Capítulo 2

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Túnicas, lechuzas y varitas

  Después de dar vueltas y vueltas por el callejón Diagon, ambas llegaron a su destino. No es que las instrucciones de McGonagall fueran incorrectas, pero Angeline nunca fue buena orientándose, y al parecer su hija tenía el mismo problema. Adelya leyó de nuevo el letrero que reposaba sobre la entrada de la tienda. "Madame Malkin, túnicas para todas las ocasiones". La chica se preguntaba qué tipo de ocasiones requerían el uso de una túnica. «Cosas de magos, supongo.» pensó. Angeline entró al negocio, seguida de su hija, encontrándose de bruces con una señora regordeta y sonriente vestida con una túnica malva. A pesar del color blanquecino de su pelo no parecía muy anciana, sus ojos azules de mirada alegre rebosaban de juventud.

— ¿Hogwarts cielo? —su madre asintió por ella y la bruja les indicó que fueran al fondo de la tienda. Angeline solo le entregó a Adelya la bolsita con las monedas y le indicó que la esperaría fuera. Adelya supuso que su madre iba a preguntar por dónde se iba al resto de lugares que McGonagall había escrito.

     Al llegar al fondo de la tienda vio a un niño sobre un escabel y una mujer que parecía estar arreglando su túnica. El chico —o mas bien su cabello— le llamó la atención. Era rubio, de un tono tirando a plateado que parecía irreal. Adelya tuvo la tentación de preguntar si era falso. Aparte de su pelo, su afilado rostro también era pálido. Madame Malkin se acercó a ella y le indicó que se subiera al escabel junto al otro niño. Adelya hizo como le ordenó y pocos segundos después una tela negra —su túnica— reposaba sobre sus hombros, Madame Malkin midiéndole el largo.

— Hola — saludó la rubia. El muchacho se giró notando por primera vez su presencia.
— Hola.
— Soy Adelya, pero prefiero que me llamen Delya,¿Cómo te llamas?
— Draco, Draco Malfoy — el orgullo al decir su apellido estaba tan marcado que Adelya tendría que haber estado ciega para no notarlo.
— ¿Tú también vas a  Hogwarts? —se atrevió a preguntar la chica. No solía hablar con extraños pero la curiosidad le quemaba por dentro, y ese chico era, muy probablemente, el primer mago de su edad que conocía. El chico la miró y se quedó callado, cómo si estuviera pensando si debería contestarle o no.
— Sí — respondió finalmente. Su voz sonaba aburrida y su respuesta fue seca, pero eso no impidió a Adelya seguir haciendo preguntas.
— ¿Me podrías contar un poco sobre Hogwarts? —el nombre de la escuela sonaba repetitivo en la mente de Adelya, pero cada vez que la mencionaba sentía un calor envolver su pecho y las comisuras de sus labios temblaban. El muchacho siguió mirándola con recelo, evaluándola. Adelya pudo notar que, a diferencia del tono enfermizo de su piel y del antinatural color de su cabello, sus ojos eran de un precioso gris tormenta.
— ¿Eres hija de muggles? —inquirió el rubio. El asco reflejado en sus palabras confundió a la rubia.
— ¿Muggles?
— Gente no mágica —explicó el pequeño mago lentamente. Adelya se quedó en silencio unos segundos antes de responder.
— Mi padre era un mago, ¿por qué lo preguntas? —la mueca de asco de Draco se relajó un poco, pero aún era visible.
— Hogwarts es la mejor escuela de magia que existe. Aunque también hay otras muy buenas como Durmstrang o Beauxbatons — el chico ignoró su última pregunta pero a Adelya no le importó. Estaba mucho más interesada en la nueva información que le proporcionaba sobre Hogwarts— . Hay 4 casas: Ravenclaw, donde van los cerebritos; Hufflepuff, donde están los inútiles; Gryffindor, la casa de los presumidos —el chico arrastraba las palabras y escupió el nombre de la tercera casa como si fuera veneno. A Adelya le recordó a una serpiente— ; y, por último, Slytherin, la casa de los astutos y obviamente la mejor de todas ellas. Yo, por supuesto, quedaré en Slytherin, toda mi familia fue de allí. ¿Dónde crees que quedarás tú?

La chica se preguntó si las palabras del chico eran realmente ciertas. Por suerte no tuvo que contestar porque un hombre alto con el mismo cabello que el niño entró a la tienda. Adelya adivinó que probablemente era el padre del chico y tras intercambiar unas palabras con Madame Malkin los dos regresaron a la parte delantera de la tienda. Poco después Adelya escuchó el sonido de la puerta al cerrarse.

Adelya y la piedra filosofal - Harry PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora