Una mecánica, un tatuador
¿Una historia de amor?
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Las chicas no deben decir groserías, deben vestir bien, peinarse y maquillarse... Todo lo contrario a Rose.
Ella es una mecánica amante de los autos, desordenada, dice malas palabras, viste como...
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Después de la confesión.
—Panter sabes que no puedo tenerte aquí, después de lo que ocurrió...Ve a casa descansa y vuelve en una semana.— Suspiro el hombre mayor.—No te preocupes por el dinero te pagare lo que ganas en un día promedio.
—Pero yo no lo hice.—Golpeé mi pecho.—¿De verdad crees que yo haría eso?.—Suspire.—¡JODER!.—Golpee la mesa de madera que estaba frente a mí.
—¡PANTER, BASTA DEJA LA NIÑERÍA!.—Se Paro de golpe mi jefe.— ¡YO SÉ QUE NO LO HICISTE, PERO TÚ SABES LAS REGLAS!.—Se dio la vuelta.—¡AQUÍ NO SE PELEA!.
—El muy hijo de puta a parte de acusarme de ladrón, me estaba quitando los clientes. ¡MIS PUTOS CLIENTES!.—Grite.
—¿Y por eso tienes que golpearlo en mi tienda?.—Se dio la vuelta y me encaro enojado—Es mi maldita tienda, y yo coloco las reglas y una de las reglas es no hay peleas dentro del local, Panter.—Caminó hacia la puerta abriéndola para mi.— Así que vete de una maldita vez a casa antes de que colapse... y no vuelvas antes de una semana ¿Bien?.
—Bien—Me dirigí a la puerta.—Pero, quiero que sepas...—Pase mis manos por mi cabello.—Que le partiré la madre a ese cabrón.
—Si quieres puedes acabar con todo su árbol familiar, siempre y cuando sea lejos de mi tienda.—Me tendió la mano.
—Hecho.—La apreté.—Anda buscando otro tatuador.—Dije antes de salir y cerrar la puerta como respuesta solo pude escuchar un suspiro.
—Maldición ¡genial!. Me acusan de ladrón, me roban, me amonestan ¿Y AHORA ESTO?.—Grite de frustración, camino a casa en mi bici, pise un vidrio y estallo la llanta, y cuando intentaba resolver el caos de mi cabeza, antes de decidir si lanzármele a un carro o no, empieza a llover, un jodido diluvio...
