—Shōto, el paciente de las cinco avisó que no vendrá, pero hay un muchacho sin cita que necesita ayuda —dijo Ochako asomándose levemente sin abrir la puerta por completo del consultorio.
El mencionado desvió los ojos al reloj de la pared y quiso reír al ver la perfecta sincronía de la muchacha con el reloj, a veces se preguntaba si esperaba a que fuera exactamente la hora para poder avisarle.
— ¿Tienes los datos?
—Sí —la muchacha se acercó, tendiéndole un folder—, es un cachorro con un par de mordidas en sus patitas y en sus orejas, parece que tuvo una pelea con un gato.
Se pasó una mano por la frente y negó despacio, cerrando los ojos.
—Espero que no sea grave —hojeó los papeles que la muchacha le dio y suspiró cansado—, hazlo pasar.
La joven salió con prisa y dejó la puerta del consultorio abierta, Shōto escuchó la voz de su ayudante llamando al dueño del perro y luego el eco de los pasos acercándose con prisa, juntó los instrumentos que estimaba iba a ocupar para dejarlos cerca de la mesa de trabajo para mejor acceso, quería terminar de una vez para irse a casa a dormir.
—Buenas tardes.
Saludó una voz suave, cuando aún estaba de espaldas, pasando los datos de la hoja a su agenda de trabajo donde registraba todos los pacientes que tenía en el día.
—Buenas —respondió en voz baja, dejando el lapicero para buscar unos guantes de látex nuevos y girarse despacio.
De repente sintió que estaba teniendo una alucinación y estuvo a punto de lanzar todas las cosas que tenía en las manos, frente a él estaba la criatura más hermosa del universo, sus ojos eran los más verdes y brillantes, llenos de vida y las pecas en sus mejillas le habían devuelto diez años de vida...tal vez. Sintió un extraño revoloteo en su estómago, ¿qué estaba mal con él?
Se dio una bofetada mental y se concentró en su trabajo, no podía pensar tonterías de los dueños de sus pacientes... aunque era la primera vez que le pasaba, la verdad.—Puede dejar aquí a su cachorro.
El muchacho -¿ángel?- se acercó y dejó a la bolita de pelo sobre la tela que cubría la mesa, el perrito ni siquiera se inmutó y continuó temblando en su lugar, era pequeño así que Shōto asumió que el gato ya era más grande.
— ¿Sabe lo que ocurrió? —preguntó comenzando a revisarle las patitas con cuidado de no lastimarlo.
—Sí —suspiró, pasándose una mano por el cabello con pena—, acabo de adoptar a un gatito de un refugio y Kiri sólo trata de ser su amigo pero Kacchan lo lastima siempre que se acerca, así que traté de separarlos y evitar que estuvieran juntos, pero me distraje un segundo, Kiri se coló a la casa y pasó lo que tanto trate de evitar.
Asintió, terminando de vendarle las patitas para después buscar una jeringa.
—Tal vez el gato necesita un poco más de tiempo para acostumbrarse a su entorno, y después podrá acercarlos poco a poco.
—Entiendo —suspiró y acarició la cabeza de su cachorro que alzó el hocico buscando su contacto cálido—, pero no quiero dejar a Kiri, y no conozco a nadie en la ciudad que pueda cuidarlo.
—Nosotros tenemos una pensión —Ochako se metió en la conversación, como siempre encontrando soluciones rápidas a los problemas que escuchaba... Shōto considero la idea de preguntarle que era todo eso que sentía en ese momento—, ¿por qué no lo deja aquí un tiempo? Comida, cama y agua no le faltará.
Hizo una mueca y suspiró, pensativo aún.
—Puede ser la mejor opción, esperando que sea por poco tiempo —secundo la opinión de su asistente y no porque lo quisiera ver de nuevo, estaba preocupado por el bienestar del cachorro, sí—, Kiri estará bien cuidado aquí —prometió, como esperando verle sonreír de nuevo con esa frase.

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101 formas de enamorar a Shōto
FanficShōto es más sencillo de lo que parece, le gusta dormir, cumple sus obligaciones y el soba frío es su platillo favorito. Pero cuando se trata de llegar a su corazón, Izuku tenía más de una manera para hacerlo caer a sus pies. Compilación de diferen...