Entre la afición y las gradas.

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El primer día lo pasaron fuera de casa desde muy temprano. Jon tenía cientos de lugares guardados que deseaba Dami pudiera conocer; el parque, el pueblo, los lagos, el granero, la pequeña feria y, en especial, los campos de girasoles al otro lado de una pequeña colina cercana a su casa. Durante el recorrido Jon saludaba de vez en cuando a las personas que iban y venían o que estaban en sus respectivos puestos vendiendo flores, frutas, regalos o artículos domésticos de todo tipo.

Ambos chicos platicaban sobre cualquier tema y aunque Wayne mantenía una expresión de constante desaprobación lo cierto es que disfrutaba de aquel pintoresco lugar.

Todo era bastante fuera de lo común para el heredero Wayne quien jamás había vivido situación semejante, por lo general sus citas eran en plazas comerciales o recintos catalogados como exóticos. Sin embargo con el número "53" caminaba como si fuera una persona normal tal como un habitante más de aquel pueblo; incluso Jon le compró un helado natural que ambos consideraron apto para la situación de muelas que aquejaba al mayor.

-Pronto será navidad, supongo que estarás en casa cierto?- ambos chicos caminaban por una vereda tranquila de camino serpenteante que los llevaba por subidas y desnivelaciones constantes. En una mano Damian llevaba su helado de naranja que le sabia fresco y recién hecho, por su parte Jon cargaba un peluche extraño de color rojo que había conseguido para Dami en un juego de feria que se encontraron horas antes.

-A mi padre le gusta que estemos todos en la mansión durante esas fechas y más ahora que Jason también planear irse a vivir por su cuenta.

-Oh! entiendo.

-...

-...

-¿Tú no estarás con tus padres?- pregunto después de un silencio que no planeaba prolongar más de lo requerido.

-Ah! No, este año no... mi papá debe cubrir una rueda de prensa en Canadá y mamá irá a Japón por una convención de robótica así que no podremos estar juntos... de cualquier forma tengo que estudiar para mis exámenes de reposición.

-Jonathan...- lo trato de mirar pero el menor parecía más interesado por otra cosa y lo dejó claro cuando lo interrumpió de forma rápida.

-Hey! Mira! Ya llegamos- sus claros ojos que reflejaban el cielo de Kansas brillaron de emoción cuando las miles de flores amarillas pintaron con sus pétalos los verdes campos- te dije que eran hermosos.

Damian admitía sin pesar que era cierto. Las blancas nubes a la distancia contrastaban con aquellas flores altas que siempre miraban al sol, entre sus fuertes tallos las hojas verdes parecían suaves al tacto y por fracciones de segundos el joven heredero deseo correr desenfrenado por aquellos brotes tiernos y maduros.

Los cielos azules le deslumbraron gratamente y cuando Jon lo sujeto de la mano para acercarlo a la sombra de un árbol su resistencia no se opuso a seguirlo. Tanto fue su asombro que poco le importó que el menor comiera de su helado y que aún le sujetara de la mano con los dedos entrelazados.

-¿Te gusta?- Jon pregunto contento por saber de antemano la respuesta, después de todo los coquetos ojos jade no se esforzaban por ocultar su conmoción.

-Es lindo- Damian lo miro y sin saber porque, pero con mucha resolución, se paró sobre la punta de sus pies haciendo que su nariz se rozara con la nariz del otro. Sin que sus labios entraran en contacto, sin la necesidad de más, solo ese gesto que expresaba lo satisfecho de estar juntos- no había visto como es la realidad.

Parecían dos luces que recién se veían. Y como las luciérnagas que esperan la noche para encender sus brillantes cuerpos aquellos jóvenes esperaron a que las estrellas cayeran sobre sus cabezas para que les marcaran el camino de regreso. Esa noche lo volvieron a hacer.

Por una tradiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora