®La Princesa Que No Era Princesa [r.d.g.]

24

N.O. (narrador omnisciente)

Los días habían pasado, convirtiéndose en meses. Unos meses llenos de amor y felicidad.

Rozaba el mes de septiembre, una fina briza cálida recorrió la nuca del joven castaño que yacía bajo las sábanas de seda en una apagada habitación. Abrió lentamente sus ojos hasta encontrarse con el cálido sol que se escurría por una pequeña abertura de la cortina. Parpadeó lento para luego tapar su rostro con la sabana, quien la mitad de ella era arrebatada por su futura acompañante de toda la vida. Aunque no le gustase la idea.

Por otra parte, una radiante princesa -aunque no se considerase una- sonreía al ver a su enamorado imitando fotos de sus antepasados.

La relación entre ambos jóvenes era perfecta, no había duda de que eran el uno para el otro. Ambos se consideraban un error en el mundo que les tocó, anhelaban el saber como era vivir una vida normal y corriente. Sus gustos idénticos, sus expresiones idénticas... James y Leonor eran como gemelos.

La briza cálida recorrió la nuca de la joven, y fue como por arte de magia que, tanto como el castaño y la oji miel, tocaron sus nucas y una pequeña corriente eléctrica recorrió sus dedos.

[...]

Samuel, el viejo y sabio sirviente fue hacia la reina entregándole una invitación para...

—¡¿Una boda?!— Exclamó levantándose de la silla y dejando caer la tasa de té sobre la mesa. Los presentes miraron en dirección al rostro de la reina quien movía los ojos y sonreía de felicidad.—Bethania nos invitó a su boda.

Un pequeño nudo en la garganta se formó en una joven chica que creía haber superado su pasado.

—Es en dos semanas... —Susurró la reina quien abrazaba a su esposo llena de felicidad.

Pero Leonor sólo se mantenía callada, mirando la rebanada de pastel que yacía en frente suya. Era poco decir el cuanto le afectó la noticia, y aún no entendía el porque...

¿Por qué le dolía tanto el saber que Rubén se casaría?