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Burbuja

Boomer me mira fijo a los ojos. En este momento estoy aterrada, ¿debí decir aquello? ¡¿Qué pasará si me ve como una entregada y que lo quiero sólo para la cama?! Oh no, ¡¿Y si he quedado como una zorra ante sus ojos?! 

Si antes me sentía aterrada, ahora me siento fatal.

—Eh... yo.... s-sí.... no... —cierro los ojos con fuerza. Los nervios y la timidez se apoderan de mi garganta. Las palabras no salen. Quiero decirle la verdad.

Una calidez ya conocida se apega a mi frente. Esta vez se mantiene más minutos. Aunque no me haya besado en los labios, puedo determinar que estos son más suaves que la seda y más cálidos que el mismo sol. Mi pecho se relaja al instante, los nervios se disipan junto con mi timidez.

Las manos de Boomer se enredan en mis cabellos, provocando que el beso se prolongue. Cuando despega sus labios de mi frente y aparta sus brazos, apoyo mi mano en su brazo izquierdo para que no se aparte más. Y miro sus labios.

—Burbuja, tú puedes pedirme lo que quieras. S-Siempre haré l-lo necesario para c-complacerte. —sus labios se mueven con cada palabra. Un leve color rosa aparece en sus blancas mejillas y una sonrisa tímida ilumina su rostro. Es tan guapo. Tan irresistiblemente guapo.

Termina de bajar sus brazos apegándonos a los bolsillos traseros de su pantalón. Su mirada va de un lado al otro. Con duda y vergüenza, pasa una mano por su cabello hasta llegar a su nuca. Levanta la cabeza y mira el cielo anaranjado. Frustrado se agacha y vuelve a pasar su mano por su cabello. Dice dos maldiciones. Luego se levanta y se vuelve a acercar. Toma mis manos y me mira a los ojos.

—Y-yo, digo. S-Si tú quieres i-ir a tomar algo c-conmigo, ¡No me enojaré si no quieres! —dice rápidamente.

Suelto una risilla y le acomodo un mechón de cabello de rubio. Es tan suave, más que el de Diane.

—Me encantaría, y creo que tengo un lugar perfecto.

Sus ojos se vuelven pequeños al sonreír.

***

El lugar que había escogido estaba cerrado por reparaciones, así que terminamos en un lugar nuevo en la ciudad, New Moon. Está en la parte central de la ciudad. Aunque su nombre refleja un restaurante fino y elegante, por dentro es todo lo contrario. En las paredes amarillas cremas, hay cuadros de famosos con caras de perros, como Elvis que tiene la cara de un bulldog blanco con manchas marrones, The Beatles con caras de dálmatas y no me olvido de Marilyn Monroe con la cara de un maltés. Un poco antes de que termine el pasillo está la barra con un gran televisor dando un partido de hockey sobre hielo. Las mesas, de madera oscura, están perfectamente separadas dando el límite correcto para que haya espacio suficiente. Las mozas llevan unos jeans negros hasta el obligo y una remera larga amarilla que se la atan por la cintura y el logo de un perro salchicha en la parte del medio de la remera. Los hombres usan jeans negros caídos con una remera amarilla y el logo distintivo que representa al bar.

Una joven de una estatura pequeña nos guía a una mesa blanca baja con un sillón negro con funtones amarillos, dándole la espalda a un gran ventanal. Nos queda perfecto para ver la pantalla del bar.

Cuando nos sentamos, mi celular suena con el sonido de un crujido de una rana. Sí, un crujido de una rana. En general los animales me gustan... pero las ranas no. Y por eso puse ese timbre en mi celular, me aterraría saber que en mi bolso se encuentra una rana y me fijaría al instante. Una manera para que Burbuja atienda su celular. Al final es un mensaje de mi abuela. Mientras hacíamos el viaje hacia aquí le había enviando una nota de voz a mi abuela para avisar que llegaría tarde.

Solamente te quiero a ti [#STQAT 1] [TERMINADA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora