Capítulo 13

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Ganar Tiempo

Adelya lo consiguió, no sabía cómo, pero lo consiguió. Acabó todos sus exámenes decentemente, a pesar de que la ansiedad que sentía superaba los límites de lo humanamente saludable. Pero, ¿quién no estaría ansioso en su lugar? No todos los días uno averiguaba que dormía bajo el mismo techo que un Señor Oscuro.
La chica había intentado convencerse a sí misma de que lo estaba imaginando todo, de que era sólo una coincidencia. Pero era demasiada coincidencia que su profesor —del que sospechaba quería robar la Piedra Filosofal, y había tratado de asesinar a Harry Potter, el Niño-que-vivió— hubiera estado ausente justo la misma noche que Harry encontró a un supuesto Voldemort bebiendo sangre de unicornio en las profundidades del Bosque Prohibido. Aunque hubiera tenido menos pruebas, Adelya habría llegado a esa misma conclusión. Tenía un muy mal presentimiento. Y ella siempre le hacía caso a sus presentimientos.
No sólo tenía que preocuparse de Voldemort, alias Quirrell; Snape también contribuía a su creciente estrés. Desde esa noche en la que le confesó sus sospechas sobre los planes de Quirrell, Snape le dedicaba el doble de atención, por no decir el triple. No le quitaba puntos o la regañaba, no, solamente se dedicaba a observarla fijamente con los ojos entrecerrados, la sospecha presente en su mirada. Snape sospechaba de ella. Por lo menos, no se había acercado a preguntarle de dónde había sacado la información, lo que habría sido incómodo y aterrador al mismo tiempo.

     Si Adelya tuviese que mencionar otra cosa que destacó durante la temporada de exámenes, esa sería el calor, especialmente en el aula grande donde se examinaron por escrito. Les habían entregado plumas nuevas, especiales, que habían sido hechizadas con un encantamiento antitrampa.
     Tuvieron también exámenes prácticos. El profesor Flitwick los llamó uno a uno al aula, para ver si podían hacer que una piña bailara claqué encima del escritorio (Adelya se llevó puntos extra por conseguir que la fruta realizara una coreografía completa sin tropezarse ni una vez). La profesora McGonagall los observó mientras convertían un ratón en una caja de rapé. Ganaban puntos las cajas más bonitas, pero las perdían si tenían bigotes. En pociones tuvieron que preparar la poción para olvidar, que Adelya recordaba a la perfección, por lo que no tuvo ningún problema incluso con la insistente presencia de Snape tras su nuca.
     A pesar de no poder contarle a sus amigos sus sospechas sobre Voldemort, Adelya no iba a quedarse de brazos cruzados. La chica no se separaba de Harry que ,inmerso en sus propias preocupaciones, no parecía darse cuenta. Cada vez se cruzaban con Quirrel, Adelya apartaba a Ron disimuladamente, quedando ella entre Harry y el profesor. Sinceramente, se fiaba más de sus propias habilidades defensivas que de las de su amigo pelirrojo. Aunque frente a un mago adulto no es como si Adelya pudiera hacer algo de todos modos.

***

— Esto ha sido mucho más fácil de lo que pensé—dijo Hermione, cuando se reunieron con los demás en el parque soleado. Acababan de terminar su último examen, el de Historia de la magia—. No necesitaba haber estudiado el Código de Conducta de los Hombres Lobo de 1637 o el levantamiento de Elfrico el Vehemente.
     A Hermione siempre le gustaba volver a repetir los exámenes, pero Ron dijo que iba a ponerse malo, así que se fueron hacia el lago y se dejaron caer bajo un árbol. Los gemelos Weasley y Lee Jordan se dedicaban a pinchar los tentáculos de un calamar gigante que tomaba el sol en la orilla. En otra ocasión, Adelya habría ido corriendo a unírseles, pero estaba tan exhausta que la idea ni se le pasó por la cabeza.
— Basta de repasos —suspiró aliviado Ron, estirándose en la hierba—. Puedes alegrarte un poco, Harry, aún falta una semana para que sepamos lo mal que nos fue, no hace falta preocuparse ahora.
Harry se frotaba la frente.
— ¡Me gustaría saber qué significa esto! —estalló enfadado—. Mi cicatriz sigue doliéndome. Me ha sucedido antes, pero nunca tanto tiempo seguido como ahora.
— Ve a ver a la señora Pomfrey —sugirió Hermione.
— No estoy enfermo —dijo Harry—. Creo que es un aviso... significa que se acerca el peligro...
     Ante eso, Adelya frunció el ceño.
— Harry relájate —respondió Ron—, Hermione tiene razón, la Piedra está segura mientras Dumbledore esté aquí. De todos modos, nunca hemos tenido pruebas de que Snape encontrara la forma de burlar a Fluffy. Casi le arrancó una pierna una vez, no va a intentarlo de nuevo. Y Neville jugará al quidditch en el quipo de Inglaterra antes de que Hagrid traicione a Dumbledore.
Aunque lo hubiera intentado, Adelya no habría podido consolar a Harry, no cuando ella también presentía que algo malo iba a ocurrir. El mal presentimiento y el nerviosismo que llevaba cargando toda la semana parecía haberse multiplicado por mil esa mañana. Al principio la chica pensó que se debía a que tendrían su último examen ese día, pero su malestar actual indicaba otra cosa. Soltó un suspiro justo cuando Harry, súbitamente, se puso de pie de un salto.
— ¿Adónde vas? —preguntó la rubia.
— Acabo de pensar en algo —dijo Harry. Se había puesto pálido—. Tenemos que ir a ver a Hagrid ahora.
— ¿Por qué? —suspiró Hermione, levantándose.
— ¿No os parece un poco raro —dijo Harry subiendo por la colina de hierba— que lo que más deseara Hagrid fuera un dragón, y que de pronto aparezca un desconocido que casualmente tiene un huevo en el bolsillo? ¿Cuánta gente anda por ahí con huevos de dragón, que están prohibidos por las leyes de los magos? Qué suerte tuvo al encontrar a Hagrid, ¿verdad? ¿Por qué no se me ocurrió antes?
— No se ni cómo se te ha ocurrido todo eso ahora —confesó Adelya, levantándose del suelo—. No creía que fueses tan listo —Harry la miró mal, pero enseguida echó a correr por los terrenos que iban hacia el bosque, sin contestarle. Adelya fue la primera en seguirlo.

Adelya y la piedra filosofal - Harry PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora