Cap 5

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Era normal que Taehyung quisiera hablar de algo más aparte de
intercambiar frases superficiales sobre el pasado o sobre sus padres.
Era ella quien tenía la culpa de sentirse amenazada cada vez que él
se acercaba demasiado. El problema era que todavía sentía algo por él. No sabía qué pero era algo poderoso que la estaba haciendo reaccionar de forma desmedida.
Iba a ser agotador estar todo el tiempo virando entre charla inocua y temas más amargos.

–Patric no es un tema tabú. Solo creo que ya te he hablado de él y lo que no te haya contado lo habrás visto en Internet. Es muy conocido en Europa. Al menos, lo será pronto. Su última exposición fue todo un éxito. Lo vendió todo y varias galerías se interesaron por su trabajo.

Taehyung había leído todo aquello en un artículo digital. El periodista no había escatimado en alabanzas.

–A ti nunca te ha gustado el arte.
–Yo... no pensé que fuera algo muy práctico... por eso, lo descarté en bachillerato. Y aquí... no hay museos ni galerías. Creo que empecé a darme cuenta de lo mucho que me gustaba el arte cuando fui a la universidad... y me enamoré de él cuando llegué a
París.
–¿Y te enamoraste también de ese Patric?
Ella se encogió de hombros.
–Al principio, éramos muy amigos. Tal vez me dejé seducir por su pasión y su entusiasmo. No lo sé.
–Y al final no salió bien.
–No. ¿Por qué no empezamos a quitar las alfombras?

La conversación personal había terminado. Taehyung recibió el
mensaje alto y claro. Nunca le había gustado escuchar confidencias de las mujeres. La curiosidad que sentía en ese momento por todo lo concerniente a Jennifer no era típica de él. Era como si hubiera
descubierto que su leal mascota sabía recitar poesía y hablaba cuatro idiomas.
Taehyung se preguntó si la razón de su interés sería que estaban
atrapados por la nieve. O que llevaban años sin verse.
Guardar las alfombras en el trastero no era un sustituto satisfactorio para su curiosidad. Sin embargo se rindió, dejó el tema y se resignó a enrollar y transportar durante las siguientes dos horas.
Trabajaron codo con codo e intercambiaron opiniones sobre las
mejoras que podían hacerse en la vieja casa. Lo cierto era que le hacía falta una buena remodelación.

–Bien –dijo Jennifer, cuando hubieron terminado–. Ahora tienes
que irte Taehyung.

Mientras habían estado transportando muebles y alfombras,
Jennifer se había dado cuenta de que tenía que ser cautelosa con él.
Siempre le había parecido irresistible el encanto y la inteligencia de Taehyung. Y su atractivo no había disminuido con los años. Todavía la
hacía reír.
Su cuerpo se sentía vivo junto a él. Se sentía de nuevo como esa joven de veintiún años, ansiando su contacto. ¿Y si aquella situación imprevista acababa conduciéndola a hacer algo lamentable?
Era un pensamiento que estaba agazapado en su mente, como un
monstruo amenazante bajo sus defensas. ¿Qué pasaría si dejándose
llevar por la magia del momento posaba la mano en el brazo de él
durante más tiempo del adecuado? ¿Y si le sostenía la mirada?
Por otra parte Taehyung ya no era el héroe intocable de su infancia.
Estaba comprendiendo que era un hombre complejo, con una gran
responsabilidad. Compartió con ella sus preocupaciones por su madre,
que se estaba haciendo mayor y vivía en una casa demasiado grande
para ella.
Lo malo era que ese hombre volvía a resultarle demasiado irresistible. Él se comportaba de forma relajada y tranquila, porque todavía la consideraba una amiga. Sin embargo ella albergaba sentimientos más conflictivos y eso la asustaba.
Por eso no era buena idea pasar la tarde juntos en su casa.

–Quiero ordenar unas ropas y trabajar un poco porque como tú
preveías no creo que pueda volver a Londres mañana. Tendré suerte
si puedo salir de aquí el fin de semana. Así que...

Ninguno de los dos se había cambiado y después de haber salido al trastero Jennifer tenía el pelo mojado por la lluvia y las mejillas sonrojadas por el frío. A diferencia de las chicas con las que Taehyung solía salir, ella tenía ojos de mujer inteligente. Y un rostro que no se cansaba de mirar.

–No recuerdo cuándo fue la última vez que una mujer me echó de su casa –comentó él arqueando las cejas–. Si lo pienso bien tampoco recuerdo haber hecho nunca un trabajo manual con una mujer.
–Dudo que tus novias estuvieran a gusto en estas condiciones.
La nieve y los tacones de aguja no son compatibles. Y yo no soy una
mujer, sino una amiga.
–Gracias por recordármelo –murmuró él–. Casi lo olvido...

