Jaebum estaba cansado, su trabajo se volvía cada vez más tedioso y su paciencia cada vez más escasa.
Después de pensarlo por varios días tomó la decisión de visitar un prostíbulo, es decir, ¿por qué no? Estaba soltero, estresado y sin duda necesitado. Su amigo Mark le había recomendado uno perfecto para el, uno especial para bisexuales.
Como era viernes y el sábado siguiente no debía asistir al trabajo, pensó que sería perfecto visitar ese mismo día el "famoso lugar".
Bajó unas escaleras de piedra siguiendo el sonido de un grupo de personas, divisó detrás de ellos el cartel con la palabra "Sweet", que era el nombre del prostíbulo. Un poco incómodo se adentró al lugar, un hombre corpulento lo recibió mientras lo observaba de pies a cabeza.
—¿Qué desea?
—Pues... Hum...
—Entiendo.— el hombre revisó entre sus papeles hasta encontrar uno en específico que de inmediato fue entregado a Jaebum.— Puede elegir aquí al que más llame su atención.— Jaebum asintió y comenzó a hojear nervioso.
En las distintas hojas se podía ver el perfil de cada "trabajador". Habían chicos muy guapos, entre ellos destacó uno llamado Jackson Wang, pero lo descartó de inmediato al ver que hacía el papel de activo. Siguió buscando entre la gran cantidad de personal que tenían hasta que dió con el, un chico precioso, que a pesar de mostrar una gran sonrisa en la foto, también poseía una mirada muy triste, leyó cuidadosamente lo que decía el perfil, hasta que el hombre de la recepción carraspeó llamando su atención.
—Hum... Nadie tarda más de un minuto en elegir, ¿hay algún problema?
—No no, ya lo hice.— le mostró una página al hombre mientras éste asentía.
—Choi Youngjae, buena elección, ¿por cuánto tiempo?
—¿Una hora y media?
—Bien, una hora será. Sígame por favor.
Jaebum obedeció y caminó junto al hombre por un largo pasillo, hasta llegar a una habitación con una puerta azul y el nombre "Choi Youngjae" en ella.
—Tiene una hora y media para hacer lo que quiera con el.
El hombre que lo había acompañado hasta ahí regresó dejándolo completamente solo, frente a una puerta desconocida y por supuesto, un mundo desconocido.
Tocó la puerta tres veces pero nadie abrió. Supuso que las cosas no funcionaban de esa manera, entonces decidió entrar por su cuenta.
—Con permiso...— revisó el lugar detenidamente, paredes rojas y un par de velas sobre una mesita de noche, definitivamente no eran para una velada romántica, sino unas simples velas aromáticas. Posó su vista en la cama matrimonial que yacía en un rincón de la habitación, sobre ésta se encontraba quién parecía ser Choi Youngjae, y sí que era precioso. En la foto no se plasmaba ni el 10% de su verdadero potencial.
Jaebum se quedó parado en la puerta observando al castaño semidesnudo sobre la cama. Luego de un par de minutos se atrevió a caminar hasta el, sentándose a su lado sin saber exactamente que hacer.
—Y bien... ¿d-deberiamos besarnos?— Youngjae soltó una pequeña risita.
—Tal vez no lo sepa, pero besarnos no será lo único que haremos.— Jaebum asintió entendiendo.
Decidió no prolongarlo más y lentamente se acercó castaño. Comenzó a acariciar su muslo, era increíble lo suaves que sus piernas podían llegar a ser. Se atrevió a atacar sus labios, éstos eran la gloria, besar a Youngjae se sentía casi como tocar el cielo. Estuvo a punto de llevar sus deseos hasta el final, pero vió los ojos de Youngjae, gran error. Ese par de ojos color chocolate no mostraban expresión alguna, y de ser así, no sería exactamente una de felicidad. Youngjae no lo estaba disfrutando.