Atentamente, papá

Carta 27, para ella.

Amor de mi vida, 

Han pasado los años y tú sigues en mis recuerdos. Que profundo me calaste, Camila. Lamento escribirte, pero si no era hoy quizás mañana ya no podría, así que, aquí van mis últimas palabras, mi amor.

La vida me dio la oportunidad de haber pasado los mejores días junto a ti; sonrisas compartidas, recuerdos, lágrimas y mil cosas que llevaré a la tumba son gracias a ti. Te amo, todavía lo hago y siempre lo haré, lamento todos los malos tragos, pero quiero que sepas que aún así yo te amo.

Estoy muriendo, no quiero ocultarlo, mis días son contados y no podía irme de este mundo sin despedirme de ella, la conozco porque desde lejos la cuidé y quiero que sea feliz, quiero ayudarte a entender a nuestra hija con una simple cosa. Mi amor, nuestra hija está enamorada. Quizás no has notado cómo se sonroja cuando ese niño, al que odio, pasa frente a ella y le sonríe, probablemente tampoco sepas que ella tiene una cita y está frustrada porque no sabe qué ponerse, vamos mi amor, eres buena en eso, ve con ella a buscar algo bonito, has que haga babear a ese niño del demonio. Por fin hice bien ¿cierto?

Ella me recuerda a ti, tan valiente y decidida, gracias por haberla criado de esa manera, por haberle dado un ejemplo inigualable, gracias por haber hecho de mi vivo retrato una niña que un día será una mujer increíble como tú y sé que nunca veré eso, pero no perdía nada al intentar agradecerlo. No dejes que se preocupe por mí, yo ya me despedí a mi manera, hazla feliz, continua así, lo estás haciendo bien.

Quizás en otra vida nos reencontremos mi amor, y te prometo que en esa vida haré las cosas bien. No llores, sé que lo estás haciendo, no llores porque al fin iré a un lugar sin dolores, si hacer daño y con el recuerdo de tu rostro en mi mente.

Siempre te ame,
Mateo.

FIN