Y el trono cayó junto con el clan murciélago, la guerra comenzó y los grupos se dividieron más. Y se crearon los rebeldes cuya única misión era proteger al último sucesor del trono y el futuro rey rogaba porque alguien encontrase su diario y lo llev...
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【Narra Denice:】
Me levanté rápido de mi cama al sentir aquella sensación, el ambiente se había tranquilizado pero mi corazón seguía acelerado, en serio me había asustado. Aquella sensación era muy diferente a otras que antes había sentido.
El sonido que produce la puerta al ser golpeada me sacó de mis pensamientos.
—Adelante. —la sirvienta pasó haciendo una pequeña reverencia.
—La cena está lista.
—En un momento bajo. —la señora salió de mi habitación dejándome otra vez sola.
Armada de valor salí de mi habitación en dirección al gran comedor, al llegar me senté en una de las lujosas sillas y miré el gran manjar que había frente a mis ojos. El olor de la carne inundaba mis fosas nasales, tomé un cuchillo y un tenedor, pinché la carne con el tenedor y comencé a pasar el cuchillo de un lado a otro por la carne para cortarla.
—Quemada por fuera y cosida por dentro, simplemente perfecta. —dije al tener el trozo de carne al fin en mi boca.
El sabor de la carne y las especies con las que la hicieron hicieron que mis papilas gustativas pidieran más. Nunca había probado algo tan delicioso como esto.
Al terminar dejé el plato aun lado mientras cerraba los ojos en señal de satisfacción.
—Señora, aquí está su comida. —una de las sirvientas dejó un plato de comida frente a mí, la miré con rareza.
—¿Aun más comida?, quedé satisfecha con la carne de hace unos momentos. —mi sirvienta mi miró desconcertada.
—¿Carne?, pero si no le hemos dado carne mi señora. —esto debe ser una broma.
—¡Claro que sí!, hasta el plato está... Ahí. —el plato donde estaba la carne había desaparecido.
—Señorita ¿Se encuentra bien?
—Sí... Sabes que perdí el apetito, lo dejaré para cenar. —me levanté rápido de la silla y salí prácticamente corriendo de ese lugar.
Está bien, tal vez ese señor si tenía mucha razón con lo que la mansión está más que embrujada, pero fuera de eso y de que muero de miedo hay algo que me llama la intención, ¿Por qué quedo la mansión así?, digo, obviamente debe tener una muy buena razón pero ¿Cuál?
Me encantaría descubrirla pero me da miedo investigar. Llegué al patio de la mansión el cual estaba lleno de muchos rosales con rosas de todos los colores que se puedan imaginar, la nieve caía aún pero ya no tanto como antes, mi pelo se había llenado de copos de nieve los cuales casi no se distinguían por ser del mismo color que mi cabello.
Entre las rosas blancas podía ver a un chico muy parecido a mi, miraba las rosas con una tristeza tan profunda que podría contagiar de este mismo sentimiento a la persona más feliz del mundo. Observaba aquellas rosas con una nostalgia impresionante, como si la planta y él tuvieran una conexión única.
—¡Oye! —grité lo más alto que pude para llamar su atención.
El chico me miró con un toque de molestia, yo me acerqué con paso rápido hacia él, al estar frente a al chico sonreí amablemente.
—¿Cómo te llamas amigo? —el albino me miró de arriba abajo dudoso y con rareza.
—Soy Subaru. —me dijo con seriedad. Me impresionaba la similitud que teníamos.
—Yo soy Denice. —estire mi mano en forma de saludo pero este nunca la aceptó. —, bueno Subaru ¿De dónde eres? ¿Trabajas aquí?
El chico soltó una risa amarga al escuchar mis preguntas.
—Nada de eso humana. —giró su cabeza en dirección a la mansión. —, Hace mucho tiempo yo solía vivir aquí.
Espera ¿Qué?
Retrocedí varios pasos hacia atrás con temor, el chico rio al ver mi expresión la cual, seguramente, debe ser de horror puro.
—A-aléjate de mí. —susurré.
—Descuida, no pretendo estar con una humana como tú. —se dio media vuelta mientras colocaba sus manos en sus bolsillos. —. Solo te diré algo, todas las personas que viven aquí no podrán salir de este lugar, ni después de la muerte.
El aire que había se triplicó haciendo que los copos de nieve nublada mi vista, diez segundos después volvió a la normalidad y aquel chico había desaparecido, como si el viento se hubiese llevado su alma.
—Definitivamente, tengo que descubrir qué pasó aquí...
