Y el trono cayó junto con el clan murciélago, la guerra comenzó y los grupos se dividieron más. Y se crearon los rebeldes cuya única misión era proteger al último sucesor del trono y el futuro rey rogaba porque alguien encontrase su diario y lo llev...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
【Narradora:】
El gélido viento resoplaba por todo el bosque, los árboles escarchados por la nieve se veían tan lindos y el invierno de ese año era el peor de todos. La carretera era desierta únicamente transitada por una lujosa limusina que destacaba entre el blanco paisaje por su tan profundo color negro.
Dentro de aquel vehículo se encontraba Denice, una joven de clase alta con una fortuna exorbitante la cual su difunto abuelo le heredó por ser su única nieta. La joven fémina que se abrazaba así misma por el frío era la encarnación de la perfección, con su cabellera albina y sus ojos rojos como la sangre la hacían ver única, sus labios rojos naturalmente y brillantes la hacían ver tan exótica, su cutis era el de una muñeca de porcelana.
—¡Ah!, ¡Qué aburrido es esto! —la chica se quejó como si de una niña pequeña se tratase —. ¿Verdad que esto es aburrido Kira? —el gato que se encontraba en las piernas de las chicas ronroneo al sentir la mano de su dueña acariciando su blanco pelaje.
La joven soltó un suspiro pesado mirando por la ventana del vehículo en movimiento, todo era tan hermoso, tan perfecto a los ojos de ella. Sonrió al visualizar la vieja mansión; era tan tétrica y macabra justo como a ella le gustaba.
El vehículo frenó y las rejillas que protegían la propiedad se abrieron causando un rechinido por la falta de aceite. Al estar al fin frente a la puerta de aquel lugar la pequeña chica sonrió ansiosa, el chófer abrió la puerta del carro.
La joven albina dejó a su gato en el piso congelado y luego bajo ella con cuidado de no resbalar. Sus botas de tacón sonaban tan fuerte al ser golpeadas con el concreto congelado que era imposible que pasará desapercibida. Subió las escaleras y abrió la puerta de aquella mansión con entusiasmo; Tétrico y macabro, así se podía describir aquella mansión.
Se adentró en ésta apreciando cada detalle que la estructura posee, recordando la primera vez que vino a verla antes de comprarla, rió al recordado las advertencias e historias del vendedor.
Ésta mansión está embrujado por el espíritu de cinco hermanos y las miles de novias que estos tuvieron.
Aquellas palabras la impulsaron a comprar la propiedad, al ser amante de las cosas sobrenaturales no lo pensó dos veces. Caminó hacia donde se supone que el salón está.
Al entrar a aquella sala fue abrazada por el calor que la fogata emitía, se sentó en uno de los sillones individuales cruzando sus piernas mirando fijamente el color de las llamas.
—Vivir aquí será... ¡Interesante! —expresó entusiasmada sujetando al felino en sus manos.
—Señorita Le Burn, la cena estará lista en dos horas, por qué no va a descansar mientras tanto. —una de las sirvientas de aquel lugar apareció de la nada.
—Oh, ¡Claro! ¿Sabe donde dejaron mis cosas?
—En la habitación principal mi señora. —la chica sonrió y se levantó del sillón.
—Gracias y por favor no me diga mi señora ni me llame por mi apellido, simplemente dígame Denice. —la sirvienta sorprendida oír la actitud de la chica se limitó asentir con lentitud —Bien.
Denice se fue de aquel salón para en dirección a las escaleras de la mansión para ir a su —ahora nueva— habitación, la albina abrió la puerta del cuarto principal y sonrió, era acogedor y lindo. Caminó hacia la cama y se tumbó en ella cerrando sus ojos con delicadeza.
Pero entonces, el ambiente paso de cálido a gélido y extraño, el aura se hizo pesada y sintió como alguien tocaba sus muslos mientras reía con lujuria. Exaltada se sentó en la cama mirando hacia todas partes y nada, no había absolutamente nada.
Todas las leyendas que te contaron sobre esta mansión son reales mi querida Denice~.
