Capítulo 3 | Libro ll

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—¿George Smith?—dice. Su rostro refleja confusión, su ceño está levemente fruncido y sus labios forman una línea.

—¿Acaso hay alguien igual a mí? Obviamente, soy George Smith—digo com un tono serio.

—Me da gusto verte—palmea mi hombro y sonríe mostrando su perfecta y blanca hilera de dientes.
Trae el cabello recogido en un mono desordenado, pero bastante lindo. Un vestido rosa, apegado a su fina silueta y unas tenía blancas, también trae un delantal blanco con detalles color rosa.

Esta chica ama ese color, iugh.

No digo nada a su comentario y ella entiende que no siento lo mismo. Vamos, ¿quién sentirá algo al verla?

—Bien, ¿qué vas a pedir?— suspira pesadamente.—¿Para llevar o comer aquí?

—Llevar, para llevar—me apresuro a decir. No tengo ni la más mínima remota idea de qué hace ella aquí y lo que menos quiero es tenerla cerca.

Trabajando, es obvio.

Estar con ella es dañino.

Ella es dañina.

—Quiero un café, un sándwich de carne y dos donas con relleno de chocolate—hablo sin siquiera mirarla. Puedo ver con el rabillo del ojo como anota lo que he dicho en su libreta y se va.

Suelto el aire que tenía en los pulmones.

¿Qué hace ella aquí? No lo sé, pero es algo que tengo que averiguar.

He lidiado un año entero con eso que ella causó. Vamos hombre, ¿a quién le gustaría recibir detalles de su ex? Sólo alguien estúpido y, en este caso, no soy yo.

Miro el reloj en mi muñeca, tan sólo han pasado siete minutos desde que entre. El tiempo en esta cafetería parece pasar muy lento.

Recorro con detenimiento la cafetería; hay varias mesas ordenadas perfectamente pegadas a las pared, cuanto unas quince. Cada una contiene un menú, un sostenedor de servilletas, en un recipiente pequeño y ovalado hay azúcar y, por último, cada mesa tiene una pequeña decoración: un florero.

Suspiro pesadamente, esto realmente se ha vuelto un tormento para mí.

Aquellas flores habían causado tanto efecto en mí, que por insistencia de mi madre, cuando me fui de casa, deje que ella toma riendas sobre todas aquellas flores.

Ahora, el que antes era mi hogar, parece una floristería; justo como yo quería.

Qué ironía.

Aquí tienes—un chico de cabello oscuro, ojos celestes, delgado y alto me extiende la bolsilla. Veo su delantal y puedo leer que dice Jafet.

Saco el dinero y se lo doy mientas acompaño mis actos con una sonrisa finjida.

—Un momento— toma el dinero, va a la caja y digita algo ahí.

Mientas el hace eso, me apresuro a revisar que mi orden esté exacta a como la pedí.

—Gracias, Jafet— estrecho mi mano con la suya y él dice: —De nada.

Me levanto de ahí, doy un último vistazo al lugar y puedo ver a Sophie atendiendo a otros, me apresuro a salir.

Qué impactante incio.


¿Ya adivinaron? ¿No?
¡Está muy fácil!

🤣❤

Flores para George © (PAUSADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora