Elihan estaba furioso, el humano que tanto le costó obtener se encontraba frente a él, aterrado, sus ojos miel lo miraban abiertos, no perdían detalle de sus movimientos y no era para menos, luego de los golpes que recibió de su parte era de esperarse que estuviese con la guardia en alta. Elihan se había jurado mantener la calma con Luhan antes siquiera de traerlo a la mansión pero era algo imposible evidentemente, ese chico le hacía perder los estribos con facilidad.
Había pasado tanto tiempo negociando con la Corte los cambios en las condiciones de la condena de Luhan que el caso acabo por llamar la atención de la comunidad vampira. Un vampiro de casta pidiendo la custodia de un criminal era algo poco usual y más dado que él podía conseguirse el dador que deseara, ahora la Casa Van Der Grimmer estaba en la boca de todos y eso era algo que sus enemigos usarían en su contra, por lo que debió prevenir los posibles ataques que no tardaron en mostrarse; en aquel entonces sus nervios habían alcanzado un límite que creyó excesivo, ahora que tenía a Luhan junto a él eso había sido nada. No recordaba haber estado alguna vez tan al pendiente de otro ser que no fuera él mismo, se había acostumbrado a la soledad, pero ese humano, ese maldito humano captaba todos sus sentidos antes de que fuera capaz de notarlo.
El cuerpo de Luhan llegó un rato antes del amanecer, la noche anterior Elihan había ordenado que todo el cuarto estuviera listo para el muchacho junto con el armario equipado con ropa de su talla, incluso contrató uno de los cocineros de confianza de su padre para alimentarlo, odiaba tener humanos bajo su mando, por lo general los contrataba cuando necesitaba algo específico como en este caso, pero dado que su dador debía comer correctamente tuvo que guardarse para sí sus inquietudes.
Se encargó personalmente de subir al chico hasta la habitación depositándolo con sumo cuidado sobre la cama, su aroma, el mismo que lo atrajo por primera vez seguía tal como lo recordaba, suave, imperceptible quizás, era bien sabido que los humanos hombres olían menos que sus contrapartes femeninas, por lo que la mayoría de los voluntarios generalmente eran mujeres, pero este chico estaba a otro nivel, aún con su buen olfato le costaba percibirlo; se quedó a la orilla de la cama inmerso en la imagen del muchacho frente a él, sus finas facciones ahora se encontraban acentuadas por la delgadez, su pálida piel podía confundirse con alguien de su especie si no fuera porque la calidez que emanaba lo delataba.
Elihan tuvo anteriormente ocasiones en las que trató con humanos y sólo podía recordar de ellas lo desagradables que le parecieron, el hecho de percibir cada sonido que realizaban los cuerpos ajenos, la sangre de estos agolpándose en sus venas, los corazones bombeantes expulsando esa terrible esencia, sus estómagos haciendo sonidos extraños al digerir alimentos y sus tráqueas pasando saliva, todo podía oírlo y todo le molestaba, eran jodidamente ruidosos aún sin decir nada, pero el chico que tenía postrado frente a él era distinto, sus sonidos internos demarcaban algo que se asemejaba a una melodía, no le ponía los nervios de punta, sino todo lo contrario, tenerlo cerca y escucharlo lo reconfortaba, la sensación que estaba experimentado ahora era nueva, necesitaba tenerlo ahí junto a él.
El lapso que Luhan permaneció en el Banco fue una agonía para el vampiro. El tiempo que se tomaba para revisar su cuerpo inconsciente cada mañana antes de irse a su despacho nunca resultaba suficiente; el cuarto pequeño dónde lo excluían de los demás reclusos y lo mantenían en coma mientras lo desproveían de su sangre resguardaba su aroma, por lo que conforme más lo visitaba Elihan, más le costaba dejar ese lugar, llegó a pasar horas mirando el cuerpo de Luhan suspendido en el aire y el recorrido que hacía su sangre al escurrirse hasta las bolsas de plasma. Podía permanecer allí con él tanto como fuera era necesario.
Ahora que lo tenía en sus manos, lejos de aquel solitario lugar donde había estado quería resguardarlo y protegerlo, o mejor dicho, necesitaba que así sea. Se había propuesto hacer todo lo que estuviera a su alcance para mantener al chico a gusto, sin olvidar que él seguía siendo un recluso con condena, no podía simplemente tratarlo como deseaba, él no era un dador y no estaba a voluntad con él, seguramente llegado el momento buscaría la forma de escapar y aunque fuera inútil porque estaba seguro que lo encontraría dónde fuese que quisiera ir, el hecho de perderlo aún por unos segundos era algo que lo inquietaba, no podía contemplar la idea que él deseara dejarlo, el sentimiento de algo así era agobiante.
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In My Blood
VampireLuhan es un chico de 20 años que de lunes a viernes trabajaba en una cafetería para mantener a su familia, después de causar un asesinato tras defender a su madre de ser ferozmente golpeada, se ve obligado a pagar su condena en un Banco de Sangre, d...