IX

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— ah pasado mucho tiempo — anuncio Jason — emos alejado al Omega y su familia por cuestiones de seguridad de la manada que todos comprenden, pero hoy las razones son más fuertes, debemos reunir fuerzas con nuestros pares para luchar contra una amenaza mayor — miro a Mateo y este se paró en la plataforma a la vista de todos.

— eh regresado para dirigir a mi manada, derecho que se me ah otorgado al desaparecer el Alfa, Peryite a Sido invocado, Alucard está buscando el poder del dios Daedra — algunos jóvenes no familiarizados con este termino se miraron confundidos — se que tenemos una manada prematura, algunos su mutación la llevan en estado de cachorro aún pero el poder en su sangre es mayor al de hace siglos, creo y confío en que ustedes podrán luchar contra los vampiros, lo que ah pasado esta noche solo fue un pre calentamiento de sus habilidades, en lo largo de estos días entrenaremos todos juntos para la batalla contra las tropas de chupasangres — anuncio con seriedad.

— ¿y el alfa? ¿Como lucharemos contra Peryite sin Argón? — pregunto un joven entre la multitud.

— el alfa está entre nosotros — anuncio Jason y todos incluyendo a Mateo y Lucela lo miraron extrañados.

Un anciano abrió una puerta detrás de la plataforma y un lobo blanco entro por ella, Audrew lo reconoció era el cachorro de la familia que lo protegió, ahora era un lobo adulto y esto lo extraño, «¿como pudo crecer en tan poco tiempo?».

— la luna está a tu favor — dijo Jason observando al animal asomarse al estrado.

El canino se agachó y su lomo se ensanchó mientras mostraba sus dientes, se irguió sobre sus patas traseras mientras la luz de la luna entraba por la lucarna y hacia brillar su pelaje largando un plateado explendido. Tomo una forma entre humano y lobo, un cuerpo musculoso y un pelaje cubriéndolo todo menos su pecho y abdomen. Era inmenso, tanto que las tablas del estrado crujían y se quebrajeaban bajo sus patas, sus manos tenían las garras más brillantes y filosas que jamás se habían visto tal que parecían de metal, sus colmillos blancos relucientes era un ejemplar único y explendido.

— con ustedes, Plata — anuncio Jason a medida que el ejemplar tomaba forma humana y dos jóvenes mujeres lo cubrían con un manto oscuro.

Todos los que conocían al alfa desde joven se habían sorprendido al verlo, sus años habían desaparecido, el anciano débil que abandonaron en la guarida ahora era joven.

— señores — pronuncio Eyen — el mando de la manada aún es de Mateo, el Omega — anuncio mirando al hombre — yo no estoy a su nivel para formar una contraofensiva pero puedo aportar la fuerza que conseguí al transmutar mi cuerpo — informo dando lugar al Omega en el estrado.

— Eyen veo que as conseguido un poder único — manifestó con una sonrisa Mateo.

— simplemente aprendí a usar lo que por naturaleza ya tenemos — observo dejándole el frente al nuevo líder.

El Omega dió comienzo a la celebración para luego unirse con su familia, abrazo a sus hijos que hablaban animadamente ante la cara de alegría de Lucela, mientras tanto en las calles polvorientas del pueblo caminaban los guardias de prestigio que habían tomado el sector para evitar otra emboscada de los vampiros, aunque estos ya estaban lejos del lugar camino al castillo del conde Alucard.

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— ¿que fue eso jefa?

— eso fue el poder de la manada unida — declaró la blonda saltando sobre un tejado.

— ¿Y ahora que aremos? — inquirió el lacayo detrás de ella.

— esta noche dejaremos que creen que están a salvo en su mugriento pueblo, mañana unos amigos los debilitarán por la noche — contesto con una sonrisa enorme.

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