Jennifer tomó aliento. ¿Qué significaba eso?
No, se negaba a perder el tiempo especulando sobre las cosas que él decía o intentando leer entre líneas. Aquello no iba a conducir a ninguna parte y de todos modos a ella qué más le daba. ¡Había dedicado cuatro años de su vida a dejarlo atrás!

–Tal vez, esta noche podamos cenar juntos. O igual puedo ir a tu
casa –concedió ella–. Es mejor compartir la comida ¿no crees?
–Puedo cocinar para ti –se ofreció él con voz cálida–. Así añadiría algo más a la lista de cosas que no hago con más mujeres que contigo.

¿Estaba coqueteando ella?

–Si quieres, hazlo –repuso Jennifer con tono cortante–. Si no, también podemos dejarlo para mañana. Tienes mi número de móvil ¿verdad?
–Creo que es una de las cosas que omitiste darme cuando te fuiste...

Su encanto, que antes la volvía loca estaba comenzando a resultarle irritante a Jennifer.

–Pues intercambiemos los números, por si hay un cambio de planes. Si veo que no he terminado todo lo que quiero hacer, te llamaré.
–¿Vas a llamar a John para contarle lo que ha pasado?
–No.

¿Cómo iba a decirle a su padre que estaba atrapada en medio de una tormenta de nieve con Taehyung?, se dijo Jennifer.
Su padre había estado al tanto de lo cautivada que había estado por él de
adolescente. Ella había sido tan joven y tan ingenua... no había podido ocultar sus sentimientos. Pero no le había hablado nunca de la última cena que habían tenido. Al menos, no le había contado los detalles. Aunque su padre habría adivinado que no había salido bien, pues al día siguiente ella había estado callada y huidiza.
Luego, se había marchado a París y no había vuelto a ver a su amigo de la infancia.

–No. Hiciste bien al comunicarte conmigo y dejar a mi padre al
margen de esto. No ve a Anthony a menudo y quiero que disfrute de
sus vacaciones. Además, la combinación de transporte es muy mala ahora mismo. Le resultaría muy difícil regresar y yo creo que puedo
arreglármelas sola.
–¿Cómo te sientes? –quiso saber él.
–¿De qué hablas? –preguntó ella, frunciendo el ceño.
–Al estar al mando.
–No estoy al mando de nada –farfulló ella y bajó al cabeza, dudando si era un cumplido o una crítica–. Bueno, ahora estoy al mando, tal vez –se corrigió–. Mi padre es mayor. Va a cumplir sesenta y ocho el mes que viene y cada vez se cansa más. Cuando pasamos mucho tiempo caminando por París se resiente un poco aunque no quiera aceptarlo.
–¿Y qué vas a hacer al respecto?
–¡No estoy diciendo que mi padre sea un inútil!
–Solo me preguntaba durante cuánto tiempo piensas seguir en París...
–Ese es un tema muy complejo para resolverlo ahora –replicó ella conteniéndose para no confiarle sus preocupaciones. Patric era
un buen amigo, pero no la conocía tan bien como Taehyung que la había
visto crecer y conocía a su padre mejor que nadie.
–¿Lo es? –dijo él y se encogió de hombros con una sonrisa–.
¿Estoy adentrándome en terreno personal otra vez?
–Claro que no –negó ella, incómoda–. Yo... sí bueno... he estado pensando en que tal vez ya sea hora de volver a Inglaterra...
–Pero te preocupa que al volver encuentres dificultades para
establecerte y mantener la misma forma de vida –adivinó él–. Esto no
es París.
–He hecho muchos amigos –se apresuró a añadir ella–. Conozco mi trabajo y me pagan muy bien... ¡Ni siquiera sé si podré encontrar un empleo aquí! Según las noticias, cada vez hay más paro.
–Además odias el cambio y lo más grande que has hecho jamás
ha sido ir a París y construir una nueva vida allí...
–Deja de hablar del pasado. Ya no soy la misma persona –protestó ella.

Sin embargo era cierto que nunca le habían gustado los cambios, siempre había tenido problemas para adaptarse. La escuela secundaria había sido todo un reto, por ejemplo. Pero le había ido bien, lo mismo le había pasado en la universidad y París, como Taehyung decía había sido un gran paso regresar a Inglaterra sería otro. 

Sin tu mirada ( Taehyung ) BTS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora