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La tarde estaba soleada, alegre y por supuesto perfecta para salir con amigos, pero ese no es el caso de eren jaeger, un joven de apenas diecisiete años de edad, el cual no se haya en medio de tanta conducción que vive en ese momento, pues sus padres lo comprometieron sin su consentimiento con su mejor amiga, no lo tomaba mal por ella, pues es una excelente persona pero no sería del todo feliz, pues ambos comparten amistad de años, como para llevar y casarse de un momento a otro ya se tornaría extraño e incómodo.

- Eren, te lo dogo enserio, si quieres evitar casarte con mi casa cuadra con ella un plan para que ella se consiga un novio y tu también, así no se verán obligados.

- Tu tienes tu pareja, no es fácil conseguir a alguien de la noche a la mañana, osea, puedo pero no le gustaría ir rápido ¿te lo imaginas? Apenas conocernos y que le diga que se case conmigo ¡que vergüenza!

La situación era crítica para el joven, pues sus gustos por las personas no eran estrictos pero las demás con el si, entiende el hecho de que su padre tiene su dinero y eso atrae mucho, o al menos solo a los omegas interesados en sacarle la mayor cantidad de dinero posible.

Su amigo, armin arlert es el hijo de un socio de su padre, nada del otro mundo, pero gracias a esto y sus constantes esfuerzos por satisfacer a su padre le hacen tener poco tiempo libre. Por supuesto este es uno de ellos.

Tras mirar su reloj armin se levanta y busca excusarse para dejar a su compañero e ir con su padre al trabajo.

Tras una hora de estar solo decide salir, pues un mandato de su madre lo obligó a salir de su cómodo hogar. Trató de encontrar lo más rápido posible la crema que su madre le había encomendado pero con lo unoc que se encontró es con que estaba agotada. El centro comercial estaba lleno en su totalidad, pues habían acabado de entregar pago a la mayoría de trabajadores de la ciudad y por supuesto no desperdiciarian oportunidad para gastarlo.

Salió a una cafetería cerca del lugar, estaba semi vacía y los pocos clientes que habían conversaban amablemente, al parecer todo estaba tranquilo, a escepcion de un chico, estaba afuera, en la otra calle tirado en el suelo mientras abrazaba sus piernas.

La taza de café llegó a su mesa, una adorable camarera lo ha atendido, eren le dedica una sonrisa de amabilidad y lleva la taza a su boca, el chico sigue ahí recostado con la mirada perdida y su ropa semi rota, nada bueno sale de eso, pues la incomodidad y extraña necesidad de ayudarlo lo incomodan, acomodándose en la silla en un intento de distraerse del pobre chico. No es hasta que ve al omega levantarse y fallando en el intento, pues al parecer estaba lesionado.

La piquiña aumentaba y su instinto le exigía ayudarlo; sin aguantar más se levanta de la silla para después dejar el dinero del café y el café a medias.

Crusa la calle y se acerca al joven un poco dudoso, no sabe quien es o que hace ahí, puede también ser una fachada para robarle o algo parecido.

El chico suspiraba fuerte y al parece acababa de salir de un ligar peligroso, su cabello negro y liso le llama la atención, pues una piquiña en su estómago le hace sentir una intensa sensación de ayudar, más de lo normal.

- ¿estas bien?

Preguntó, todas sus ropas estaban sucias y algo rotas, pero sin embargo eso estaba lejos de ser lo que le llama la atención era ese singular aroma, ese aroma que sólo los omegas poseen.

¡Alto! ¿Entonces este era su omega?

Sin dar escándalo le extiende la mano para intentar levantarlo. Pero no fue lo que esperaba, pues el omega cayó de lado totalmente desmayado. El castaño mira a ambos lados preguntándose que debe hacer, pues necesita ayuda pero tampoco lo conoce; pero su instinto lo lleva a levantarlo e ir por ayuda.

Mi Omega[erenxlevi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora