Disclaimer: AMOLAD pertenece a the Snipster.
En una de las tantas calles abandonadas del este de Detroit dos bandas están reunidas, sólo el retumbar del motor de las motocicletas perturba la noche, dos hombres están puestos estratégicamente enfrente, liderando a ambos grupos, aquellos con motivos tan dispersos pero, fieles a sus cabezas; sólo una seña basto para que el sepulcral silencio fuera sustituido por una frenética pelea, jóvenes luchan sin miedo y con convicción, los sonidos del forcejeo, el cielo nocturno como testigo y las mudas lámparas de la calle observando la masacre.
Las grisáceas calles pronto se tiñeron de grotescas manchas color carmín, el jadeo rudo de todo ellos mezclado, gritos y regañadientes, mejillas rojas, labios rotos, hombres caídos, y entre todos ellos una alta figura pareciera que danza mientras acaba con sus enemigos, movimientos rápidos, precisos, mortales; increíble como su figura se pierde entre las de todos, y se oculta en la noche; era un maestro del engaño aparentando debilidad y surgiendo de entre las oscuras calles para golpear certeramente en la nuca, en la clavícula, en el hueco poplíteo de sus enemigos, dejándolos caer y después hacer alarde de la ventaja que había adquirido. El sudor recorre su piel nívea, y con su mano peina su cabello hacia atrás, mientras sus ojos arden en la extraña emoción que da la batalla.
Dos pacíficos ojos esmeralda lo observan todo en silencio, mientras que con el casco puesto siente que es imposible lo que ven sus ojos, su corazón late de prisa anonadado, viendo como uno a uno los hombres de su banda van cediendo y cayendo, observando a su agraciado atacante, quien se mantiene despejando el área con lentitud pero, certeramente.
Dos de sus hombres más habilidosos lo han acorralado, ante la realidad de hallarse triunfantes lo han sometido frotándose cadenciosamente con él, cegados por una mirada; aquella mirada ámbar basto para dejarlos rendidos, cediendo a los bajos instintos que despertó aquella agraciada flor, su acorralamiento no duro lo suficiente, no se atrevieron a golpear aquel rostro, lo hubieran deseado si no hubiesen sido traicionados por un aroma; ¿Qué sería aquello que nublo su juicio? tal vez fue el instinto, creyendo que sería mejor tomarlo a dejarlo golpeado en el suelo, sin embargo su cometido no se llevaría a cabo; una navaja traicionera perforó el pulmón izquierdo de uno, al intentar profanar su playera negra y deslizar sus dedos por la tersa piel blanca; un rodillazo violento en la entrepierna del otro lo hizo doblarse de dolor, mientras la bota se estrellaba contra su cráneo, mientras la furia se reflejaba en aquellos ojos que competían con el sol.
—Asqueroso—Murmuro mientras sacaba su navaja de aquel cuerpo.
Con una clara molestia limpio la gota de sangre que o'so salpicar su rostro, su mirada se dirige por inercia a enfrente de las filas enemigas, mientras mira imperturbable al hombre que dirige a la banda de las aves.
— "Life"— Ha pensado, el hombre que era una leyenda viviente, aquel que gobernó a las aves y durante mucho tiempo , se volvió uno de los mafiosos más respetados de Detroit, había regresado.
Se sentía ofendido ¿Por qué aquel no se encontraba batallando? Tal vez pensaba que su hombres eran suficientes para acabar con ellos, sus cejas se fruncen en enojo, mientras decide acercarse peligrosamente entre ambos bandos para tomar pelea con el líder del bando contrario; Sin embargo la carne llama, y el instinto aflora, por el instante en que sus miradas se debían de cruzar; algo los detiene de identificarse en ese preciso lugar, el espeso velo negro que oculta a sus ojos tras los googles, no le permite reconocer quien es; no podría ser; aquellos tatuajes que se marcan y muestran en sus hombros sin descaro, esas estrellas rapadas a sus costados, todo eso no se encuentra en el empresario Spindler, en ese momento quien está ahí frente a él es "Life" y él "Death". Lo mira intentando encontrar a alguien que ahí claramente no está.
