Pequeñas gotas caían con la velocidad que la gravedad les obligaba a seguir ciegamente, muchas de ellas se transformaban hipnóticamente en aguanieve y dejaban caminos húmedos sobre la fría tierra y las obstinadas copas de algunos cuantos árboles que no perdían sus vestidos de hojas. Los climas en invierno eran duros en la sombría Gótica que ahora mismo brillaba rodeada de la magia producto de las millones de luces que las familias optimistas colgaban para celebrar la Navidad, la fecha más esperada por los habitantes quienes, por un par de noches, imaginaban que su ciudad tenia salvación.
No había morada que se escapara del encantamiento de Santa Claus o cualquiera que fuera su creencia. La festividad era divertida por si sola y no existía una explicación obligatoria para disfrutar de la comida o de estar rodeado por la familia o de los amigos. Eso era lo que Jonathan Kent siempre había pensado; ahora que se encontraba lejos de los suyos creyó firmemente que podría salir al paso. Lo que no contó fue con la intrépida visita que ahora mismo husmeaba la sala de su departamento.
-¿Qué demonio es esto Kent?- cargaba una de las tantas latas de cerveza que horas antes Jon había apilado en el contenedor de basura- ¿Por esto no me llamaste?
-Da... Dami, tú estás...
-No sé ni porque me molesto, le dije a Maya que esta era una idea ridícula.
Tal vez aún estaba inconsciente por el golpe que se dio en aquel partido, "Si, eso debe ser", ya que de no ser así ¿Por qué Damian Wayne estaría vestido como una porrista justo en el centro de su sala?, "Dios mío, de seguro llevo diez años en coma y ahora mis padres están a punto de desconectarme".
-Vete con tus amiguitos de americano- lo escucho murmurar justo cuando iba hacia el baño con, muy probablemente, la intención de cambiar sus prendas- debí haber hecho lo que Colín menciono... darte un golpe y ya!
-ESPERA!- reacciono antes de que la puerta fuera cerrada. Jonathan Samuel Kent estaba congelado, no sabía que decir y por primera vez sus ojos, cerebro, cuerpo y corazón estuvieron de acuerdo en la misma cosa: devorar al demonio- Dios mío Dami, ¿cómo conseguiste...? ¿Por qué tú...? ¡Joder Damian, luces...!
Las ideas llegaban más rápido de lo que era capaz de decir. Pasada la conmoción inicial la emoción de tenerlo ahí lo desarmo dejándolo vulnerable a cualquier ataque.
-¿Te gusta?- preguntó el nombrado ladeando la cabeza al tiempo exacto que ponía su dedo índice en su boca sonriente.
-¡Ah! ¡Pero claro que me gusta! ¡Me fascinas bebé!
-Lástima porque ya me voy- dejo de sonreír y de dispuso a cerrar nuevamente la puerta; sin embargo la mano firme del jugador y la mirada depredadora que le lanzo le advirtieron que no estaba dispuesto a dejarlo escapar sin antes haber gozado de aquel adelantado regalo de Navidad que gentilmente le habían llevado.
-¿Cómo lo conseguiste?- lo sacó del cuarto de aseo con un agarre gentil en la espalda baja; sus dedos jugaron levemente con los bordes inferiores de aquella falda.
-Harper me lo presto... ¿Te divertiste estos días?
-¿Ese es un reclamo? ¿o en verdad estas interesado?- le dio un beso en la mejilla antes de continuar- te queda muy bien el uniforme ¿quieres que me ponga el mío para jugar algo?
-Sí, me doy cuenta que te gustan mucho las porristas.
-Son amigas de amigos, casi ni las trate- las callosas manos del receptor se comenzaron a mover hacia el sur de aquellas blancas piernas- no debes ponerte celoso, tú tienes toda mi atención.
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Por una tradición
FanfictionLa vida de Jon está apunto de cambiar completamente, no solo debe mudarse de ciudad sino que también su nueva obsesión lo obliga a volverse futbolistas de americano, pero si con eso consigue que un par de ojos color jade se fijen en él estará dispue...