Epílogo

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Todo es un desastre.

Llevo ocho meses siendo la reina de los vampiros y es un completo desastre. No he cambiado nada de la organización de Ashdeak porque no tengo ni idea de nada. Lo único que he podido ordenar es que Rufus, uno de los vampiros más antiguos estuviera a mi lado para a ser de mi consejero.

Por mi parte intento adentrarme en este mundo en el que me metió Ashdeak, y para ello intento memorizar el reglamento de los vampiros que es más grande y pesado que yo. Incluso dejé la escuela para poder dedicarme a mi función correctamente también tuve que dejar mi casa y mudarme al palacio donde vivía Ashdeak.

Apoyo mi cabeza en el libro, va a reventarme la cabeza. Ahora me encuentro en el estudio junto a Rufus intentando memorizar el maldito libro.

–Señora, no es tan complicado. Desde hace centenares de años la conversiones están prohibidas. –lo miro incrédula, Ashdeak se paso esa regla por donde yo sé y no solo conmigo sino también con Nessie. – No podemos beber sangre de humanos sin que ellos lo consientan, es un delito muy grave junto con el de matar entre nosotros. –resoplo resignada.

–Sé sincero ¿alguien cumple estas normas? Porque ya te digo yo que Ashdeak no lo hacía. –Rufus me miraba con una pequeña sonrisa ladeada.

Ahora mismo solo me transmite vergüenza, uno de los poderes que me transfirió Ashdeak es poder percibir los sentimientos de los demás junto con muchos otros.

–Ashdeak fue un rey algo complicado, quería que todos cumpliéramos las reglas pero él no las llevaba acabo

Unos golpes en la puerta hace que me interrumpa.

–Señorita, el jefe de seguridad espera en el salón.–me dice Minerva, al enterarme de que ella era la alma destinada de Ashdeak le ordené que viniera a vivir aquí para que de cierta manera lo tuviera más cerca.

Salgo corriendo hacia el salón y al verlo de espalda mi corazón muerto se encoge, enseguida me lanzo a su espalda y desde atrás beso sus labios.

–También te extrañe, enana. –con sus brazos me coloca frente a él aun con mis piernas enrolladas en su cadera. –¿Preparada para tu día libre? –asiento frenética, mientras un cosquilleo se apodera de mi cuerpo

–¿A dónde vas a llevarme? –me bajo de su cuerpo y en seguida suelta un gruñido de lo más sensual.

–Por mi no saldríamos de la habitación en todo el día, pero la señorita quiere tener un día humano. Insisto que deberíamos tener un día de pareja. –dice con el ceño fruncido.

–Solo es un picnic con Lucy y Juvia. Hace mucho que no las veo. –hago un puchero. – Seguro que mi novio lo entiende. –él pone los ojos en blanco no le gusta que utilice el chantaje emocional.

–Anda vamos, hay dos horas a la ciudad corriendo

–¡Carrera! –grito mientras salgo corriendo rumbo ala ciudad.

Cuando llevo un kilómetro recorrido siento unas manos en mi cintura y el habitual cosquilleo que solo una persona me hace sentir.

–Eres un bebé vampiro, te falta mucho para ganarme en una carrera.

Sus labios atrapa los míos, moviéndolos bruscamente de igual manera le correspondo. Sus besos siempre son posesivos, como queriendo recordarme que le pertenezco, como yo hago con él. No se que momento he acabado con la corteza de un árbol raspando mi espalda.

–Vamos a llegar tarde. –comento en un medio de un jadeo.

De nuevo estampa sus labios contra los míos hundiéndonos en un beso fogoso. Unas ramas quebrándose llegan a nuestros oídos separándonos.

–Parejita, los estamos esperando. Guárdenlo para la noche. –dice Natsu con su típico sentido del humor, para luego salir corriendo hacia el lugar del picnic.

A regañadientes nos separamos y corremos hacia el picnic. Me siento entre las chicas y al hacerlo ellas se sobresaltan.

–Joder, Levy. La próxima vez corre menos rápido.–dice mi querida amiga rubia. Me quedo mirando su barriga crecida igual que la de Juvia. Aún así solo escucho un corazón levanto la mirada hacia Natsu y Grey. Ellos me miran inquietos, puedo notar su preocupación.

–¿Qué pasa? ¿Por qué esas miradas? –pregunta Juvia mirando a Grey y luego a mi. El de Juvia es el que no late la voz de Gajeel se hace presente en mi cabeza a través de nuestra unión

–No sabía que estabais embarazadas. –murmuré. ¿Será un niño vampiro? Le hice saber yo y él asintió

–Llevamos mucho sin vernos y no hay forma de comunicarte las cosas. –esta vez habló Lucy apenada. Le dedico una sonrisa tranquilizadora que parece funcionar.

–¿Y tú para cuando te vas a animar? –mi semblante cambia por completo. Sé que Juvia no lo hacia con mala intención pero me duele saber que no voy a poder tener hijos

–La vampiresas no podemos tener hijos. –susurro lo más bajo posible. Ellas me abrazan disculpándose. Mi mirada se clava en Gajeel al sentir una gran tristeza.

Después de varias horas. Volvemos hacia el castillo todo el trayecto lo hacemos en silencio. Entramos en mi habitación.

–Siento no darte la vida que querías. –dice cerrando la puerta detrás de él. – Siento que hayas tenido que dejar la escuela, siento que no puedas formar... –lo detengo estampando mis labios en los suyos acariciando sus mejillas con mis manos.

–Soy feliz contigo, me haces feliz. Lo tengo todo contigo. Te amo Gajeel. –le doy varios besos por el rostro. Me levanta del suelo y camina hacia la cama tumbándome en el colchón. Gran ventaja de los vampiros no nos cansamos y pienso aprovecharlo al máximo.

–Mía. –susurro contra mis labios

–Tuya... por siempre.

Nos unimos en un beso. Uniéndonos en alma y carne sobre esa cama. 

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¡Hola mis queridos lectores! 

¿Qué tal les gustó? 

La verdad estoy muy orgullosa de esta historia, fue mi mejor historia por coherencia y faltas de ortografías. Mis otras historias carecían de las dos cosas. Ahora ya solo me falta crear historias con finales increíbles e historia reliadas que tendrán que comerse la cabeza para averiguar su desenlace.

Los veo en mi próxima historia "La luna del alfa" espero que le den tanto amor como ha esta historia. 

Saludos y besos de Noa-chan

Tu dulce sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora