ascenso en el mundo de los negocios había sido meteórico. Jennifer lo sabía porque en una ocasión había leído todo lo que estaba disponible sobre él en Internet. Había ampliado sus negocios más allá de la compañía que había heredado comprando empresas en quiebra y haciéndolas resurgir. Aun así no había caído en las redes del matrimonio.¿Por qué? ¿Estaba tan centrado en el trabajo que las mujeres eran solo accesorios para él? ¿O tal vez prefería salir con muchas en vez de comprometerse con una?
Jennifer sintió la urgencia de saltar por encima del escudo protector que ella misma se había forjado y preguntárselo. Pero se contuvo al recordar la última vez que se había tomado demasiadas confianzas con él.–Has crecido –comentó Taehyung con suavidad–. Ya no eres tan abierta y transparente.
–La gente crece –replicó ella de forma abrupta.
–¿Te hizo daño este tipo?Durante unos segundos Jennifer no comprendió a quién se
refería hasta que se dio cuenta de que estaba hablando de Patric.–¡Es mi mejor amigo!
–No sé muy bien qué quieres decir con eso –observó él mirándola con intensidad–. ¿Estabas enamorada? ¿Te rompió el corazón? Porque pareces mucho más cínica que hace años...Sí ya sé que la gente cambia pero ahora eres mucho más recelosa que antes.Jennifer se quedó sin palabras. Igual Taehyung sabía que había estado loca por él de adolescente pero era obvio que ignoraba la profundidad de sus sentimientos. ¡Incluso a ella le había sorprendido lo profundos que habían sido! Cuando había empezado a salir con otros hombres se había dado cuenta de lo mucho que le había
afectado su rechazo. Y esos mismos sentimientos del pasado… estaban volviendo a revivir.
¡Lo último que Jennifer necesitaba era que él se diera cuenta!–Quiero a Patric –afirmó ella tensa–.Y no quiero que me psicoanalices. Sé que estarás aburrido ahí inmovilizado, pero puedo traerte el ordenador para que trabajes.
–Tengo el ordenador en mi casa y no quiero que atravieses la tormenta para ir a buscarlo. Ya he trabajado bastante por hoy de todos modos. Puedo permitirme un poco de tiempo libre.
–A tu madre le gustaría escuchar eso. Cree que trabajas demasiado.
–Pensé que nunca hablabas de mí con mi madre –señaló él con una sonrisa.
Jennifer meneó al cabeza y se levantó.
–Voy a preparar algo de comer. Cámbiate cuando quieras.
–¿Qué hay en el menú?
–Lo que yo te sirva –repuso ella y se giró. Cuando oyó cómo él se reía a sus espaldas tuvo que contenerse para no reír también.Sin poder dejar de pensar en él Jennifer se puso a preparar una
salsa con tomates, champiñones y nata para acompañar unos espaguetis.
Taehyung la molestaba y la irritaba como nadie había podido hacer.
Pero también la hacía reír y la seducía. Eso solo quería decir una
cosa. No había superado sus sentimientos y él seguía teniendo un
influjo poderoso sobre ella, al contrario de lo que había esperado.
Cuando lo imaginó recostado en el sofá del salón, una cálida excitación comenzó a apoderarse de ella muy a su pesar.
Le llevó una bandeja y él se sentó para sostenerla.–Los analgésicos me están haciendo efecto –indicó él y empezó a comer.
A mitad de la cena Taehyung anunció que ya estaba casi seco. Con
generosidad informó de que no haría falta que lavara su ropa aunque ella tampoco se lo había ofrecido.
–Tengo mucha más en casa –afirmó él–. Para varios días.
Jennifer lo miró, frunciendo el ceño.
–¿Cuánto tiempo planeas quedarte?
–¿Quién sabe? Aunque el tiempo
mejore y deje de nevar, no podremos salir de aquí durante un par de días más. Está demasiado profunda para conducir y tal y como estoy no puedo ponerme a despejar el camino con la pala. De todas maneras no creo que deje de caer durante las próximas veinticuatro horas. O más según el
informe meteorológico.
–Bueno hablas como un pájaro de mal agüero –opinó ella, le quitó la bandeja, la colocó encima de la suya y se volvió a sentar exhausta. Había sido un día agotador.
–Yo lo llamo ser realista. Y eso me lleva al siguiente punto. No puedo volver a mi casa. Voy a necesitar ayuda para ponerme en pie.
Intento hacerme el fuerte, pero apenas puedo moverme.Ella no lo había recibido con muchas ganas al principio, era cierto, se dijo Taehyung . Pero había algo entre los dos, ya fuera amistad, atracción… Desde luego, él sentía algo cuando la miraba. Y cuando la escuchaba reír o la sorprendía mirándolo de reojo. Le gustaba verse obligado a quedarse allí, esa era la verdad.
Jennifer no supo si creerlo. Taehyung era un hombre fuerte.
Siempre había alardeado de no ponerse enfermo y de no tener que ir
nunca al médico. Si decía que le dolía, no era probable que estuviera mintiendo.
Por otra parte, él no parecía lamentar las circunstancias en absoluto. De hecho, para alguien presa del dolor, parecía bastante contento.
En cualquier caso, no podía mandarlo de vuelta a su casa en ese estado, aunque tenerlo allí la llenara de aprensión.
Después de cuatro años evitándolo, se había ganado una dosis concentrada de Taehyung.–Por lo que parece, voy a tener que ir buscarte ropas para una estancia indefinida, además del ordenador… y voy a tener que alimentarte y darte de beber…
–No hace falta que muestres tanto entusiasmo.
–No es esto lo que yo esperaba cuando vine.
–No –dijo él con tono seco–. Porque no esperabas encontrarme.
–Pero me alegro de haberlo hecho –admitió ella a regañadientes–. Cuatro años es mucho tiempo. Casi me olvido de tu aspecto.
–¿Y es como lo recordabas?
–Pareces mayor –contestó ella, sin preocuparse por dañar su enorme ego.
–Muy amable –repuso él con una sonrisa–. Ahora vas a tener
que hacerme otro favor, me temo.
–Quieres café. O té. U otra cosa para beber. Y quieres un postre dulce. Tal vez una tarta casera. ¿Acierto?
–¿Sabes hacer tartas? –preguntó él–. Sé que no eres muy amiga de la cocina… –añadió, sosteniéndole la mirada.Ella abrió la boca para decir algo, pero olvidó qué era. Se sonrojó y para romper la sofocante tensión se puso en pie dispuesta a llevar las bandejas a la cocina.
–Entonces ¿té o café? Mi padre tiene una gran variedad de
infusiones.
–Tienes que ayudarme a desvestirme.
–¿Cómo dices?
–No puedo quitarme los pantalones, aunque hayan empezado a hacer efecto los analgésicos.Jennifer se quedó petrificada. Tras unos segundos de shock, pensó que de ninguna manera podía hacerle ese favor.
ESTÁS LEYENDO
Sin tu mirada ( Taehyung ) BTS
FanfictionHabían crecido juntos, él en una mansión y ella en la casa del mayordomo. Pero nunca se había fijado en Jennifer, la chica corriente que vivía a su lado. Hasta que su vida en París transformó a Jennifer en una mujer elegante con tentadoras curvas...